ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

miércoles, 25 de julio de 2012

VÍCTIMAS POCO CONOCIDAS DE LA GUERRA CIVIL: MANUEL CARRASCO I FORMIGUERA


Este segundo personaje tiene cierta relación con el anterior, pero tuvo menos suerte. En este caso nos referimos a Manuel Carrasco i Formiguera.


Nació en Barcelona, en 1890 y desde muy joven se dedicó a la política, militando en las juventudes de la Lliga Regionalista, llegando a ser elegido en 1920, concejal por este partido en el Ayuntamiento de Barcelona.


En 1922 participó en la fundación de la Acció Catalana y en la de un diario catalanista, donde se publicaron unas caricaturas del dictador Primo de Rivera, lo cual provocó que fuera encarcelado.


En 1930 fue uno de los firmantes del famoso Pacto de San Sebastián, representando a su partido y a Cataluña


En 1931 fue nombrado consejero de Sanidad en el primer gobierno de la Generalitat, presidido por Maciá y, meses después, elegido diputado para las Cortes Constituyentes.


En el debate sobre la Constitución defendió el Estatuto de Nuria, para la autonomía de Cataluña. También intentó que los católicos se reconciliaran con la República y que en el texto no se dijera “El Estado no tiene religión oficial”. A la vez, intentó que los republicanos fueran menos intransigentes con los católicos.


A causa de ciertas discusiones, fue expulsado de Acció Catalana e ingresó en 1932 en UDC, llegando, al año siguiente, a formar parte de su comité de gobierno.


Una vez iniciada la Guerra Civil, se mantuvo fiel a sus ideales republicanos, pero sin dejar de lado sus creencias religiosas. Con ello, consiguió salvar las vidas de muchos perseguidos por el régimen. Esto hizo que fuera señalado como enemigo por ciertos sectores anarquistas.


Para salvar su vida, le enviaron al País Vasco, para colaborar con su Gobierno. Estuvo allí hasta 1937, fecha en que cayó Guipúzcoa, volviendo a Barcelona.


En su ciudad fue de nuevo perseguido, por lo que tomó la decisión de volver a Vizcaya, que aún seguía en manos republicanas, como representante de la Generalitat catalana.


La última parte de su viaje fue una travesía por mar desde Bayona (Francia) hasta Bilbao. Tuvo mala suerte, pues el mercante donde viajaba fue interceptado por un barco de la Armada nacional y fue detenido.


Llevado al penal de Burgos, fue juzgado en agosto del 37, acusado de “adhesión a la rebelión” y condenado a muerte.


Tras conocer este hecho, multitud de autoridades religiosas, encabezadas por el Papa, hicieron múltiples gestiones para conmutar esta sentencia. También se unieron a estas gestiones los gobiernos de varios países.


Algunos autores dicen que Franco no hizo caso al Papa por haber condenado anteriormente los bombardeos franquistas sobre Barcelona.


No obstante, la ejecución se demoró ocho meses, teniendo lugar en abril de 1938.


En septiembre de 2005, el Congreso de los Diputados, a propuesta de CIU, acordó anular el consejo de guerra a que fue sometido nuestro personaje.




VÍCTIMAS POCO CONOCIDAS DE LA GUERRA CIVIL (1): LUIS LUCIA


Aunque es cierto que la Guerra Civil afectó a todo el mundo, me gustaría recoger en este blog cómo afectó a una serie de personalidades que, en su momento, fueron bastante conocidas y hoy prácticamente nadie las recuerda.


            El primero de mi lista se llamaba Luis Lucia Lucia. No es que sea más importante que los demás. Simplemente, me he decidido por ponerlo en primer lugar por mero capricho.


            Nació en un pequeño pueblo de Castellón en 1888, situado en la comarca del Maestrazgo.


            Su familia era de origen aragonés y le envió a estudiar al colegio de  los jesuitas de Valencia. Más tarde, estudió Derecho en la misma ciudad.


            Durante su juventud militó en las filas del Carlismo y llegó a dirigir un semanario de esta ideología, que luego se transformó en el Diario de Valencia.


            Fue fundador y presidente de la Derecha Regional Valenciana y diputado a Cortes por Valencia en 1933 y 1936.


Evolucionó desde una forma de pensar donde toleraba cierta participación ciudadana en la política, hasta ser un firmen defensor de la II República española.


Fundó la CEDA, con Gil-Robles, llegando a ser vicepresidente de la misma. También fue ministro de Obras Públicas y Comunicaciones en 2 ocasiones durante 1935.


Se dice que siempre aconsejó a Gil-Robles tener buenas relaciones con los republicanos conservadores de Maura.


Tras el asesinato de Calvo Sotelo huyó a Francia, pero volvió el 17 de julio. Tras proclamarse la Guerra Civil, se posicionó a favor de la II República, a pesar de pertenecer a un partido de derechas.


A pesar de haber expresado su adhesión republicana mediante un telegrama al ministro de Gobernación, no tardó en ser detenido y encarcelado primero en Valencia y luego en Barcelona.


En 1939, justo antes de la caída de Barcelona, fue liberado, junto con otros presos y se escondió a la espera de la llegada de las tropas franquistas.


A pesar de haberse pasado casi toda la guerra encarcelado por los republicanos, los nacionales volvieron a encerrarlo, por no haber apoyado la sublevación militar. Posteriormente, fue juzgado y condenado a muerte por este hecho. Su telegrama de adhesión republicana fue considerado como una prueba de cargo contra él.


Afortunadamente, las nuevas autoridades tuvieron en cuenta las peticiones de clemencia de varias personalidades religiosas y su pena fue conmutada, primero pr una de cárcel y luego por una de confinamiento en Mallorca, donde murió en 1943.
           

Escribió gran cantidad de artículos y varios libros. Entre ellos podemos destacar “En estas horas de transición”, de 1930; “Qué me dice VD. de los presos”, de 1942; “El salterio de mis horas”, publicado en 1956. Aparte de multitud de poemas que aún permanecen inéditos.


Fue el padre del conocido cineasta Luis Lucia

domingo, 22 de julio de 2012

EL FENÓMENO DE LAS BEGUINAS


Hoy traigo al blog un fenómeno que, he de confesar, desconocía hasta hace muy poco tiempo. Se trata de las beguinas, las cuales eran unas mujeres que realizaban vida en común y que usaban unos hábitos parecidos a los de las monjas, pero no lo eran.


Ya en el siglo IV DC algún autor nos habla de los diferentes tipos de comunidades religiosas de hombres o mujeres, que existían sobre todo en los desiertos de los actuales Siria y Egipto. Algunos de estos monasterios fueron fundados por conocidos santos de la Iglesia Católica.
 

También hubo muchas mujeres que dedicaron su vida a Dios en otros entornos como su propia casa o, en forma colectiva, en los llamados beaterios.
 

Desde la fundación de la orden cisterciense, en el siglo XII, ésta protegió a las beguinas, las cuales solía ser un grupo de mujeres que se reunía para la oración o para el estudio. Posteriormente, también cuidaron a los enfermos, a las parroquias o ayudaban a los párrocos. No pedían limosnas.


Las beguinas habían realizado unos ciertos votos de castidad, donde rechazaban el matrimonio y se dedicaban a las obras de caridad. No renunciaban a sus propiedades y en cualquier momento podían dejar sus votos y casarse, si así lo deseaban.
 

A finales del siglo XIII parece que ser que habían aumentado considerablemente y empezaron a ser un problema para la Iglesia. Parece ser que el motivo fue la disminución de los hombres con motivo de las guerras y las Cruzadas. Por ello, fueron perseguidas y obligadas a convertirse en monjas o a dejar sus actividades. Incluso, se dice que en algunos sitios fueron consideradas brujas y quemadas por ello.
 

Aunque parezca mentira, durante el Medievo, las monjas tuvieron mayor libertad y mayor acceso a la cultura que en el  Renacimiento, pues, tras el Concilio de Trento, los conventos femeninos perdieron todo su poder y el acceso a la cultura que tuvieron los masculinos. Parece ser que el número de mujeres religiosas era casi el doble que el de los varones y de esa forma se pretendió tenerlas más sometidas al poder central del Papa.
 

En el caso de las beguinas nunca hubo una casa madre, ni orden general, ni reglas comunes. Solían vivir en casas sencillas cerca de los hospitales o las iglesias donde ejercían su actividad. Cada comunidad se organizaba a su manera.


Parece ser que el origen de las beguinas está en la zona de Lieja (Bélgica), desde donde trascendió este fenómeno hacia el Sur y el Este de Europa.
 

En 1233 fueron reconocidas por el Papa Gregorio IX, al objeto de que no se alejaran de la Iglesia.
 

Hubo algunas beguinas místicas que gozaron  de cierta fama en su momento como Hadewych de Amberes, Matilde de Magdeburgo, María de Oignies, Lutgarda Tongeren, etc. Son nombres que hoy en día no nos dicen nada, pero algunos autores creen que, junto con los trovadores, crearon la lengua literaria francesa y alemana, escribiendo en la lengua vulgar que hablaba ya todo el mundo.
 

El caso de Margarita Porete, una autora muy conocida en su época, fue muy lamentable. En su obra “El espejo de las almas simples” reivindicaba la oración privada y el contacto directo con Dios, sin necesitar a ningún clérigo para ello. Su libro ya fue quemado en 1306 y se le advirtió de que no lo publicara más. Ella se negó valientemente y fue detenida. Otra de las imputaciones fue la traducción de las obras del místico Eckhart. Fue encarcelada durante varios años hasta la salida del juicio y, al no abjurar de sus ideas, fue quemada en público en 1310.
 

El conocido Bernardo Gui, inquisidor que aparece en la obra “El nombre de la rosa” escribió un “Manual del inquisidor”. En esta obra ya se cita a las beguinas como una de las herejías para combatir.
 

Nunca buscaron un aislamiento total, como otras órdenes religiosas. Tampoco quisieron rebelarse abiertamente contra la Iglesia, aunque sí querían exponer sus puntos de vista, los cuales fueron revisados con lupa por los inquisidores. Se negaron en redondo a aceptar el celibato por ir contra natura.


El Papa Clemente V, en 1316, se dedicó a perseguir a todo movimiento que se apartara, aunque fuera levemente, de las doctrinas de la Iglesia. Sobre todo si era femenino.
 

En 1452, una bula de Nicolás V intentó que las beguinas entraran en la orden carmelita. El propio duque de Borgoña, Carlos el Temerario, ordenó que gran parte de los bienes de éstas pasaran a la orden carmelita.
 

A partir del siglo XVI, el movimiento se radicalizó y muchas de ellas se unieron a los protestantes más radicales.


Hoy día ya no existen, pero sobrevivieron en Bélgica hasta la primera mitad del siglo XX.
 

Los beguinajes flamencos fueron inscritos por la UNESCO, en 1998, en la lista del patrimonio mundial.