ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

martes, 9 de abril de 2024

EL CASO DE IGOR GOUZENKO

 

Seguro que casi todos habréis oído hablar de la infame Guerra Fría, que, durante muchos años, llevó al mundo al borde de una guerra nuclear y una destrucción total.

Afortunadamente, esa ya pasó. Lo malo es que, hoy en día, da la impresión de que hay muchos que echan de menos esos años y quieren revivirla. Esperemos que eso no ocurra.

Hoy voy a narrar la historia de un hombre, del que no se sabe mucho, pero que abrió los ojos de los gobiernos de Occidente sobre las verdaderas intenciones del Gobierno de la URSS.

Nuestro personaje de hoy se llamaba Igor Sergeyevich Gouzenko. Nació en 1919 en una pequeña ciudad, llamada Dmitrov, perteneciente a la provincia de Moscú, en Rusia. Ya sabemos que la antigua URSS no se fundó hasta 1922.

Su familia era de origen ucraniano, siendo él el menor de 4 hermanos. Nació en unos tiempos muy duros. Fue la época de la guerra civil en Rusia. Su padre combatió en ella del lado de los bolcheviques.

Como en todas las guerras, dio lugar a una gran hambruna. La cual provocó la muerte del padre y el hermano mayor de Igor. Así que la madre, que era profesora de Matemáticas, tomó la decisión de enviar a sus hijos con sus abuelos, que vivían en el campo.

Allí residieron durante unos años hasta que pasó la guerra y su madre consiguió un trabajo en Moscú.

Parece ser que Igor fue un estudiante brillante. Incluso, llegó a ingresar en el Instituto de Arquitectura de Moscú. Allí conoció a Svetlana Gouseva, con la que se casó poco tiempo después.

Supongo que la cercanía de la II Guerra Mundial haría que lo enviaran a formarse en la Academia militar de ingenieros. De allí salió con el despacho de teniente y especializado en codificar mensajes.

Tras la invasión de la URSS, por parte de las tropas alemanas, fue destinado a los servicios centrales del GRU, el espionaje militar.

En junio de 1943, fue destinado a la Embajada de la URSS en Canadá. Allí iba a realizar el mismo trabajo que en Moscú, estando a las órdenes del coronel Nikolai Zabotin.

Incluso, las autoridades soviéticas, permitieron que su esposa, embarazada de su primer hijo, le acompañase en su estancia en Ottawa.

Parece ser que a esa pareja les llamó mucho la atención la forma de vivir de Occidente y les gustó mucho más que su vida en la URSS.

Es preciso decir que la URSS nunca había tenido una embajada en Canadá. Estos dos países establecieron relaciones diplomáticas en 1942, tras la invasión de la URSS y el paso de este país al bando de los aliados.

Supongo que Gouzenko fue destinado a Canadá, porque es posible que fuera reclamado por su antiguo jefe, el coronel Nikolai Zabotin, que había sido nombrado jefe del espionaje soviético en Canadá.

Por otro lado, es muy posible que Gouzenko, al dedicarse al cifrado y descifrado de mensajes, se enterase de muchos secretos y a Stalin no le hacía mucha gracia la gente que sabía demasiado.

Supongo que se mosquearía mucho, cuando, en julio de 1945, recibió

la orden de regresar a la URSS. Me imagino que ya conocería el destino de muchos a los que les habían llamado y a la mayoría de ellos los habían asesinado, nada más pisar territorio soviético.

Así que, en principio, consiguió que su jefe retrasara su partida, pero, a primeros de septiembre de 1945, el matrimonio decidió que Igor desertase.

Por entonces, Igor era un joven de 26 años, al cual no se le había ocurrido otra cosa, que salir de la Embajada con un maletín lleno de mensajes descifrados y las instrucciones para descifrar aún más.

Tomó una decisión un tanto extraña. Primero se dirigió a la redacción del periódico local Ottawa Journal, pero el editor no le hizo ningún caso.

Luego le dijeron que fuera al Ministerio de Justicia. Pidió ver al ministro, pero, lógicamente, no le autorizaron a hablar con él.

Sin embargo, le aconsejaron que solicitase la ciudadanía canadiense y eso hizo.

Sin embargo, el primer ministro de Canadá fue informado de que había un miembro de la Embajada de la URSS, que afirmaba que su país estaba espiando a sus aliados y creó una comisión para investigar el hecho.

Por lo visto, esa noche, Igor y su familia tuvieron la precaución de pasar la noche en la vivienda de un vecino.

Hicieron muy bien, porque, esa misma noche, su vivienda fue allanada por varios agentes del antiguo NKVD (después KGB y ahora FSB).

Sin embargo, alguien llamó a la Policía y allí aparecieron varios agentes de la famosa Real Policía Montada del Canadá, que consiguieron detener a los agentes soviéticos.

Parece ser que ya se tomaron a Igor más en serio. Esta vez se lo llevaron a un campamento llamado X, donde los canadienses solían formar a sus espías.

Allí fue interrogado por agentes canadienses, del MI5 y del FBI. Organismos que se ocupan del contraespionaje en sus respectivos países.

Parece ser que el primer ministro canadiense no era partidario de apoyar a Igor y así enemistarse con sus aliados de la URSS. Sin embargo, cuando le llevaron un informe, basado en los documentos y el interrogatorio realizado a nuestro personaje, tuvo que cambiar de opinión. Por eso, les concedieron el asilo y luego la ciudadanía canadiense.

A finales de septiembre de 1945, el primer ministro canadiense, viajó primero a USA, para reunirse con el presidente Truman, y luego a Londres, donde se reunió con el primer ministro Attlee. Así que pusieron de acuerdo sobre las medidas a tomar. Por un lado, no querían enemistarse con sus aliados en la URSS. No podían olvidar que, en buena parte, debían la derrota de las tropas alemanas a las muchas bajas en los enfrentamientos con los soviéticos. Sin embargo, no podían tolerar que les estuvieran espiando.

Así que ocultaron esa noticia hasta febrero de 1946, cuando fue publicada por un periódico de USA. Posteriormente, nombraron a dos jueces del Tribunal Supremo de Canadá para que instruyeran este proceso.

Parece ser que varios técnicos canadienses habían trabajado en el famoso Proyecto Manhattan, por el que USA consiguió fabricar aquellas bombas atómicas que lanzó sobre Japón, durante la II Guerra Mundial.

Por ese motivo, las autoridades canadienses se tomaron el tema muy en serio y llegaron a detener a unos 39 ciudadanos canadienses, acusados de estar espiando para la URSS. De ellos, 18 fueron condenados a diversas penas.

En el Reino Unido arrestaron a los físicos nucleares Alan Nunn May y Klaus Fuchs, los cuales fueron condenados a varios años de prisión.

Incluso, en USA, investigaron muy a fondo todo este tema y eso fue lo que llevó a detener a varias personas, como el matrimonio formado por Julius y Ethel Rosemberg. Condenados a muerte y ejecutados en 1953.

No obstante, el Gobierno canadiense, ordenó la expulsión inmediata de todos los funcionarios de la Embajada de la URSS.

El propio coronel Zabotin fue llamado a Moscú y, desde allí, fue enviado a un campo de trabajo en Siberia. En 1953, logró ser puesto en libertad con motivo de la muerte de Stalin.

Como ya sabemos, Stalin era muy dado a tomar represalias con las familias de los desertores. Así que arrestaron a las familias de ambos. Eso dio lugar a la muerte de la madre y una hermana de Igor, en la prisión donde se hallaban encarceladas.

Lógicamente, el Gobierno canadiense, les dio otra identidad falsa y una forma de poder vivir, ya que llegaron a tener 8 hijos.

Aunque siempre estuvieron protegidos por la Policía canadiense, Igor siempre temió poder ser encontrado y asesinado por los agentes soviéticos.

Sus hijos no fueron informados de la verdadera identidad y la historia de sus padres hasta que cumplieron los 18 años.

No obstante, Gouzenko no se quedó sin hacer nada. Escribió dos libros, en los que explicaba los motivos de su deserción y su biografía. Incluso, llegó a presentarlos en una emisora de TV. Eso sí, siempre oculto por una capucha. Como las de los verdugos medievales. También se dedicaba a pintar cuadros.

Incluso, llegaron a proponerlo para el Premio Nobel de Literatura. Ya se sabe que esos académicos tienen unos gustos literarios muy extravagantes.

En 1948, la famosa productora Twentieh Century Fox, llevó a las pantallas de cine una película titulada La cortina de hierro, cuyo guion estaba basado en una serie de artículos, que había publicado Gouzenko en la revista Cosmopolitan.

Precisamente, en esta foto se le ve encapuchado, junto a dos de los actores principales: Irja Jensen y Harry Towes.

Se considera que la Guerra Fría comenzó tras la revelación de los documentos de Gouzenko. Él solía decir que “el Gobierno soviético se está preparando para una Tercera Guerra Mundial… y está creando en los países democráticos una Quinta Columna…”.

También escribió que la URSS “nunca ha abandonado la idea de establecer una dictadura comunista en todo el mundo”.

Desgraciadamente, Gouzenko, que ya acarreaba muchos problemas de salud, debido a su diabetes, que le había dejado casi ciego, murió en 1982, en una localidad de Ontario, a causa de un ataque cardíaco.

Hasta hace pocos años, ni siquiera habían escrito nada en su lápida para identificar dónde estaba enterrado.

 

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martes, 2 de abril de 2024

UN HÉROE CASI OLVIDADO, LEOCADIO MENDIOLA

 

Hoy voy a narrar la vida de un militar republicano, al que apenas se hace referencia en los miles de libros, que se han escrito sobre la guerra civil española.

He de decir que, desde muy pequeño, había oído hablar de este piloto, porque algunos de sus familiares vivían en la misma calle donde nací y donde transcurrieron mis primeros 10 años.

Leocadio Mendiola Núñez nació en 1909 en Badajoz. Su familia era muy modesta, siendo su padre suboficial del regimiento de Infantería Gravelinas 41, de guarnición en Badajoz y cuyo cuartel había estado en la misma calle en la que vivía yo.

Ese regimiento fue fusionado en 1931 con el regimiento Castilla 16, también de guarnición en la misma ciudad.

La familia estaba compuesta por el matrimonio y 7 hijos: 3 chicas y 4 chicos. Siendo Leocadio el 5º de todos los hermanos.

Parece ser que en su familia eran unos católicos muy devotos. De hecho, dos de sus hermanas se convirtieron en monjas. Sin embargo, él nunca fue muy creyente.

A Leocadio siempre le atrajeron mucho los aviones. Así que, con sólo 17 años, ingresó como voluntario en el arma de Ingenieros y, más concretamente, en el servicio de 

Aviación.

Hay que recordar que el Ejército del Aire se fundó tras la guerra civil. Antes de ello, había un servicio de Aviación en el Ejército de Tierra y la Aviación naval.

Parece ser que se le dio muy bien, pues enseguida ascendió a cabo y sólo un año después ya era sargento.

A finales de 1930, se produjo la sublevación de la guarnición de Jaca. Se suponía que se iban a rebelar la mayoría de las guarniciones para proclamar la II República, pero no se pusieron de acuerdo y eso les costó la vida a los capitanes Galán y García Hernández. 

Aparte de otras muchas bajas, como la del propio general Lasheras, gobernador militar de Huesca, que se enfrentó a los rebeldes, fue gravemente herido y murió al día siguiente.

Nuestro personaje estaba destinado en la base aérea de Cuatro Vientos (Madrid), donde le pilló haciendo servicio como sargento de semana.

Allí llegaron Queipo de Llano, Ramón Franco y algunos oficiales más, implicados en ese complot. Hicieron que todo el personal formase con el equipo de combate y, cuando vieron que la sublevación no había tenido éxito, cogieron un avión y huyeron a Portugal.

Sin embargo, los demás oficiales y suboficiales, que prestaban servicio en esa base, fueron encarcelados en la famosa basílica de San Francisco el Grande a la espera de juicio. Entre ellos, estaba nuestro personaje.

No obstante, todos ellos fueron liberados, al año siguiente, tras la proclamación de la II República.

En 1931 obtuvo el título de piloto militar. Fue destinado a varias bases, como la antigua de Alcalá de Henares, la antigua de Guadalajara y la de León. No obstante, seguía siendo suboficial, pero esta vez con el empleo de brigada.

En 1934, fue trasladado a la base de Tablada, en Sevilla, donde voló con diferentes modelos de aviones.

En 1936 se hallaba destinado en la base aérea de Getafe (Madrid). Al estallar la guerra, tomó partido por el Gobierno republicano.

Parece ser que participó en multitud de misiones, tanto pilotando aviones de caza como de bombardeo, para la defensa del cielo de Madrid.

Durante la guerra civil, una de sus primeras misiones fue la de b
ombardear un cuartel de Artillería, también situado en Getafe. Precisamente, en ese cuartel estaba destinado el futuro teniente general Gutiérrez Mellado.

Posteriormente, realizó diversos bombardeos sobre las tropas nacionales en el frente de la Sierra de Guadarrama.

En octubre de ese año fue destinado a la antigua base de Guadalajara, donde hizo el curso para aprender a pilotar los bombarderos soviéticos Tupolev SB-2, llamados popularmente Katiuskas. Uno de los mejores aviones, que participaron en la guerra civil.

Parece ser que los estrenó en una misión, cuyo objetivo era bombardear unos depósitos de la petrolera CAMPSA, muy cercanos a Sevilla.

En 1937 fue nombrado jefe de escuadrilla, realizando diferentes misiones de bombardeo. Entre ellas, la batalla de Guadalajara contra las tropas italianas, Mallorca, Huesca, Zaragoza, Brunete y Belchite.

En mayo de ese año, bombardearon al acorazado alemán Deutschland, el cual estaba situado cerca de Ibiza, ocasionando varias decenas de heridos y muertos. La Armada alemana se desquitó bombardeando Almería, que era un puerto con muy pocas defensas.

A finales de ese año fue ascendido a jefe del Grupo 24 de bombardeo y ya permaneció en ese puesto hasta el final de la guerra.

Obtuvo grandes victorias, como la de su bombardeo sobre un aeródromo nacional en un pueblo de Soria, en el que destrozó muchas aeronaves del enemigo.

También participó en la famosa batalla de Teruel. Única capital de provincia conquistada por los republicanos y que pronto recuperaron los nacionales.

Se ve que no le debería tener mucho aprecio al clero, porque una de las misiones que propuso fue la de despegar de Menorca e ir a bombardear el Vaticano y una fábrica de aviones en Turín. Esas ideas fueron desechadas por el general Hidalgo de Cisneros, jefe de la Aviación republicana, ya que no quería que la guerra civil se complicara aún más.

Parece ser que Mendiola siempre fue un líder muy carismático, porque no era de esos jefes, que pasan el día en sus oficinas, sino que siempre iba al frente de sus escuadrones, dando ejemplo a los demás pilotos.

En marzo de 1938 pilotaba uno de los bombarderos, que hundieron al crucero Baleares, perteneciente a la Armada del bando nacional.

Aunque otras versiones dicen que fue hundido por el destructor Lepanto, de la Armada republicana.

Como se ve que la Aviación republicana cada vez disponía de un número menor de aviones y de pilotos, también le tocó efectuar labores de bombardeo en la batalla del Ebro.

Parece ser que fue propuesto para otorgarle la placa laureada de Madrid. El equivalente, en el bando republicano a la famosa Cruz Laureada de San Fernando. Sin embargo, nunca se la llegaron a imponer, aunque en el Museo del Aire figure como uno de sus pilotos laureados.

En Badajoz se contaba que, en cierta ocasión, le ordenaron bombardear el centro de la ciudad, porque ese día iba a tener lugar una gran manifestación falangista. Supongo que, al llegar, se lo pensaría mejor y decidió lanzar sus bombas en una zona del campo, que estaba deshabitada.

En diciembre de 1938, realizó una misión muy audaz. A pesar de existir una espesa niebla, consiguió llegar y bombardear la base aérea nacional situada en La Senia o La Cenia (Tarragona). A pesar de que esa base tenía una gran protección antiaérea, pilló totalmente desprevenidos a los nacionales y les causó muchos daños, porque era la principal base de la Legión Cóndor. Esa acción de guerra le supuso su ascenso a teniente coronel.

Hay que decir que, anteriormente, otra unidad de la Aviación republicana había intentado atacar esa misma base y había fracasado estrepitosamente. Por eso, los superiores de Leocadio no querían darle el permiso, pero luego le dejaron que lo hiciera.

No vayamos a creer que era indestructible. Sus aeronaves fueron alcanzadas en diversas ocasiones y tuvo varios accidentes. Uno de ellos le produjo graves quemaduras en la cara, de las cuales se repuso muy pronto.

A principios de 1939, le ordenaron ir a Francia para hacerse cargo de unos bombarderos encargados por el Gobierno republicano. Sin embargo, cuando llegó allí, se enteró de que se había anulado el encargo, porque el Gobierno francés ya había reconocido al Gobierno de Franco. Así que regresó, volando en un avión de la extinta aerolínea LAPE.

En España estaba teniendo lugar el golpe de Estado del coronel Segismundo Casado, al cual le debemos que acelerase el final de la guerra.

Así que, en marzo de 1939, participó en una reunión de mandos de la Aviación republicana, que tuvo lugar en la base aérea de Los Llanos (Albacete), donde sus superiores les dieron a elegir entre volar hasta Barajas para entregarse, junto con sus aeronaves, a la Aviación nacional o exiliarse.

Por supuesto, él decidió exiliarse, porque supondría que los nacionales le tendrían ya reservado un pelotón de fusilamiento. Tal y cómo le ocurrió al coronel Manuel Cascón, que se negó a exiliarse y al que ya le dediqué otro de mis artículos. Precisamente, el mismo que les dio a elegir entre entregar sus aviones en Barajas o exiliarse.

Así que Mendiola y algunos de sus compañeros emprendieron con sus Katiuskas el vuelo hacia Orán, en la Argelia francesa.

La tradicional “hospitalidad” francesa dio lugar a que los encerrasen durante unos meses en un campo de concentración. Sin embargo, el Gobierno republicano hizo algunas gestiones y no estuvieron mucho tiempo en ese lugar.

También le dieron algo de dinero con el que compró un pasaje en barco hacia México. Allí residió durante bastantes años, en los que se dedicó a dar clases de vuelo.

Por fin, en 1967, consiguió regresar a España. Se fue a residir en Cataluña, donde un amigo le consiguió un trabajo.

Parece ser que no tuvo demasiados problemas para vivir en España a pesar de su pasado como piloto republicano, que le había ocasionado tantas bajas al bando nacional.

Posteriormente, el Gobierno le reconoció su empleo como coronel y lo asimiló como tal al Ejército del Aire.

En 1997 recibió un homenaje del Ejército del Aire y su retrato, junto con su biografía y una pintura sobre su temerario bombardeo sobre La Cenia, fueron colgados en el Museo del Aire, situado junto a la base aérea de Cuatro Vientos (Madrid).

Desgraciadamente, falleció al año siguiente en Barcelona.

 

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lunes, 1 de abril de 2024

LA CURIOSA VIDA DEL INGENIERO ALBINO LASSO

 

Cuando se habla de lo mal que trató el régimen franquista a los republicanos, hay que decir que hubo de todo. Es cierto que hubo gente que lo pasó muy mal (yo conocí a algunos de ellos) y otros a los que no les fue tan mal.

Incluso, hubo muchos casos en los que emparentaron familias de ambos bandos. Me viene ahora a la memoria que una nieta del propio Franco, se casó con un nieto de un general republicano. Éste, durante la posguerra, fue condenado a muerte, pero su pena fue conmutada y liberado pocos años más tarde.

Hoy traigo al blog el caso de una persona llamada Albino Lasso Conde. Nuestro personaje nació en 1906 en Madrid.

Parece ser que perteneció a una familia muy acomodada y con muchas propiedades agrarias en la provincia de Cuenca.

Incluso, fue sobrino del teniente general José Lasso Pérez, que llegó a ser el titular de varias capitanías generales, en la época de la guerra de Cuba.

Albino estudió en la Escuela oficial de Ingenieros de caminos, canales y puertos de Madrid, licenciándose en 1932.

Parece ser que empezó trabajando en una compañía eléctrica de Cuenca para luego aprobar la oposición e ingresar en el cuerpo de ingenieros de caminos, canales y puertos del Estado.

Como trabajaba en Madrid, se hizo socio del Ateneo y allí conoció e hizo amistad con Manuel Azaña. Eso hizo que fichase por el partido Izquierda Republicana, cuyo presidente era Azaña.

En 1936, Albino se presentó a las elecciones generales como candidato de su partido por la provincia de Cuenca. Un partido adscrito al Frente Popular.

Es de sobra conocido que, en esas elecciones, se produjeron muchas incidencias y en algunas provincias, como Cuenca, hubo que repetirlas, pero Albino salió elegido también la segunda vez.

Hay que decir que en Cuenca se presentaron dos personajes muy conocidos. Uno de ellos era José Antonio Primo de Rivera. El otro fue el propio Francisco Franco. Sin embargo, este último quiso presentarse a la repetición de las elecciones, pero no le dejaron por no haberse presentado la primera vez a las mismas.

Sabemos que la guerra civil empezó a mediados de julio. Ese fue un hecho muy importante, ya que a mucha gente le pilló lejos de su residencia habitual por hallarse de vacaciones.

Concretamente, Albino se hallaba en San Sebastián, una ciudad que quedó en la zona republicana. Así que se puso a las órdenes de las autoridades militares republicanas.

De momento, se le asignó el grado de capitán de Aviación. Supongo que sería para construir o reparar las pistas, porque no era piloto.

Posteriormente, se le ascendió a mayor de milicias y se le puso al cargo de un batallón encargado de las vías ferroviarias. Incluso, llegó a ser secretario de Aviación. Lo que entonces se llamaban las FARE (Fuerzas Aéreas de la República Española).

En 1938, su nombre alcanzó cierta notoriedad por un suceso ocurrido en los tribunales de Justicia.

Parece ser que en la Audiencia Territorial de Madrid existía una gran rivalidad y casi enemistad entre el presidente de la misma, Luis Zubillaga, del PSOE, y el fiscal jefe, Feliciano López y López de Uribe, del PCE.

A finales de junio de ese año, el fiscal de la audiencia, siguiendo las órdenes de López de Uribe, ordenó la detención del matrimonio formado por Rogelio Periquet y María Teresa Giralt, ambos muy amigos de Zubillaga.

Periquet era un abogado, que había defendido a algunas personas acusadas de ser miembros de la Quinta Columna y, por tanto, también le acusaron a él de lo mismo.

En cuanto se enteró Zubillaga de la detención de sus amigos, ordenó la detención de Sara Giralt, hermana de María Teresa, acusándola de espionaje.

Sara tenía la nacionalidad cubana y estaba casada con un oficial español de Artillería, el cual se hallaba refugiado en una embajada. Por lo visto, Sara era amiga del fiscal jefe.

Parece ser que Albino tenía mucha amistad con Sara y eso dio lugar a que firmase varios avales para que la dejasen en libertad. Aunque luego se demostró que aquello era algo más que una simple amistad.

Se supone que el propósito de estas detenciones cruzadas eran conseguir una especie de pacto o canje para que los tres quedasen en libertad. A pesar de ello, ese rifirrafe duró todo el verano de 1938. Cuando el gobierno cesó a Zubillaga y a López de sus respectivos puestos.

De todas formas, me parece un juego muy peligroso acusar, falsamente, a una persona, para conseguir la libertad de otras y más en ese momento, donde se fusilaba a diestro y siniestro.

En febrero de 1939, Albino participó, como diputado, en la última sesión de las Cortes republicanas, celebrada en los sótanos del castillo de Figueras.

Posteriormente, se exilió, junto a Sara y la hija de ésta, Lydia, en Francia.

Mientras tanto, la suerte de Zubillaga y de López de Uribe fue dispar. El primero fue condenado a varios años de cárcel. Sin embargo, el segundo fue condenado a muerte y fusilado.

Lógicamente, Albino fue depurado e inhabilitado durante 4 años,

pero no expulsado de la función pública. Un detalle muy importante.

La pareja con la niña emigró a Brasil, donde él se dedicó al cálculo de estructuras para los modernos edificios, que se estaban construyendo en ese país.

Desconozco si, en aquella época, Sara se había quedado viuda. Lo cierto es que allí fue donde lograron casarse, en 1945, aunque no tuvieron hijos.

Sin embargo, su trabajo le llevó a recorrer otros países de ese continente, como Uruguay, Argentina, México, etc.

Nunca formó parte del Gobierno republicano en el exilio, pero sí estuvo muy atento a las noticias que se publicaban sobre ese organismo.

Incluso, llegó a publicar algunos artículos en los que denunciaba la violencia ejercida por el régimen franquista.

Sin embargo, en 1955, se decidió a viajar a España con el fin de tramitar su regreso definitivo a nuestro país. Incluso, solicitó, al ministro de Obras Públicas, el reingreso en 

el cuerpo de ingenieros de caminos, canales y puertos.

A pesar de que le llegaron al ministro unos informes muy desfavorables sobre nuestro personaje, increíblemente, es readmitido en el servicio en 1956, aunque no le dejan reincorporarse hasta 1962.

Es posible que hubiera una razón de peso, que influyera en la decisión del ministro. Parece ser que, durante su estancia en Argentina, Lasso estuvo trabajando con algunas empresas españolas de obras públicas, en la construcción de varias presas en ese país y les gustó mucho su forma de trabajar.

Fue destinado a Barcelona y allí, en ese mismo año, tuvo una gran actuación para luchar contra las inundaciones de los ríos Ripoll y Tordera.

Parece ser que construyó muros de hormigón, presas para labores agrícolas, protección de taludes y unas nuevas pasarelas, ya que las anteriores habían quedado destruidas por esas inundaciones.

Estas nuevas pasarelas iban sujetas por tirantes. Tal y cómo se estaban construyendo en USA, sin embargo, eran toda una novedad en España.

De hecho, fueron declaradas bienes protegidos por el Ayuntamiento de Sabadell, que es la localidad donde se encuentran esas pasarelas.

Por esta actuación es condecorado por el propio Franco, con la Encomienda de la Orden del Mérito Civil.

Por supuesto, Franco sabía de sobra que se trataba de un antiguo diputado de Izquierda Republicana, un partido que estaba dentro del Frente Popular.

No obstante, nunca consiguió su traslado a Madrid, a pesar de haberlo solicitado en infinidad de ocasiones. Se ve que todavía lo considerarían como alguien sumamente peligroso.

También fue un hombre muy avanzado a su tiempo, ya que criticó algunas cosas como los vertidos, que se solían realizar en el mar, dando lugar a playas cada vez más contaminadas.

Llegó a ser ingeniero jefe de la Confederación Hidrográfica del Pirineo Oriental, hasta 1975. Año en el que pidió la excedencia voluntaria y fue cuando pudo regresar a Madrid.

Parece ser que, durante mucho tiempo, mantuvo correspondencia con su gran amigo Carlos Esplá, otro exiliado, que ocupó algunos cargos secundarios en el Gobierno republicano. Éste publicó sus informaciones en uno de sus libros.

Parece ser que le decía que en España se cobraba poco y se trabajaba mucho. Por eso, muchos tenían pluriempleos y eso iba en detrimento de la vida nocturna.

Por el contrario, los campos de fútbol y los cines estaban casi siempre a rebosar de espectadores.

Desgraciadamente, nuestro personaje murió en 1978 en Madrid. Su esposa falleció 9 años después.

 

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martes, 26 de marzo de 2024

EL DOCTOR MARCEL JUNOD, DELEGADO DE LA CRUZ ROJA INTERNACIONAL

 

Hoy en día, cuando parece que se quieren recuperar algunos personajes importantes e, incluso, otros un tanto secundarios, de la guerra civil española, echo en falta un reconocimiento a este médico suizo. Así que voy a narrar su vida para que todos podamos conocerla.

Marcel Junod nació en 1904 en la ciudad suiza de Neuchâtel. Tenía cinco hermanos más, siendo él el penúltimo.

Su padre era un pastor protestante, pero, desgraciadamente, murió joven. Así que su madre decidió trasladarse, con sus hijos, a Ginebra, donde residía su familia.

Supongo que ese cambio de residencia fue muy importante en la vida de Marcel, ya que en su localidad de origen no había ninguna universidad y, por tanto, no podría haber realizado estudios universitarios.

Por ello, y gracias a la ayuda de unos familiares, consiguió licenciarse en Medicina, especializándose en cirugía.

Por lo visto, empezó trabajando, como cirujano, en un hospital en Mulhouse, al nordeste de Francia. Cerca de la frontera entre Francia y Suiza.

Desconozco su relación inicial con el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Lo cierto es que, en 1935, este organismo le encarga que se traslade a Abisinia, actual Etiopía, para informarles de lo que está ocurriendo, ya que ese país estaba siendo invadido por Italia.

Hay que decir que los italianos ya habían intentado invadir ese país en 1895

y salieron derrotados con el rabo entre las patas.

Así que esta vez, Mussolini se jugaba todo su prestigio en esta guerra, ya que la anterior, donde sufrieron muchas bajas, supuso la caída del gobierno que había en esa época en Italia.

Como Italia y Alemania se habían unificado muy tardíamente, se pusieron a buscar, a toda prisa, unos territorios para colonizar, a fin de igualarse al resto de las potencias occidentales. El problema es que ya quedaban muy pocos territorios sin colonizar.

Junod llegó a Etiopía acompañado por otro colega del CICR, llamado Sidney Brown. Un tipo al que se le veía de lejos, porque medía 2 metros.

A pesar de que los dos bandos habían firmado el protocolo de 1925, que prohibía utilizar armas químicas en las guerras, Italia no lo respetó y utilizó allí el gas mostaza, que le había sobrado de la I Guerra Mundial.

Evidentemente, esto provocó muchas bajas entre las tropas etíopes y la victoria de las tropas italianas. Por no hablar de los frecuentes asesinatos de los prisioneros, por parte de los italianos. Se ve que, de otro modo, no hubieran vencido.

En 1936, regresó a Ginebra. En agosto de ese mismo año, le volvieron a llamar del CICR. Allí le recibió nada menos que Max Huber, entonces presidente de esa organización.


Le encargó que viniera a ver qué estaba pasando en España y cómo se podía ayudar.

Se ve que Huber tenía la misma idea que muchos españoles. O sea, que este conflicto iba a durar sólo unas pocas semanas y no que se iba a convertir en una guerra civil, que iba a durar 3 años.

Así que Junod vino a España. Empezó por visitar Barcelona, donde los milicianos de la CNT-FAI se habían hecho con el control de esa ciudad.

Luego fue a Madrid, donde vio que esa ciudad también estaba bajo el control de los milicianos de varios partidos y sindicatos de izquierda.

Posteriormente, fue a Pamplona, donde mandaban los militares y tenían a sus órdenes a las milicias de falangistas y requetés.

Parece ser que tuvo bastante éxito, al organizar canjes de prisioneros entre los dos bandos. Uno de los canjeados fue el famoso escritor Arthur Koestler.

También logró que pudieran comunicarse por carta los prisioneros y sus familiares y saber que aún estaban vivos. Parece ser que logró enviar varios millones de mensajes a través de la Cruz Roja.

Como la guerra civil española duró más de lo que pensaban en Ginebra, el CICR, envió 15 delegados, con el fin de apoyar a las 9 oficinas de ese organismo, que ya existían en nuestro país. Por lo visto, varios de esos delegados eran oficiales del Ejército suizo.

Parece ser que tomaron cientos de fotos, cuyos originales se conservan en el CICR, en Ginebra. No obstante, en 2008, enviaron copias de estas fotos al Centro Documental de la Memoria Histórica, situado en Salamanca.

Concretamente, se trata de unas 300.000 referencias con unas 600 imágenes. Curiosamente, en aquella época había en España dos organismos de la Cruz Roja Española. Uno en cada bando.

En ese archivo, cuyas copias han sido entregadas a España, no sólo hay 

documentos de la guerra civil, sino también de la suerte corrida por los exiliados republicanos españoles en los campos de concentración en Francia y en Alemania. También sobre los prisioneros, que lucharon en la División Azul.

Muy pronto, Junod se dio cuenta de que esto no era una simple guerra, sino algo que muchos estaban aprovechando para resolver viejos prejuicios, deudas y envidias entre familias o entre patronos y obreros.

De hecho, hubo varios meses en los que se produjeron más muertes en la retaguardia que en el frente de batalla.

Llegó a escribir en sus informes: “Es un país, donde el asesinato y las ejecuciones han llegado a un grado que la Historia no ha conocido jamás”. Ahí podemos 

apreciar la impotencia en la que se encontraba, porque no le dejaron salvar muchas vidas.

No obstante, su labor no quedó circunscrita al canje de prisioneros, sino que también se dedicó a otras tareas. Entre ellas, la visita a las cárceles, pero no creo que le dejaran entrar a ver las infames checas.

Aparte de ello, también organizó la distribución de ropa, comida y medicinas, la asistencia de las víctimas, que habían perdido su hogar a causa de los bombardeos, etc.

Parece que en el CICR quedaron contentos con la labor desempeñada por Junod en la guerra civil española.

Así que fue uno de los primeros delegados de la CICR en la II Guerra Mundial.

Viajó por muchos países azotados por esta guerra. El problema es que el Convenio de Ginebra daba competencias al CICR para efectuar visitas a los campos de concentración en los que hubiera prisioneros militares, pero no en los que hubiera civiles. Como fue el caso de los campos de concentración nazis.

También se entrevistó con los gobernantes de varios países. Gracias a ello pudo organizar la llamada “flota del CICR”, compuesta por una serie de barcos mercantes, que se dedicaron a distribuir miles de Tm de alimentos en los países donde se estaba pasando más hambre.

En 1944 se casa con Eugénie Perret, también empleada en las oficinas centrales del CICR.

Sin embargo, su organización no le da mucho descanso a Junod, pues, a finales de ese año, lo envía a Japón, ya que desconfían del trato que les estén dando allí a los prisioneros del bando aliado.

Parece ser que tardó bastante en llegar a Japón, ya que tuvo que atravesar todo el territorio de la antigua URSS.

Por lo visto, en agosto de 1945, estaba en Tokyo y hasta allí le llegan rumores de que los USA han utilizado una nueva arma, que ha causado mucha destrucción.

Un colega suyo había acudido a Hiroshima y desde allí le envía 

un informe aterrador. Por ello, Junod se comunica con el alto mando USA para que envíe, urgentemente, medicamentos a esas dos ciudades, pues Japón ya se había rendido.

Posteriormente, fue a visitar Hiroshima, siendo el primer médico extranjero que visitó esa ciudad y quedó horrorizado con lo que vio.

En 1946 consiguió regresar a su casa y conocer a su hijo mayor, que había nacido el año anterior.

Posteriormente, fue nombrado jefe del Departamento de Anestesiología en el Hospital de Ginebra.

En 1947, publicó su famosa obra El tercer combatiente, que en algunos países fue titulada El guerrero sin armas, la cual ha sido traducida a varios idiomas. Allí explicó su actividad en varias guerras, como delegado del CICR.

Sin embargo, no lo dejaron en paz. En 1948, fue nombrado representante de UNICEF en China, pero, debido a sus problemas de salud, no estuvo mucho tiempo en ese puesto.

En 1952, fue nombrado miembro del comité central del CICR. Era un puesto que le obligaba a realizar muchos viajes y también tuvo que dejarlo. Posteriormente, fue nombrado vicepresidente del CICR.

Así que regresó para seguir trabajando en el Hospital y en la Universidad de Ginebra. Desgraciadamente, allí le llegó la muerte en 1961.

Por lo visto, murió en el hospital, cuando estaba reanimando a una paciente, que acababa de ser operada.

Aunque en España sea alguien, prácticamente desconocido. En otros países han erigido varios monumentos en su honor.

Parece ser que tenía muy claro que el mundo dejaría de existir si las bombas atómicas volvieran a utilizarse en otra guerra.

Esto lo deberían de tener muy presente esos que ahora parecen estar deseando que comience otra guerra mundial.

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domingo, 25 de febrero de 2024

EL CANCILLER AUSTRIACO ENGELBERT DOLFUSS

 

Hoy voy a narrar la vida de este político austriaco, del que pocos se acuerdan ahora, pero al que Hitler consideraba un gran obstáculo para la anexión de su país a Alemania.

Engelbert Dolfuss nació en 1892 en una pequeña localidad de la Baja 

Austria. Su madre fue Josepha Dolfuss, hija de un granjero, mientras que su padre se cree que fue Josef Wenniger, ayudante de un molinero. Sus padres nunca llegaron a casarse, aunque también hay quien dice que los padres de Josepha se negaron a que se casara con él, porque era un joven de una familia muy humilde.

Sin embargo, un año más tarde, Josepha se casó con otro aldeano, llamado Leopold Schmutz, el cual adoptó al niño, aunque siempre lo trató con mucha frialdad. No obstante, el matrimonio tuvo otros 4 hijos.

Engelbert siempre fue un hombre muy bajito. Sólo llegó a medir 1,51m. Dicen que esa característica la heredó de su madre, que también lo era.

Como solía ocurrir en la España de la posguerra, supongo que el párroco de aquella zona lo vería como un chico listo y habló con su obispo a fin de que se le permitiera estudiar en el seminario.

En 1904, empezó sus estudios de secundaria en ese seminario. 

Parece ser que no fue un estudiante brillante, pero sí muy trabajador. Lo que conocemos por un empollón. De esa manera, consiguió acabar sus estudios.

En 1913, fue destinado al seminario de Viena, para iniciar su formación como sacerdote. Sin embargo, supongo que eso no le gustaría mucho. Así que se salió para matricularse en Derecho en la Universidad de Viena. Evidentemente, perdió la beca de la Iglesia.

En 1914, con el comienzo de la I Guerra Mundial, se ofreció como voluntario para luchar en el frente. Sin embargo, fue rechazado debido a su baja estatura.

No obstante, lo intentó de nuevo en su región de origen y 

allí sí fue admitido. Al tratarse de un universitario, lo enviaron a la Academia de oficiales, de la cual salió a finales de ese año con el empleo de alférez.

Parece ser que, estando al frente de una unidad de ametralladoras, luchó con mucho valor en el frente italiano y fue condecorado en 8 ocasiones.

El final de la guerra le pilló estando de permiso en Viena y, por ello, no fue capturado por las tropas italianas. Tal y como le ocurrió al resto de su unidad.

Continuó con sus estudios durante la posguerra. Trabajando también en la Comisión de compensación por invalidez y en un sindicato de agricultores.

Terminó sus estudios en Berlín, donde se hizo miembro de un 

importante sindicato de estudiantes católicos.

También allí se casó con Alwine Glienke, una alemana procedente de un territorio, que, actualmente, pertenece a Polonia. El matrimonio tuvo lugar en 1921 y tuvieron dos hijas y un hijo.

Por fin, en 1922, Engelbert, recibió su doctorado en Derecho por la Universidad de Viena.

Parece ser que, durante sus años en Berlín, fue miembro de la llamada Comunidad Alemana. Se trataba de una asociación católica, antisocialista y antisemita. Sin embargo, sus miembros se dividieron cuando se produjo el debate sobre la anexión de Austria a Alemania.

En 1927 se convirtió en el director del sindicato de agricultores. Como siempre había vivido en el mundo rural, conocía a fondo los problemas del campesinado.


Así que se puso manos a la obra y se dedicó a fomentar la creación de cooperativas. Muchas de ellas todavía perduran.

También logró que todos los campesinos estuvieran cubiertos por la Seguridad Social y los subsidios de desempleo.

En 1930, fue nombrado presidente de la empresa estatal Ferrocarriles federales de Austria. Ya entonces militaba en el Partido social cristiano, igual que el presidente del Gobierno austriaco.

En 1931 fue elegido ministro de Agricultura. Su labor comenzó por aumentar los aranceles a la importación de productos alimenticios y apoyo a las exportaciones agrarias.

En las elecciones de abril de 1932, el Partido Nacionalsocialista de Austria había obtenido una gran cantidad de votos, aunque seguía por detrás del Social cristiano y 

del Socialdemócrata.

Sorprendentemente, en mayo de 1932, Dolfuss fue nombrado nuevo canciller federal, o sea, presidente del Gobierno de Austria, por el presidente de esa República, Wilhelm Miklas. Un dirigente de su mismo partido.

Parece ser que se tomó toda la noche para pensar si aceptaba ese ofrecimiento. Por lo visto, estuvo varias horas rezando en su iglesia, ya que era un católico muy devoto.

El territorio de Austria había quedado muy reducido, tras la I Guerra Mundial. Aparte de que las pocas industrias que tenía el Imperio Austro-Húngaro ahora estaban en los territorios de Checoslovaquia y de Yugoslavia. Así que le afectó muy de lleno la Crisis de 1929.

Su forma de gobernar me recuerda mucho a la de Sánchez. Formó un gobierno, aliándose con los conservadores agrarios y hasta con los fascistas. Lo cual le daba mayoría de un escaño en el Consejo Nacional o parlamento austriaco.

Sin embargo, en marzo de 1933, disolvió la cámara y empezó a gobernar a base de decretos. Supongo que tomaría esa decisión a causa de la presión que le estarían 

haciendo desde el Partido Nazi austriaco, financiado por Alemania.

Parece ser que también se vio abocado a ello, porque dimitieron tanto el presidente como los dos vicepresidentes de esa cámara. Con lo cual, ya no podía funcionar y luego impidió que siguiera funcionando.

Por otro lado, también eliminó al tribunal Constitucional. Así que, de un plumazo, se cargó los poderes legislativo y judicial.

Ya que apenas disponía de industrias, optó por gobernar fomentando la agricultura. Sustituyó la economía liberal por otra en la que las organizaciones campesinas dictarían los precios de sus productos. Era una forma indirecta de intervención del Estado en la economía.

No hay que olvidar que las zonas de donde procedían los productos agrícolas, que siempre se habían consumido en Austria, al disolverse el imperio Austro-Húngaro, ya formaban parte de otros países.

Por lo visto, estuvo muy influido por las ideas del filósofo 

austriaco Othmar Spann y por una encíclica papal publicada por Pío XI en 1891. Esas ideas se basaban en que el fin de la economía era el bienestar de la población y no la obtención del máximo beneficio posible.

Dado que ya se notaban las influencias de Alemania y de la URSS en la política austriaca, entre mayo y junio de 1933, ilegalizó los partidos nazi y comunista de su país. Eso dio lugar a muchas protestas y atentados, por parte de los nazis. Así que muchos de esos nazis tuvieron que exiliarse en Alemania. Eso dio lugar a que Hitler decretase sanciones económicas contra Austria.

Dollfuss solía decir que “el nacionalsocialismo era un sistema político criminal basado en una ideología criminal”. Desde luego, se ve que tenía unas ideas muy claras.

Del mismo modo, fundó una organización llamada Frente de la Patria, con la que pretendió unir todos los sectores conservadores en una especie de régimen de partido único y corporativista, similar al Partido Fascista, que gobernaba en Italia.

Al mismo tiempo, en agosto de ese mismo año, firmó un tratado con Italia, por el que ese país garantizaba la independencia de Austria. De hecho, Mussolini

amenazó a Hitler con declararle la guerra, en el caso de que se atreviera a invadir Austria.

A Mussolini le interesaba apoyar a Austria, porque así tendría una especie de muro, que obstaculizaría los planes de expansión de Hitler. Obviamente, entonces no eran tan amigos como lo fueron después.

Incluso, Dolfuss decía que eran muy similares los regímenes de Alemania y la URSS. Así que la alianza con Italia podría servir para contrarrestar la influencia de esos países en Austria.

Además, Dollfuss no podía apoyar la anexión de Austria por Alemania, pues, en 1932, había recibido un préstamo de la Sociedad de Naciones, en una de cuyas cláusulas se exigía que Austria no podría unirse con Alemania, durante un mínimo de 20 años.

En octubre de 1933, Dollfuss sufrió un atentado en el que solamente fue herido por un joven nazi austriaco. Este joven fue condenado a 5 años de cárcel, 

ya que los jueces le apreciaron problemas mentales. No obstante, esto le sirvió Dollfuss para declarar la Ley marcial y el restablecimiento de la pena de muerte.

El Partido Socialdemócrata tenía un brazo armado. Así que enviaron a la Policía para registrar sus sedes e incautar todo el armamento y las municiones que allí hallasen.

Esto dio lugar a una dura resistencia, por parte de esas milicias socialdemócratas. Esa rebelión duró sólo 3 días, pero murieron unas 350 personas en los combates callejeros.

Por ello, Dollfuss también ilegalizó el Partido Socialdemócrata y mandó encarcelar a los líderes que no consiguieron exiliarse.

En abril de 1934 convocó una sesión en el parlamento a 

donde sólo permitieron asistir a los representantes de su partido, el Frente de la Patria. En el curso de la misma se presentó la nueva constitución, que tenía un marcado carácter corporativista. O sea, nada democrática, porque había sido casi una copia de las ideas del fascismo. Este texto entró en vigor en mayo de 1934.

No era la primera constitución de carácter fascista que se aprobaba en Europa. Unos años antes, se había aprobado otra parecida en Portugal.

El 25 de julio de ese mismo año tuvo lugar un golpe de Estado. El objetivo era derrocar a Dollfuss y anexionar por la fuerza Austria con Alemania.

El golpe falló, porque no recibieron el apoyo de la Policía, ni

del Ejército. Sin embargo, un grupo de nazis austriacos, junto a unos soldados alemanes de la SS, consiguieron penetrar en el edificio de la Cancillería y asesinaron a Dollfuss. Parece ser que lo hirieron y murió desangrado, porque se negaron a llevarlo a un hospital. Esta imagen es del primer atentado.

Los ministros se salvaron, porque, aunque habían estado allí reunidos con Dollfuss, al terminar esa reunión, cada uno se marchó a su Ministerio.

Tampoco le ocurrió nada a la familia de Dollfuss, porque, cuando ocurrieron esos hechos, se hallaban de visita en Italia.

Se registraron algunos combates entre los días 25 y 30 de julio con el resultado de unos 200 muertos en ambos bandos.

También se demostró que Alemania estaba detrás del golpe, porque se detuvo en la frontera con ese país a un correo, que llevaba las instrucciones precisas para iniciar el golpe.

Parece ser que a Mussolini no le gustó nada que asesinaran a Dollfuss, así que movilizó tropas hacia la frontera y volvió a amenazar a Hitler. Éste aseguró que no tenía nada que ver y que no apoyaba el golpe.

El entierro de Dollfuss fue multitudinario. Dicen las crónicas de la prensa del momento, que asistieron casi medio millón de personas para acompañar su féretro hasta el cementerio.

Tras el golpe, comenzó una dura represión. Los consejos de guerra dictaron varias decenas de condenas a muerte. De ellas, se ejecutaron 13.

Incluso, llegaron a ejecutar a varios policías y un soldado austriacos, que habían colaborado con los que entraron en la Cancillería. Otros agentes policiales, que también colaboraron con los nazis fueron condenados a cadena perpetua.

Posteriormente, fueron arrestados muchos policías, ya que figuraban en una lista de nazis, encontrada durante un registro efectuado en la casa de un líder de ese partido. No obstante, muchos nazis austriacos lograron huir a Yugoslavia o a Alemania.

En resumen, los nazis no consiguieron su objetivo y el presidente de la República de Austria nombró como nuevo canciller al político Kurt von Schuschnigg, también miembro del Partido Social cristiano, que había sido ministro de Justicia, el cual gobernó hasta 1938. Año en que se produjo la anexión por parte de Alemania.

También gobernó a base de decretos, aunque su política fue más 

suave que la de Dollfuss. Intentó preservar la independencia de Austria, aliándose con Italia y Hungría. Se basó en un acuerdo firmado por Dollfuss con esos dos países en marzo de 1934.

Sin embargo, fue abandonado por Mussolini, cuando Italia invadió Etiopía y fue expulsada de la Sociedad de Naciones. A partir de ese momento, el líder italiano buscó el apoyo de Hitler.

Así que Schuschnigg no tuvo más remedio que hacer concesiones a Hitler. En julio de 1936 firmaron un tratado austro-alemán por el que liberaron a muchos de los condenados por el golpe e, incluso, admitieron a dos nazis en el Gobierno austriaco.

Parece ser que también apoyó a la familia von Trapp, cuyas vidas se narran en la famosa película Sonrisas y lágrimas, para que se hicieran muy famosos.

En febrero de 1938, Schuschnigg visitó a Hitler en su 

residencia privada de Berghof. Éste le dio una especie de ultimátum, en el que le mostró sus exigencias.

Entre ellas, estaban la amnistía para los golpistas y su reingreso en la Policía; el nombramiento de varios nazis como ministros de su gobierno a pesar de que seguía prohibido el Partido Nacionalsocialista austriaco, etc.

A cambio de ello, Hitler se comprometía a respetar la independencia y la soberanía nacional de Austria.

No sé si sería cierto, pero, según dijo el canciller austriaco, le obligaron a firmar ese documento, antes de salir de Berghof.

A su regreso a Viena, el presidente Miklas se mostró en contra de ratificar ese tratado. No obstante, después de discutirlo con los miembros del gobierno, optaron por ratificarlo.

Siguieron aumentando las cesiones a Hitler, como la de nombrar a una especie de gobernador nazi para Austria o la de permitir la emisión por radio de un discurso de Hitleren el que amenazaba a ese país. Éste fue respondido por otro, que pronunció Schuschnigg ante el parlamento, defendiendo la independencia de Austria.

Para defender su postura, no se le ocurrió otra cosa que convocar al pueblo austriaco a votar en un plebiscito, donde se les preguntaría sobre si querían seguir siendo independientes. Estaba convocado para el 13 de marzo.

Evidentemente, eso no gustó nada a los nazis y mucho menos que no se permitiera votar a los menores de 24 años, que era la edad a partir de la cual se permitía votar en ese país, porque la mayoría de los nazis eran muy jóvenes y no podrían votar.

Así que Hitler exigió la dimisión de Schuschnigg y éste

la presentó el 11 de marzo. Siguiendo los deseos de Hitler, el presidente nombró como nuevo canciller austriaco al nazi Seyss-Inquart. Al día siguiente, las tropas alemanas invadieron Austria para impedir la celebración de ese plebiscito.

Schuschnigg fue detenido por la Gestapo y después pasó toda la guerra encerrado en Sachsenhausen y después en Dachau. Consiguió sobrevivir y, tras ser liberado por los aliados, se trasladó a USA.

Allí vivió bastante años, trabajando como profesor en la Universidad de San Louis, pues el Gobierno austriaco no aceptaba que regresara a Austria, ya que, siendo ministro, había encarcelado a muchos socialdemócratas.

Al final de su vida, le permitieron regresar para morir en su país.

 

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