ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

domingo, 26 de febrero de 2012

LA CRISIS DE LOS TULIPANES


Ahora que estamos inmersos en una de esas crisis periódicas a las que nos tiene acostumbrado el sistema capitalista, me gustaría hablar de otras crisis, algunas de ellas absurdas, que se han dado a lo largo de la Historia.

Una de estas crisis, que podríamos calificar como absurdas, fue la de los tulipanes en Holanda.

El tulipán llegó a Holanda en 1559, procedente de Turquía, gracias a las buenas relaciones comerciales de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales. Su nombre viene de una palabra turca que significa turbante, teniendo un significado religioso. Además, su figura adornaba los trajes de los sultanes turcos.

Ogier, embajador austriaco en Turquía, era un gran aficionado a la jardinería y, cuando dejó la embajada, de regresó a su país, se llevó unos cuantos bulbos, algunos de los cuales se los regaló al emperador, para plantarlos en los Jardines Imperiales de Viena.

En 1593, el conocido botánico Clusius, dejó su cargo en esos jardines para tomar posesión de su plaza como profesor de botánica en Leiden (Holanda). Por supuesto, se llevó unos cuantos bulbos para intentar cultivarlos en su tierra.

Se comprobó que el suelo arenoso del país era idóneo para su cultivo y, tras robarle unos cuantos bulbos, su cultivo se extendió por toda Holanda.

Como, debido al cambio de suelo, algunas especies monocromas mutaron y se convirtieron en otras multicolores, pues empezaron a subir de precio, debido a que eran especies únicas.

Hacia 1620 se llegaron a hacer transacciones absurdas, como comprar un solo bulbo a cambio de una lujosa mansión o la paga de 15 años.

En 1623 ya un solo bulbo llegó a valer unos 1.000 florines holandeses, cuando un sueldo medio anual solía llegar sólo a 150 florines.

En la década de 1630 la gente invirtió todo lo que poseía a cambio de unos beneficios que llegaron al 500%.

En 1635 se llegaron a vender 40 bulbos por unos 100.000 florines. En cambio, una tonelada de mantequilla valía 100 y 8 cerdos, 240.

Incluso, un bulbo llegó a venderse por un precio equivalente a 24 toneladas de trigo. El récord lo marcó un bulbo llamado “Semper Augustus”, que fue vendido por 6.000 florines.

En 1636 aumentaron más los precios, pues se declaró una epidemia de peste y, debido a la mortandad, se redujo la mano de obra.

Se inició un mercado tremendamente alcista y llegaron a cotizarse en el mercado de futuros. Incluso, se compraba y vendían en las tabernas.

La gente empezó a hipotecarse y a pedir créditos para pagar más bulbos. Todas las clases sociales se dedicaron a este negocio. Hasta se cotizaron en la Bolsa de valores.

Se cuenta que un rico mercader había pagado una importante suma por uno de ellos, el cual desapareció de su depósito. Una vez denunciado el hecho, se capturó a un marinero que lo había cogido, pensando que era una cebolla. Fue condenado a 6 meses de prisión.

En 1637 se vendió el último lote por una suma importante: 99 tulipanes por 90.000 florines. Al día siguiente se intentó poner a la venta otro lote, pero ya no se ofreció nadie a comprarlo.

A partir de ahí, los precios cayeron en picado, sin posibilidad de control y muchísima gente quedó arruinada. Las bancarrotas se dieron por todas partes y la economía de Holanda quedó arruinada durante varias generaciones.

Los únicos que consiguieron ganar algo fueron los que vendieron en primer lugar. Luego, ya no hubo posibilidad por falta de compradores.

El Gobierno Holandés que había en ese momento, intentó parar esta vorágine a base de normas muy estrictas, pero no consiguió nada positivo

sábado, 25 de febrero de 2012

LAS SACERDOTISAS VESTALES


Se llamaban así las dedicadas en la antigua Roma al culto de Vesta y eran solamente seis. Esta se consideraba la diosa del fuego y la protectora de Roma.

Algunos autores, como Plutarco, afirmaron que la institución fue fundada por el rey Numa Pompilio en el siglo VII AC.

Se reclutaban a partir de los 6 años entre familias muy conocidas de Roma.

La leyenda dice que Rhea Silvia, la madre de los famosos Rómulo y Remo, fue sacerdotisa vestal. Como rompió sus votos, se cree que fue arrojada al Tíber.

Su servicio duraba 30 años, durante los cuales tenían que permanecer vírgenes. Se dividía en 10 años para aprender, otros 10 para trabajar y otros 10 para enseñar a las siguientes. Transcurrido este plazo podían casarse, aunque, por lo general, ya no lo hacían.

Como distintivo solían llevar un velo en la cabeza y una lámpara encendida en las manos. Su atuendo consistía en una túnica de lino muy fino con una orla de púrpura y una cinta en el pelo.

Gozaban de muchos más privilegios y honores que muchos ciudadanos y podían disponer de sus bienes y testar. También solían ser invitadas a los banquetes de los ciudadanos ricos y, además, se les reservaban las mejores localidades en los espectáculos públicos.

Vivían en un palacio llamado Atrium Vestae, situado al este del Foro Romano, rodeadas de todo tipo de lujos y muchas habitaciones

Aún así, parece ser que, en un principio, sólo se tomaban niñas de la aristocracia, pero luego se pudo disponer de niñas de cualquier ciudadano que viviera en Roma. Lo cierto es que, como si la elegían era obligatorio que fuera para allá, muchas familias nobles usaron todo tipo de argucias y movilizaron a todos sus contactos para que no se las llevaran.

Su principal actividad era vigilar que permaneciera siempre encendido el fuego sagrado. En caso de que se apagara en cualquier momento, la que estuviera de vigilancia en ese momento, solía ser azotada. Los romanos creían que ese era el fuego de la vida y de él dependían todos los ciudadanos.

También custodiaban documentos importantes del Estado y reliquias de particulares. Un ejemplo de ello, fue el famoso testamento de Marco Antonio, que estaba allí custodiado y que Augusto se hizo con él y levantó tanto escándalo.

Todas las mañanas, una de ellas se dedicaba a purificar la tierra del templo, echando sobre ella agua tomada de la fuente de la ninfa Egeria.

La Vestalia fue un festival muy popular, que se celebraba todos los años entre el 7 y el 15 de junio. Era el único momento donde las matronas de Roma podían acceder a su templo circular. También se confeccionaban unas ofrendas y se hacía una procesión, donde las matronas desfilaban descalzas tras la imagen, cantando sus alabanzas a la diosa.

La vestal máxima podía asistir a las reuniones del Colegio de Pontífices y participar en ellas.

Cada año, a primeros de marzo, que es cuando empezaba el año en Roma, se renovaba el fuego, haciendo arder unos palillos a base de la luz del Sol.

Otro de sus deberes era permanecer virgen hasta el final de su servicio. Si demostraban que ya no lo era, podía ser condenada a muerte e, incluso, ser enterrada viva.

Tarpeia fue una vestal que traicionó sus votos por simple codicia. Los sabinos le prometieron que la recompensarían si les abría las puertas de Roma. Cuando lo hizo, se la llevaron por delante y la mataron, atacando la ciudad. Al final de la lucha, los romanos encontraron su cadáver y lo lanzaron desde la roca más alta a la que luego dieron su nombre. Desde entonces, se utilizó para arrojar desde allí a los traidores.

Fueron disueltas por el emperador Teodosio el grande en el 394 DC.

viernes, 24 de febrero de 2012

EL BOTÍN INGLÉS DEL PRADO


En marzo de 1623 llegó a España Carlos Estuardo (el futuro Carlos I), entonces príncipe de Gales. Le acompañaba el marqués de Buckingham, pues ese título aún no correspondía a un ducado.

Se cuenta que amaba las bellas artes y se interesaba por algunas de ellas, como la pintura, la música. Incluso, visitaba los estudios de algunos pintores para verlos trabajar y aprender de su arte.

Una de las primeras cosas que hizo en nuestro país fue visitar todas las colecciones privadas de pintura que pudo, atraído, sobre todo, por las célebres colecciones de nuestros reyes.

En principio, la visita del príncipe se debía a su deseo de casarse con la infanta María, hermana de Felipe IV. Parece ser que todo se debió a una idea de nuestro embajador en Londres, el conde de Gondomar, que tenía fama de liante, y así retomar las antiguas buenas relaciones entre los dos países. Lástima que el asunto fracasara por impedimentos religiosos.

Aprovechó también su visita para comprar algunos cuadros en la subasta de los bienes del recientemente asesinado Conde de Villamediana y, además, consiguió que el arzobispo de Burgos le regalara nada menos que todo un Tiziano.

También realizó adquisiciones de algún coleccionista importante y directamente de pintores españoles menos conocidos.

Incluso conoció a Velázquez y posó para él, pero ese cuadro, que le entregó sin haberlo acabado se ha perdido.

Se cuenta que tenía tanta afición por Tiziano que no dejó de darle la lata a Felipe IV hasta que le regaló la famosa Venus del Prado, que hoy día está expuesta en el Louvre.

A los 6 meses regresó a su país, llevándose un buen cargamento de pinturas, unas compradas y otras entregadas como regalo.

No obstante, continuó su interés por nuestro arte y le encargó al embajador inglés la compra de algunas obras. Cuando no pudo conseguir los originales, desplazó varios pintores ingleses a Madrid para que realizaran copias de los mismos.

Ya de regreso en su país, consiguió hacerse por un buen precio con la colección completa del duque de Mantua, una de las más completas de ese momento.

Cuando llegó al trono ya tenía una de las mayores colecciones de la época, lo cual, según decía, serviría para dar a conocer a los artistas ingleses las técnicas y las tendencias artísticas que se estaban usando en el resto de Europa.


Entre 1628 y 1630 alojó en su Corte al insigne Rubens, el cual, en su labor como diplomático, fue uno de los artífices del tratado entre Inglaterra y España, firmado en 1629. También asesoró a este monarca en la compra de algunos cuadros.

El mayor éxito de este soberano fue hacer que el pintor Van Dyck se quedara varios años en su Corte y aceptara ser su pintor de cámara. Tras esta decisión, el rey tuvo problemas con los pintores locales, pues le acusaban de fomentar un estilo extranjerizante.

No obstante, con el tiempo se vio que su decisión había sido afortunada, pues el pintor de Amberes creó escuela y frutos de ella fueron Reynolds, Gainsborough, Lawrence, etc. Se puede decir, por tanto, que Carlos I contribuyó mucho al desarrollo de la pintura en Inglaterra.

Durante su cautiverio insistió a Cromwell para que no dañaran sus obras de arte. De hecho, al comienzo de la guerra las tropas del Parlamento destruyeron algunas obras.

Creo que todos conocemos el triste final de este rey. Tras su guerra contra el parlamento, fue juzgado, condenado y ejecutado en público en 1649.

También se sabe que el Parlamento decretó que todas las obras donde figurara la Virgen debían ser destruidas y algunos testigos vieron cómo algunas obras fueron lanzadas al Támesis.

En 1644, el parlamentario radical sir Robert Hacley exigió que se destruyeran las obras de arte que hubiera en los palacios. Menos mal que no tuvo mucha fortuna y ese mismo año, el Parlamento confiscó todas las obras de arte, prohibiendo su destrucción.

El 14 de julio de 1649 se reguló el procedimiento de venta en subasta de estas obras. Se decía que el importe obtenido se destinaría al pago de los acreedores de la casa real. A muchos no se les pagó, porque no pudieron demostrar que no habían ayudado al rey a ganar la guerra. Lo cierto es que buena parte de los ingresos obtenidos se destinaron a organizar la Armada inglesa.

En algunos documentos aún conservados en el Museo Británico se indica que el embajador español fue el primero que gastó grandes sumas para quedarse con varias obras. Unas las compraron directamente y otras a través de intermediarios.

Todavía se puede consultar una norma de 1653, emitida por el Consejo de Estado de la Commonwealth, donde autorizan al embajador español a exportar, libres de impuestos, 24 cajones repletos de obras de arte.

Seguramente, se hicieron más ventas de este tipo “bajo cuerda”, pues se tienen noticias de otros cargamentos llegados a Madrid. Lo cierto es que se tenía que hacer discretamente, pues España, aunque tenía buenas relaciones con Cromwell, también apoyaba a la Casa Estuardo y le hacía donaciones económicas.

Tras la restauración de esta dinastía, para no enturbiar las relaciones con los ingleses, estas obras se depositaron en el monasterio de El Escorial, lejos de la vista de los embajadores y visitantes extranjeros. De hecho, se expulsó de Madrid a los antiguos embajadores del rey, para que no vieran llegar estos cargamentos a la capital. No obstante, conocemos la llegada de estas mercancías gracias a los comunicados de otros embajadores a sus cancillerías.

También, desde París, el cardenal Mazarino se apuntó a estas subastas y encargó a su embajador la compra de varias de estas obras. De hecho, se sabe que hubo rivalidad entre los embajadores de España y Francia por la compra de ciertas obras.

En 1654 acabaron estas subastas, pues Cromwell se asentó en el palacio de Whitehall y necesitó decorarlo. No obstante, ya se habían deshecho de unas 1.300 pinturas.

En 1660, tras la llegada al poder de Carlos II se creó un comité para averiguar el paradero de estas obras e intentar su recuperación. Sin embargo, pocas volvieron a Inglaterra.

Se dice que uno de los asesores del rey en esta operación fue el mismísimo Velázquez, pues se sabe que estuvo en Londres en esa época y que el rey le requirió para que volviera enseguida a España. También se tiene noticia de que se le encomendó llevar un gran lote de cuadros a El Escorial.

Hoy en día es difícil saber cuántos de esos cuadros permanecen en España, pues muchos de ellos se encuentran en el extranjero y otros están desaparecidos.

La sociedad Walpole Society ha publicado un catálogo de los cuadros de la colección de Carlos I de Inglaterra poco antes de la guerra civil. No obstante, no está completo, pues no figuran ahí los cuadros depositados en los palacios y residencias secundarias del rey.

También existen algunos catálogos que reivindican otra serie de obras como pertenecientes a esa colección real.

Algunos autores hablan de que es muy probable que algunas de esas pinturas, que traía el valido D. Luis Méndez de Haro para ofrecer a Felipe IV, se desviaran hacia otras manos, aunque, a veces, luego eran regaladas al monarca, buscando a cambio algún favor.

En fin, que para una vez que les ganamos en algo a los ingleses, me parece necesario mencionarlo.

TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES

martes, 21 de febrero de 2012

EL SMITHSONIAN INSTITUTE


James Smithson nació en Francia en 1765, adonde huyó su madre para evitar el típico escándalo de la época por ser una madre soltera.

Su padre fue nada menos que Hugh Smithson, casado con la prima de una viuda muy rica y que pronto fue nombrado primer duque de Northumberland, y decidió que su hijo no llevara toda su vida ese estigma de ser ilegítimo.

A los 10 años se lo llevó al Reino Unido y consiguió que lo nacionalizaran, aunque se le prohibieron ciertas cosas, como ser militar, funcionario o recibir propiedades de la Corona. Así, el joven pudo dedicarse en exclusiva a la ciencia.

A los 17 años ingresó en el Colegio Pembroke, de Oxford, sobresaliendo en el estudio de la Química y la Mineralogía, siendo recomendado para su ingreso en la Royal Society, nada menos que por el famoso Cavendish.

A los 26 años ya leyó su primer discurso ante esa Academia.

Gracias a sus trabajos se identificó un mineral al cual se le dio el nombre de Smithsonita, en su honor.

Estuvo soltero toda su vida y en 1826, con 61 años, redactó su testamento. Dejaba todos sus bienes a su sobrino, Henry James Hungerford y, si éste no dejaba herederos, tendría que donárselo a los USA. Así fue cómo se creó la famosa Institución.

Es curioso que legara su fortuna a un país que no conocía. Puede que la explicación esté en que fue despreciado por la nobleza y, por ello, él siempre tuvo un corazón republicano. Además, en aquel tiempo, USA, era tomada como un ejemplo de un régimen republicano estable y no el de Francia.

En 1829 se produjo su fallecimiento y, tras una larga discusión, el Gobierno USA aceptó el legado. En 1838, se envió una comisión, que se trajo el dinero del legado en efectivo, en forma de bolsas llenas de soberanos de oro.

En 1847 se puso la primera piedra del edificio neogótico, que sería una de sus sedes.

Los restos del difunto habían sido enterrados en Génova, pero se los llevaron a USA en 1904 y los enterraron en este Instituto.

El comité directivo, desde entonces, está formado por el presidente de la Suprema Corte, el vicepresidente, 3 diputados, 3 senadores y 6 ciudadanos.

El primer director de la institución fue un profesor de Princeton, llamado Joseph Henry. Este convenció a los demás miembros del comité que la labor de esta institución debería ser la investigación.

Ya en 1848 publicaron el primer volumen de una serie de obras científicas.
También reclutaron por todo el país a una serie de observadores de meteorología. Así se creó la Oficina Meteorológica de USA.

Actualmente, los científicos que allí trabajan se dedican a preservar especies en extinción, el estudio de los astros, investigaciones sobre los climas, la contaminación, etc.

Parece que el legado de Smithson cayó en buenas manos.

Saludos y espero vuestros comentarios.

lunes, 20 de febrero de 2012

LA MONARQUÍA SUECA


Jean Baptiste Bernadotte, general del ejército de Napoleón, procedía de una familia de terratenientes del suroeste de Francia. Su padre se dedicó a la abogacía, igual que el de Napoleón.

Jean no quiso seguir la carrera de su padre y entró en la Academia militar. Aprovechando las guerras en que estaba inmerso su país en ese momento, fue ascendiendo hasta llegar al grado de mariscal de Francia, en 1804.

Al año siguiente, el emperador, le nombró príncipe de Ponte Corvo, en recompensa por sus servicios en la batalla de Austerlitz.

Se comenta que nunca tuvieron buenas relaciones y que se opuso al golpe de Estado de Napoleón.

También tuvieron una fuerte discusión en la batalla de Wagram (1809) y fue relevado del mando en mitad de la misma.

En 1798 se casó con una antigua novia del emperador, Desirée Clary, que, a su vez, era cuñada de José Bonaparte.

En 1808 fue nombrado gobernador de la zona Hanseática y dirigió una expedición contra Suecia, pero no tuvo éxito por falta de medios y por la deserción de las tropas españolas, pues ya había comenzado la guerra en España.

Era muy popular en Suecia debido a la caballerosidad con el trato dispensado a los prisioneros suecos que capturó en esta campaña.

Se hizo amigo del rey de Suecia, Carlos XIII, el cual no tenía hijos, y, a la muerte de éste, el parlamento sueco le eligió en 1810, nuevo rey de Suecia. Parece ser que los militares suecos presionaron para tener al mando a un militar de categoría, cuando hubiera que hacer frente a una invasión rusa. Aunque no fue coronado de inmediato, se dedicó enseguida a reorganizar el país.

Unificó Suecia con Noruega y sacó a este nuevo país de los vaivenes políticos de Europa, estableciendo una estricta neutralidad, que dura aún en nuestros días.

Tres años después del exilio de Napoleón en Santa Elena, Jean fue coronado como Carlos XIV Juan, rey de Suecia.

Aunque siempre tuvo unas ideas muy conservadoras, se guarda buen recuerdo de él, porque estos países gozaron durante su reinado de un período de paz ininterrumpido, que dio lugar a un gran desarrollo.

El actual rey de este país, Carlos XVI Gustavo, es heredero directo del mariscal Bernadotte.

domingo, 19 de febrero de 2012

EL LUJOSO SALÓN DE ÁMBAR.


Todos sabemos que en la II Guerra Mundial desaparecieron muchas obras de arte. Unas se lograron encontrar y otras siguen escondidas hasta la fecha o se creen que fueron destruidas.

Entre las primeras, tenemos los objetos artísticos, predominantemente pinturas, que se encontraron los soldados americanos en la mina Kaiseroda. El hallazgo fue tan importante que se desplazó hasta allí a verlos el mismísimo Eisenhower, comandante supremo de las fuerzas aliadas en Europa.

No obstante, se calcula que aún se hallan perdidas unas 4.000 obras de arte y no hay muchas esperanzas de encontrarlas. Todos sabemos que los generales nazis eran muy dados a llevarse este tipo de obras a sus casas. El mismo Goering se hizo con una muy importante pinacoteca.

En la Antigüedad, era muy común que los ejércitos victoriosos se llevaran todo lo posible de los países vencidos. Una muestra son las imponentes columnas de pórfido rojo que se encuentran hoy en la mezquita Hagia Sofía, de Estambul. Fueron robadas de Persépolis por las legiones romanas.

Los muy conocidos 4 caballos que coronan la catedral de San Marcos en Venecia, fueron robados por los cruzados de la misma Constantinopla.

Hoy día, apelando a las Convenciones de guerra de La Haya, firmadas en 1907, se puede conseguir que los que se hayan apropiado uno de estos bienes, lo devuelva a su origen. Lo malo es que no siempre se consigue.

Los nazis formaron unas unidades llamadas Bildende Kunst, formadas por especialistas, como historiadores, bibliotecarios, archiveros, etc, los cuales se dedicaron a registrar y catalogar todo este botín, empaquetarlo cuidadosamente y, al final de la guerra, encontrarles un escondite apropiado.

Una de estas obras que aún no se han encontrado es el Salón de Ámbar. Se trataba de una habitación completa hecha toda de ámbar labrado con sus muebles correspondientes.

En 1716, Federico Guillermo I de Prusia la regaló, como muestra de buena voluntad, al zar Pedro el grande, el cual quedó muy impresionado con el regalo.

La instaló en un palacio de las afueras de San Petersburgo y le añadió otros detalles, como el suelo de madreperla.

Durante la II Guerra Mundial, los alemanes se la llevaron y la instalaron en el castillo de Köningsberg y se mostró al público durante un tiempo. Luego fue empaquetada y, aparentemente, se depositó en el sótano del mismo.

Este pueblo fue muy bombardeado en la guerra, pero el salón nunca se encontró.

Se rumoreó que los nazis lo habían llevado en un barco, que fue hundido durante la guerra.

Se dijo que en 1959, alguien señaló que podía estar en una mina de sal, pero, cuando los aliados se acercaron a la misma, hubo una explosión y la mina se inundó, no pudiéndose comprobar si estaba allí.

Creo recordar que Matilde Asensi escribió hace unos años un libro muy entretenido basado en esta habitación.

Saludos.

Aliado.

viernes, 17 de febrero de 2012

LA CONQUISTA DE LAS ISLAS CANARIAS


Al contrario de otras islas de la costa atlántica de África, que hasta no hace muchos siglos estuvieron deshabitadas, las Canarias y la isla de Bioko, antiguamente llamada Fernando Poo, fueron habitadas desde tiempos muy remotos. Plinio el viejo ya habla de ellas en sus escritos. Se cree que sus pobladores llegarían allí alrededor del siglo V AC.

En su inmensa mayoría eran agricultores y pastores. La pesca cerca de la costa era un simple complemento para su dieta.

Dado que las lenguas que hablaban eran muy diversas, se cree que la relación entre unos isleños y otros era prácticamente nula.

A mediados del siglo XIV ya aparece la isla de Lanzarote en alguna carta naval. La razón es que el genovés Lancelotto Malocello ya estuvo allí en 1339. Parece ser que fue buscando un liquen llamado orchilla que se utilizaba para teñir los tejidos.

En 1341 llegó una expedición enviada por Alfonso V de Portugal. Permaneció allí unos 5 meses, al objeto de cartografiar las islas. Aunque los mapas permanecieron en secreto, alguien dio a conocer esos descubrimientos y en 1375 ya aparecieron en un atlas catalán.

En 1344, el Papa Clemente IV otorgó el título de príncipe de Fortuna, o sea, soberano de las Canarias a Luis de la Cerda, conde de Clermont y almirante de Francia, el cual no llegó a visitar sus tierras por falta de medios.

Al iniciarse a finales del siglo XIV, la competencia entre Castilla y Portugal por los nuevos descubrimientos geográficos, la primera se decidió por la conquista de estos territorios.

Hubo una serie de nobles franceses que se adelantaron, como Jean de Bethencourt, que se hizo con el control de Lanzarote y luego de Fuerteventura. Este fue a Castilla, dejando al mando a su segundo, Gadifer de la Salle. Jean consiguió de Enrique III de Castilla los derechos a la conquista de las islas y dejó solo a la Salle.

En 1405 Jean se cansó de vivir allí y dejó a un sobrino suyo al mando de las islas. Los derechos se transmitieron, pasando por las manos del conde de Niebla y llegando a las de la familia Peraza, la cual continuó la conquista

Tras el tratado de Alcaçovas-Toledo de 1479, Castilla se decidió a continuar con esta conquista. Para ello, los castellanos usaron la misma táctica que utilizaron posteriormente en América, sacando partido a las malas relaciones entre unas y otras tribus.

También los castellanos tuvieron sus peleas y, tras la muerte de varios de sus líderes, Pedro de Vera se convirtió en 1481 en el líder de todos.

En Gran Canaria encontraron la isla dividida en varios reinos o guanartematos. En 1481 llevaron a uno de estos reyezuelos a Castilla y le hicieron firmar la Carta de Calatayud, por la que cedía la isla a Castilla. Este caudillo que antes se llamaba Tenesor y, tras haberse bautizado, Fernando, fue acogido a su vuelta de manera diferente por el resto de los isleños. Unos le vieron como un hombre que con su gesto había buscado la paz. Otros, en cambio, le miraban como un traidor y opusieron resistencia. Incluso, hubo muchos que, ante la desesperación, decidieron suicidarse.

En septiembre de 1492 desembarcó en La Palma Alfonso Fernández de Lugo, que logró reducir a la mayoría de los isleños a base de diplomacia, aunque también algunos resistieron en las montañas. A base de ingenio, prepararon una trampa a base de atraer al jefe de los resistentes al actual Los Llanos de Aridane, allí les engañaron y les capturaron para utilizarlos como esclavos.

También se dio un caso singular. En 1488, Hernán Peraza, llamado el joven, señor de la isla de la Gomera, murió a manos del caudillo de los revoltosos. Su viuda, Beatriz de Bobadilla, pidió ayuda a los castellanos de Gran Canaria, los cuales fueron a ayudarla y consiguió gobernar su isla durante 10 años.

Tenerife era la más poblada y estaba dividida en varios menceyatos, los cuales se sabía que unos estaban a favor de unirse a Castilla y otros en contra.

En el primer intento de los castellanos por anexionarse la isla fueron vencidos en la primera batalla de Acentejo por los menceyatos del norte.

Años después, tras una epidemia que causó muchas bajas entre los guanches, los castellanos consiguieron vencer en una zona muy próxima a la de la batalla anterior.

En 1496 la totalidad de la isla quedó bajo el mando de Alfonso Fernández de Lugo y, por tanto, dentro de la Corona de Castilla. Este utilizó el título de Adelantado y se casó con Beatriz de Bobadilla.

La población de las islas fue sustituida, en parte, por colonos castellanos, flamencos y franceses.

En el terreno económico, ya no se dedicaron al pastoreo y se ocuparon casi en exclusiva a la producción de azúcar, lo que dio muchos beneficios a los terratenientes y los comerciantes.

Este cultivo se fue dejando, pues no podían competir con los precios del cultivado en América. Incluso, muchos colonos se trasladaron allí, agobiados por la falta de agua que había en varias islas.

Ya en el siglo XVI se puede decir que se habían perdido casi por completo las costumbres de los indígenas y las islas Canarias pasaron a ser un territorio castellano más

jueves, 16 de febrero de 2012

EL EXPEDIENTE PICASSO


Creo que todos hemos oído hablar alguna vez del famoso “Desastre de Anual”, que se produjo en 1921, dentro de la guerra de África. Parece ser que se debió a una maniobra desafortunada del ejército español, la cual, según parece, porque los expertos no se ponen de acuerdo, provocó unas 13.000 víctimas españolas.

El escándalo en el país fue inmenso y por una Real Orden de 4 de agosto de 1921, a propuesta del general Berenguer, el ministro de la Guerra designó al general Picasso para investigar estos hechos.

No obstante, como continuó el escándalo a todos los niveles, el Gobierno de Allendesalazar hubo de dimitir y fue sustituido por otro encabezado por Antonio Maura.

Por cierto, el apellido de este general no es una coincidencia. Era tío del famoso pintor malagueño.

No se le ocurrió mejor cosa que pedirle a Berenguer los planes de operaciones del Alto Mando para este suceso y éste, sospechando que le podrían acusar de algo, habló con el ministro. En consecuencia, a Picasso se le prohibió investigar los hechos realizados por los generales. Sólo podría investigar al resto de las fuerzas.

Este protestó por no permitírsele realizar esas pesquisas, ya que las consideraba imprescindibles para averiguar qué había pasado allí. No obstante, le dejó al ministro la vía de que le permitieran volver a su anterior destino como representante militar de España ante la Sociedad de Naciones, en Suiza.

Al fin decidió realizar esa labor. Dedicó a ello 9 largos meses en los cuales trabajó frenéticamente.

Al acabar, en enero de 1922 entregó al Congreso un enorme expediente, junto con un resumen con su opinión personal sobre este suceso.

En julio se reunió el Consejo Supremo de Justicia Militar, decidiendo remitir al Ministerio de la Guerra una nota con sus acuerdos.

Paralelamente, se había comenzado una investigación en el Congreso y se formó una comisión sobre responsabilidades.

Más tarde, en julio de 1923 se constituyó una segunda comisión. En agosto del mismo año fue citado el general Berenguer, pero se escudó en su condición de diputado.

Mientras tanto, seguían llegando muchas filtraciones a la prensa y la opinión pública se inquietaba cada vez más, pues ya se comentaba que pudiera tener responsabilidades el propio rey Alfonso XIII.

Aunque la Comisión decidió convocar un Pleno de la Cámara para octubre de ese año, a fin de debatir las responsabilidades, ese pleno nunca se celebró, pues el 13 de septiembre, el general Primo de Rivera dio un golpe de Estado y disolvió las Cortes.

Se pensó que el expediente se había perdido o había sido destruido por la Dictadura, pero no fue así. Uno de los diputados lo escondió hasta que llegó la Segunda República, en 1931.

El rey fue procesado y condenado “en ausencia” por estos hechos y se pudieron tomar algunos documentos en el antiguo domicilio del dictador, aunque se sabe que se exilió llevando mucho equipaje relleno de documentos.

Durante la dictadura de Franco se dio por perdido este documento, pero en 1988 se encontró una parte de él en el Archivo del Congreso. La otra parte aún no se ha encontrado.

En él se acusa de negligentes a los generales Berenguer y a Navarro y de temerario al general Fernández Silvestre.

HISTORIA DE UN FAMOSO ABOLICIONISTA: JOHN BROWN

El hombre del que vamos a hablar nació en 1800, en Connecticut. Durante su infancia su familia se trasladó varias veces y vivió en varios estados.

Se casó dos veces y tuvo bastantes hijos. También se dedicó a varios oficios.



Es posible que el precedente abolicionista le viniera de su padre, que ayudó a escapar a muchos esclavos hacia el norte de USA.

En 1849 construyeron una aldea refugio para los esclavos que consiguieran escapar de sus amos.

En 1850 fundó una Liga para hacer frente a los cazadores de esclavos.

En 1855 se trasladó con varios de sus hijos a Kansas para obtener el control sobre la huída de los esclavos.

En 1856 alguien incendió su casa y uno de sus hijos pereció en ella.

Cada vez tenía más claro que había que usar la violencia controlada para acabar con la esclavitud. Por ello, en 1859, no se le ocurrió otra cosa que asaltar con un grupo de gente un arsenal militar. Esperaron allí una rebelión de esclavos que nunca se produjo.

Así que el Gobierno envió al entonces coronel Lee al mando de sus tropas y, tras un largo tiroteo, fueron capturados.

De los 18 hombres que iban con Brown, se cree que murieron 10, incluidos varios hijos de Brown.

Más tarde, fue llevado ante un tribunal acusado de sublevación, traición y asesinato. En base a estos cargos, se le declaró culpable y fue colgado el 2 de diciembre de 1859, junto a 6 de sus seguidores.

En la pintura se recrea el momento en que es conducido al lugar de su ejecución.

Durante la Guerra de Secesión o Guerra Civil USA se hizo muy famoso y los de la Unión crearon una canción donde equiparaban el martirio de Brown con la venida de Jesucristo y el fin del mundo.

miércoles, 15 de febrero de 2012

UN CASO MUY POCO CONOCIDO: EL GENERAL SIKORSKY


Seguro que, actualmente, casi todo el mundo conoce un caso que ocurrió hace unos años, cuando un presidente polaco falleció en un accidente aéreo, junto con su esposa y un buen montón de dirigentes de la misma nacionalidad. Curiosamente, murieron cuando sobrevolaban Rusia, su enemigo secular.

Hoy traigo a este blog otro caso parecido, pero muy poco conocido. Seguro que si os pregunto por él, la mayoría no sabrá contestar sin haber consultado antes en Internet.

Nacido en 1881 en una zona de Polonia que entonces pertenecía la Imperio Austro-Húngaro, no olvidemos que entonces no existía de manera independiente y su territorio actual se lo repartían el Imperio citado, Rusia y Alemania.

Luchó por la independencia de su país y, desde siempre, tuvo malas relaciones con el hombre fuerte del país, el mariscal Pilsudski, a causa de sus diferentes posturas sobre el futuro de Polonia.

Más tarde, siguió luchando en la guerra polaco-soviética, entre los años 1919-1921, donde los primeros obtuvieron una sonada victoria sobre el famoso Ejército Rojo.
Entre 1922 y 1924 fue presidente interino de Gobierno, pues el anterior fue asesinado, y luego ministro de Defensa.

La derecha derribó a Pilsudski del poder en 1923 y siguieron los dos militares discutiendo acerca de sus diferentes puntos de vista sobre cómo organizar al Ejército.
Tras el golpe de estado de Pilsudski, en 1926, perdió la confianza y estuvo en la oposición hasta 1939.

En la II Guerra Mundial fue el primer ministro e intentó atraerse la amistad de la URSS, a pesar de haberles invadido, junto con la Alemania nazi. Esto le trajo muchas críticas.
En 1943, Stalin rompió las relaciones diplomáticas con Polonia, por haber pretendido Sikorsky que la Cruz Roja Internacional investigara las matanzas de Katyn y decir que los soviéticos eran sospechosos.

El 4 de julio de 1943, este general venía de una visita a Oriente Medio para inspeccionar a sus tropas que combatían allí en el bando aliado y su avión hizo una escala técnica en Gibraltar. Ese noche, tras repostar, despegó con rumbo hacia Londres.
Nada más despegar, con 17 personas a bordo, el avión se lanzó en picado hacia el mar y chocó violentamente con su superficie, no pudiendo rescatar los equipos de emergencia la totalidad de los cadáveres. Entre ellos, pudieron sacar del agua el de este personaje.
Enseguida, un representante soviético que se hallaba por entonces también en el Peñón culpó del accidente al Reino Unido.

A partir de aquí hay muchos asuntos no aclarados, como el de alguno de los pasajeros, los cuales no figuran en ningún registro. Los restos del aparato, que fueron enviados a Londres para su estudio y nunca llegaron allí.

También cierto autor publicó en los años 60 que recibió por entonces a un antiguo miembro de los servicios secretos británicos, el cual le confesó haber participado en el sabotaje que provocó este accidente.

Algunos dicen que la causa de esta muerte estuvo en la exigencia de Sikorski a Churchill de que se investigara la famosa matanza de Katyn, pues culpaba ya de ella a la URSS. El problema es que a Churchill no le interesaba `perder un aliado tan importante como los rusos. Así que esta conjunción de intereses llevó a la muerte de este héroe de Polonia, junto con el resto de pasajeros y tripulantes de ese aparato.

Para no interferir en las negociaciones de paz, no se invitó a Polonia a ninguna de las reuniones de los grandes mandatarios, como Yalta, Teherán, etc.

Durante el régimen comunista cualquier mención al nombre de este militar estaba prohibida. Hasta 1990, con la presidencia de Walessa no se pudo reivindicar su memoria.

En 2003 el Parlamento polaco declaró ese año como el “Año del general Sikorski”.

Espero que os haya gustado y que esta entrada merezca algún comentario.