ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

sábado, 28 de noviembre de 2015

EL CICLISTA GINO BARTALI, UN HÉROE ANÓNIMO



Muchas veces, aunque tengamos plena conciencia de que alguien lo está pasando mal, por desidia o, quizás, por falta de solidaridad, solemos decir que ya lo arreglará otro y así nos va, porque vivimos cada uno de espaldas a los demás.
Sin embargo, siempre ha habido gente que no le ha importado enfrentarse a esa realidad, aunque tuviera que poner en peligro su vida, como es el caso de nuestro personaje de hoy.
Con esto, quiero decir que, si todos pusiéramos algo de nuestra parte, aunque sólo fuera un granito de arena, las cosas podrían cambiar y hacer de éste un mundo mejor para todos. Es lo que suelen hacer, por ejemplo, la gente que se ocupa de los comedores para indigentes.
Evidentemente, nadie nos lo va a reconocer, porque España es el país donde viven más envidiosos por metro cuadrado, pero, si no nos importa que nadie nos lo quiera reconocer, pues mejor todavía.
Gino Bartali nació en 1914, en un pueblecito cercano a Florencia. Su familia era muy humilde y se dedicaba a las labores campesinas.
Parece ser que a él, eso del campo no le iba nada, pero tenía que buscarse un trabajo para ayudar en casa. Su padre le consiguió un puesto de mecánico en un taller de reparación de bicicletas.
Un día, su dueño, como estaba muy contento por el trabajo de Gino, le regaló una y le animó para que la utilizara a menudo. Así empezó su afición por el ciclismo.
Empezó entrenando por las carreteras de la zona y se fue poniendo en forma. Al principio, en su familia no estaban muy contentos con esta afición, pues necesitaba que hiciera un trabajo para ayudar en la casa. Muy pronto, cambiaron de opinión, cuando empezó a ganar premios y dinero en las primeras carreras en que participó.
En la primera carrera en que corrió no tuvo mucha suerte, pues chocó con un espectador, que se le atravesó,  y se golpeó con el asfalto, quedando inconsciente. No obstante, perseveró con esta afición.
Tampoco tuvo mucho éxito en la primera clásica Milán-San Remo en que participó. Parece ser  que iba escapado y con grandes posibilidades de ganar. Sin embargo, a la organización no le estaba haciendo ninguna gracia que la ganara un perfecto desconocido como él.
Así que, al más puro estilo italiano, se le cruzó un periodista, cuya misión era entorpecerle, para que los demás le alcanzaran y así no pudiera ganar.
No obstante, aunque parecía que se le había venido todo abajo, aún no estaba todo perdido. Entre los espectadores se hallaba un ciclista jubilado, Ebergardo Pavesi, al cual le habían encargado organizar un equipo para ganar el Giro de Italia. El equipo Legnano. Ya sabemos que los regímenes dictatoriales suelen utilizar el deporte para  hacerse propaganda.

En su primera participación en el Giro no consiguió la victoria, no obstante, ganó el título de  Campeón de Italia en ruta.
Sin embargo, al año siguiente, en 1936, sí que ganó el Giro de Italia, además de ganar 3 etapas en esa carrera. Aparte de que también consiguió la victoria en los de Lombardía y  Milán.
Como ya gobernaba en Italia Mussolini, al final de la gran carrera, le recomendaron que dedicara ese título al Duce. Sin embargo, él se negó y dedicó su triunfo a su familia y, como era muy religioso, a la Virgen María.
Este detalle no les pasó desapercibido a los fascistas, los cuales le hicieron saber que sus ideas no les gustaban.
Una semana más tarde, se produjo una gran tragedia familiar. Su hermano, Giulio, al que se hallaba muy unido, murió participando en una carrera ciclista para aficionados, que se celebraba en su región, la Toscana.
A Gino, esto le afectó muchísimo, se sintió muy abatido  y abandonó por completo la bicicleta. Así estuvo durante un tiempo, hasta que varios amigos y compañeros le convencieron para que volviera.
En 1937, volvió de nuevo a correr el Giro y lo ganó otra vez. Incluso, venció en 4 etapas del mismo.
Aparte de ello, ese  mismo año ganó el campeonato de Italia en ruta, el Giro del Piamonte, 1 etapa en el Tour de Francia y el Giro del Lazio. No pudo ganar el Tour de Francia, porque, cuando iba liderando  la prueba, sufrió una grave caída que le impidió seguir en la bicicleta. Creo que no se puede pedir más.
En 1938, volvieron sus éxitos. Ganó el Tour de Francia, además de 2 etapas y el premio de la montaña. Fue esta vez 2º en el Campeonato de Italia de ciclismo en ruta. También ganó el Giro de la provincia de Milán.
Al año siguiente, cuando estaba en su mejor forma física, desgraciadamente, comenzó la II Guerra Mundial y ya sólo pudo participar en carreras dentro de Italia. A esas alturas, era toda una leyenda en su país.
A partir de aquí su vida, como la de muchos millones de personas, dio todo un vuelco, por culpa del conflicto bélico.
Aunque el mundo estaba en guerra, él continuó con sus entrenamientos, como si la cosa no fuera con él. Lo curioso es que no fue movilizado.
Sin embargo, la realidad era muy distinta. Alguien desconocido contactó con el ciclista para que colaborara con la organización judía Delasem, la cual estaba liderada por el industrial judío Giorgio Nissim, y con la que colaboraban varios miembros del clero católico.
Esta organización se dedicaba a intentar salvar a los miles de judíos italianos y de otras nacionalidades, que habían ido a parar a Italia, para que no fueran entregados a los nazis y acabaran en sus famosos campos de exterminio.
La idea fue muy buena. Gino Bartali era un deportista muy conocido en su país, casi se puede decir que era el ídolo de la juventud y un símbolo para los fascistas, aunque él no lo fuera.
Por ello, podía moverse por donde quisiera sin ser molestado. Incluso, durante sus entrenamientos diarios era saludado por mucha gente, que se encontraba a su paso.
Lo que las autoridades nunca supieron es que Gino hizo, durante 2 años, labores clandestinas de correo entre varias zonas de Italia.
Su trabajo consistía en llevar documentos falsificados de un lugar a otro, para entregarlos a otros miembros de esa organización y así salvar a la mayor cantidad posible de judíos. Normalmente, solía dirigirse a algunos monasterios, donde los frailes tenían escondidos a algunos judíos que huían de la persecución nazi.
El escondrijo de los documentos era casi perfecto, pues le desarmaban la
bicicleta y le metían esos documentos, enrollados, dentro de los tubos que componían el cuadro de la misma.
En aquella época, se prohibieron todo tipo de competiciones deportivas, sin embargo, con él hicieron una excepción al ser todo un héroe nacional.
Además, no se escondió en ningún momento, entrenaba con su equitación habitual, con colores llamativos, y su nombre escrito en letras grandes, para que lo pudieran leer a distancia.
Se calcula que, de ese modo, a base de hacerse unos 200 km. diarios, llevando ese peligroso cargamento, logró salvar la vida de unos 800 judíos. La mayoría de ellos, niños.
Así estuvo hasta 1944 y parece que no perdió el tiempo, pues a pesar de haber cumplido los 32 años, en 1946, ganó de nuevo el Giro de Italia, aparte de ser el líder en la montaña. También ganó ese año el Campeonato de Zúrich y quedó en 2ª posición en el Campeonato de Italia de Ciclismo en ruta.
Incluso, en 1947, ganó la Milán-San Remo, quedó 2º en el Giro de Italia, más la victoria en 2 etapas y el triunfo en la montaña. Además de la Vuelta a Suiza.
Es más, en 1948, con nada menos que 34 años, volvió a ganar el Tour de Francia, además de 7 etapas del mismo y la montaña.
En 1949, su marca no bajó mucho, a pesar de su edad, pues quedó en el 2º puesto tanto en el Giro como en el Tour de Francia.
Estos triunfos también tuvieron un gran mérito, pues por entonces ya despuntaba otro gran corredor italiano, que se hizo muy famoso, Fausto Coppi.
Entre los dos se estableció una fuerte competencia, donde siempre reinó la deportividad. Bartali era un corredor muy duro y especialista en montaña. Coppi era mucho más veloz y estaba especializado en las carreras contra reloj.
Bartali representaba a la Italia campesina y pobre, mientras que Coppi, aunque también era de origen humilde, había nacido en una rica ciudad del Piamonte.
Ambos habían ganado muchos triunfos antes de la II Guerra Mundial. Al ser Coppi unos años más joven que Gino, le alistaron y estuvo combatiendo en África, donde los británicos le hicieron prisionero, teniéndole encerrado hasta el final de la guerra.
Coppi consiguió ganar 5 veces el Giro, entre los años 1940 y 1953. Ganó dos veces el Tour de Francia, en 1949 y 1952. Resaltando que, en los años que ganó el Tour también había ganado el Giro de Italia.
Incluso, ganó su primer Tour de una forma muy curiosa, pues cayó en la primera etapa y perdió casi media hora con el líder de la general. Luego, fue achicando las distancias, hasta la victoria.
En 1942, estableció el récord de la hora y en 1953 fue Campeón del mundo de ciclismo en ruta.
No hay que olvidar que Coppi, siendo gregario de Bartali, ganó su primer Giro de Italia con sólo 20 años. Lo que no está nada mal para un  corredor que no tenía un físico que destacara mucho.
Desgraciadamente, como este deportista siempre fue muy aficionado a la caza, fue invitado a una en África. Concretamente, en Burkina Faso. Allí cayó enfermo a causa de la malaria y, como la enfermedad no fue detectada a tiempo, murió a los pocos días, con sólo 40 años.
La rivalidad entre los dos corredores les dio gran popularidad en Italia, apareciendo, por todas partes, seguidores de uno o de otro. Algo parecido a lo que ocurría antes con los toreros en España.
También se mostró esa rivalidad a un nivel religioso, pues Coppi se confesó agnóstico, mientras que Bartali, siempre fue muy católico.
Siempre fueron buenos amigos, aunque en cierto momento atravesaron períodos de enemistad.
Es muy famosa la anécdota, cuando ambos estaban subiendo el Col du Galibier, una etapa del Tour de Francia de 1952, Coppi, que ya militaba en otro equipo, se dio cuenta de que a Gino se le había acabado el agua, y le cedió su botella. Ahí se acabó esa enemistad para siempre.
Algunos autores afirman que la anécdota fue al revés, aunque ellos nunca lo quisieron aclarar, pero lo cierto es que volvieron a ser amigos.
Algunos afirman que esa enemistad podría deberse a que Fausto, que  era agnóstico, se había separado de su mujer y vivía con la esposa de un médico, el cual les acusó de adulterio.
Por ello, ella fue enviada a la cárcel y a él le retiraron el pasaporte y no pudo correr en el extranjero. La actuación de ambos fue condenada hasta por el propio Papa Pío XII, el mismo que no había censurado la actuación de los nazis, ni los fascistas durante la II GM.
Finalmente, la pareja pudo casarse en México, aunque su matrimonio nunca fue reconocido por el Estado Italiano, y tuvieron un hijo.
Unos años después,  nuestro personaje de hoy, Gino Bartali, volvió a tener un papel destacado en la historia de Italia.
En 1948, cuando estaba corriendo el Tour de Francia, se produjo un hecho muy grave. Un estudiante disparó contra Palmiro Togliatti, secretario general del PCI, dejándolo herido. Este hecho, encendió todas las alarmas, porque, tras la II GM, el PCI, había subido como la espuma y el país se encontraba en un estado lamentable, que podía acabar en una guerra civil.
La razón era que tanto USA como el Vaticano crearon un fuerte partido democristiano para impedir el acceso del PCI al poder por todas las maneras posibles.
En aquella época, en plena Guerra Fría, Washington, vetaba la entrada de los comunistas en cualquiera de los gobiernos de los países occidentales.
Como ya dije, Bartali, recibió, tras el final de una de las etapas del Tour, una llamada muy urgente. Al otro lado de la línea se hallaba Alcide de Gaspieri, presidente del Gobierno de Italia.
Le explicó la grave situación en que se hallaba su país, tras ese trágico atentado, y le pidió, desesperadamente, que intentara ganar el Tour, con el fin de unir a su país y que bajara la tensión existente.
La petición era realmente difícil. Por una parte, Bartali, ya no era el de unos años antes, pues había cumplido los 34 años. Por otra, se hallaba en la clasificación general a 20 minutos del líder de la carrera, pero le prometió que lo intentaría.
Al día siguiente, se “comió” literalmente los Alpes y se colocó el maillot amarillo, llevándolo hasta la etapa final.
La prensa italiana colaboró para rebajar la tensión, publicando grandes titulares con el éxito de este corredor y gracias a él su país siguió viviendo en paz. El mismo Giulio Andreotti elogió su labor a favor de la paz en Italia.
Sin embargo, el Tour de 1950, fue muy desagradable para los italianos, pues, cuando circulaban por el Col d’Aspin,  un grupo de aficionados franceses les insultaron y golpearon. Por esa causa, Bartali, junto con todo su equipo se retiraron en bloque, diciendo el ciclista a los periodistas que se había retirado porque “no quiero morir aquí”.
Ciertamente, Bartali, fue una persona muy especial. Su físico era mucho más atlético que el de Coppi y, además, solía fumar y tomarse una copa de vino de vez en cuando. Algo increíble hoy en día.
Tras retirarse, continuó ligado al mundo del ciclismo. Unas veces como director de equipo, otras como comentarista en la RAI o como asesor de algunas empresas relacionadas con ese deporte. Lástima que muchas veces se le recordara como el ciclista de Mussolini, aunque a él no parecía importarle, a pesar de que nunca tuvo nada que ver con los fascistas.
Se retiró a su tierra y allí siguió viviendo con su mujer y sus dos hijos. Hasta que en el año 2000 falleció a los 85 años.
Sin embargo, en 2003, cuando los hijos de Giorgio Nissim, el líder de Delasem, estuvieron buscando entre los viejos papeles de su padre, se encontraron un diario, donde había narrado con todo detalle el funcionamiento de su organización y el cometido de los que la formaban.
Ahí fue cuando el mundo descubrió el verdadero papel de Bartali en la II Guerra Mundial. Sus hijos afirmaban que su padre nunca había querido hablar de esa época. Siempre decía: “en la vida, esas cosas se hacen y basta”.
Jamás presumió por ello y casi nadie sabía lo que había hecho durante la guerra. Uno de sus frases favoritas era: “El bien se hace, no se dice. Ciertas medallas se cuelgan en el alma, no en el maillot”
Respetando su voluntad, tras su muerte se dio a conocer su gran labor a favor de la Humanidad. Una lástima que no se le pudiera realizar ningún homenaje en vida, quizás, porque él tampoco lo hubiera aceptado.
La UCI le ha colocado, muy merecidamente, en el nº 6 de su lista de los 100 mejores ciclistas de todos los tiempos.
En 2013, el Estado de Israel, al conocer su contribución en la salvación de vidas judías durante la II Guerra Mundial, le nombró, a título póstumo “Justo entre las naciones”.

2 comentarios:

  1. Hola Aliado. Creo que no es la primera vez que aplaudo tu habilidad para escoger temas sorprendentes porque nadie se imagina que allí puede haber un pedazo de historia que merece ser conocido y que, quizás, tiene más interés que la de los estadistas que salen en los libros de texto.

    Quiero empezar diciendo que la historia de Gino Bartali me parece especialmente hermosa. Su dedicación a un deporte que me gusta en una época donde el ciclismo era todavía (quiero pensarlo así) un deporte limpio merece ser contada como lo has hecho.

    El caso de Gino Bartali me recuerda un poco al de Lucho Herrera, aquel ciclista colombiano que ganó la Vuelta Ciclista a España y regresó a su tierra como un héroe nacional. También era de origen muy humilde y se ganaba la vida haciendo recados con su bicicleta. De ahí a profesionalizarse hubo un paso. Años más tarde, cuando ya estaba retirado, fue secuestrado para sacarle dinero. Colombia se levantó: los secuestradores no se atrevieron a tocarlo y lo soltaron.

    Desgraciamente, los italianos tienen fama de tramposos. Me refiero a lo del periodista idiota en la Milán-San Remo. Afortunadamente Bartali salió ileso, según he entendido y con posibilidades de ir a un equipo muy fuerte para triunfar en el Giro. Todo esto también me recuerda algo que me pasó hace años. Yo solía ir a ver la última etapa de la Vuelta Ciclista a la Castellana. En una ocasión, crucé la calle y salió de la nada un ciclista que me atropelló. No estoy diciendo con esto que tuviera la culpa, ni mucho menos. Igual fui yo por no mirar lo suficiente, pero con esto quiero decir que no es muy difícil fingir un accidente como el que tuvo Bartali con el periodista.

    Al hilo del relato del accidente de Bartali he recordado un acontecimiento luctuoso referente a un ciclista español en el Giro a Italia. Se trata de Juan Manuel Santisteban, que al tomar una curva con otros ciclistas perdió el control y se dio con la cabeza en un guardarrail, provocando su fallecimiento.

    Está claro que entre dedicar el triunfo a Mussolini y dedicárselo a la Virgen muchos nos decantaríamos por la segunda opción o por nuestra madre, o el pueblo. La pregunta es ¿qué hubiera pasado si Bartali no hubiera sido religioso? No sé si en España pasaría lo mismo con la Vuelta Ciclista mientras vivió Franco.

    Pero ningún ciclista que recuerde tuvo una vida como la de Gino Bartali. ¿Quién iba a sospechar de él? ¿Quién podía imaginarse lo de llevar documentación en los tubos de la bici? Y otra pregunta ¿Qué hubiera pasado si le pillan? Pero no le pillaron, e Italia tuvo su Schindler particular, con la diferencia que su modestia impidió que se conociera su heroicidad hasta después de su muerte. Al hilo de utilizar una bicicleta para salvar judíos, hace muchos años vi una película en la que William Holden tenía que cruzar una frontera y se disfrazaba de viudo, poniéndose un traje oscuro, montando en bicicleta y llevando a dos niños que pasaban por sus hijos para disimular.

    Por otra parte, me parece admirable de que siguiera practicando deportes hasta tan mayor (lo que es mayor para un deportista). Esto debería animarnos a los que no somos tan jóvenes para no rendirnos a la hora de conseguir nuestros objetivos, la edad no tiene que ser un impedimento.

    Solo una cosa más. Sería estupendo que Bartali no recibiera solo el reconocimiento del Estado de Israel de salvar vidas judías, sino también el reconocimiento de otros estados de salvar vidas, sin más, al margen de su confesión.

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    1. Bueno, como siempre, veo que hablas de varios temas en tus intervenciones.
      Creo que te has dado cuenta que siempre me ha gustado más la Historia Social de un país que la de sus gobernantes, que, algunos, como ya se demostró, no saben ni lo que cuesta un café.
      El ciclismo es un deporte muy bonito y muy sacrificado, creo que se pasan un montón con eso de que no les dejan tomar casi nada. No es normal que a una persona le duela la cabeza y no se pueda tomar una simple aspirina u otro medicamento por el estilo.
      Parece ser que en el suceso con el periodista no se cayó, fue en otra carrera, donde sí que se fue al suelo.
      Espero que no tuviera consecuencias para ninguno de los dos el encontronazo tuyo con el ciclista.
      Es muy lamentable que él nunca quisiera saber nada del régimen fascista y, sin embargo, hoy en día, en Italia, todos le conocen como el ciclista de Mussolini.
      Parece ser que una vez le paró una patrulla de milicianos fascistas, pero no le encontraron nada y le dejaron seguir adelante. Era todo un ídolo para la juventud italiana de ese momento. Lástima que la II GM, le estropeara su carrera, como a muchos millones de personas. Por lo menos, salió con vida de la misma.
      Es posible que le dejaran competir a una edad tan avanzada, porque, por aquella época, no estaba tan profesionalizado este deporte como lo está ahora.
      Yo creo que todos podemos intentar luchar todos los días por conseguir una serie de objetivos, que te interesen a ti y no a tu empresa. Simplemente, lo que hay que hacer es procurar que sean alcanzables y no intentar “pedir la Luna”, para luego deprimirnos.
      Creo recordar que también fue condecorado por Italia con una medalla al mérito civil, pero a lo mejor no fue por eso, sino por su carrera deportiva, porque no se ha conocido este secreto hasta hace pocos años.
      Saludos.

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