ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

sábado, 30 de mayo de 2015

EDMOND LOCARD, UNO DE LOS PIONEROS DE LA CRIMINALÍSTICA MODERNA



Hoy en día, cuando se requieren para cualquier investigación ingentes cantidades de dinero es admirable comprobar lo que pudo hacer un hombre con unos medios tan elementales y que le sirvieron para crear los principios donde se basa actualmente la policía científica en todos los países del mundo.
Nuestro personaje de hoy se llamaba Edmond Locard, el cual nació en 1877, en un pueblo muy cercano a Lyon, que fue donde se formó.
En su universidad estudió Derecho y Medicina y tuvo como maestro a uno de los mejores especialistas de la época, Alphonse Bertillon.
No hará falta decir de Edmond estuvo en su juventud muy influido por las famosas novelas de Sherlock Holmes, muy de moda por entonces.
Se dice que siempre fue un joven con una gran aptitud para aprender todo lo que le pusieran por delante. Tal vez, tuvieran algo que ver en ello su padre, un ingeniero, gran estudioso de las Ciencias Naturales, y su madre, muy aficionada a la música y al teatro.
Se dice que, cuando inició sus estudios universitarios ya sabía hablar hasta 11 idiomas. A mí, eso me parece muy exagerado, porque, como todo el mundo sabe, los idiomas, si no los practicas casi a diario, pues se te olvidan.
Parece ser que, al terminar sus estudios viajó por varios países para comparar el grado de avance de la técnica criminalística.
A su regreso, pidió permiso a la Policía de Lyon para instalar en sus locales un pequeño laboratorio a fin de desarrollar sus investigaciones. Algo realmente novedoso, pues lo logró en 1910, incluso, adelantándose casi 20 años a las investigaciones policiales en USA, el país de las famosas series CSI.
Cuando él inició sus investigaciones ya se había descubierto la importancia de las huellas dactilares y el estudio de las medidas antropométricas. En el estudio de estas últimas fue pionero su Maestro, Bertillon.
Lo que ocurría es que, cuando Locard empezó a trabajar en este campo, se estudiaba cada pista por su lado. Sin embargo, él decidió estudiarlas como un conjunto perfectamente interrelacionado.
De hecho, al poco tiempo de montar su laboratorio policial, consiguió demostrar ante el juez la culpabilidad de un reo, a través del estudio de sus huellas dactilares.
Hoy día sería imposible para la Policía investigar un crimen sin la colaboración de los científicos que estudien, previamente, esas pruebas.
Como no había casi ninguna obra sobre el tema, escribió ya en 1923 el “Manual de técnica policíaca”, su obra más famosa. Seguidos unos años después por el “Manual de Poroscopia” y un “Tratado de Criminalística”. Llegó a escribir unos 40 libros sobre estos temas.
Aunque se formó con Bertillon, que confiaba mucho en la identificación por las medidas antropométricas, él se dedicó más a desarrollar el estudio de las huellas dactilares e, incluso, las huellas dejadas por los poros del cuerpo. Estas últimas se utilizan más en los casos donde no es posible apreciar por completo la huella dactilar.
Algo que le hizo empezar a ser famoso fue, en 1917, el famoso caso del “cuervo de Tulle”. Realmente, se trataba de una especie de envío de libelos, que habían recibido algunas personas de esa localidad, donde se les advertía sobre las infidelidades de algunos de sus seres queridos.
Esto tuvo como trágica consecuencia que varios de los destinatarios de estos escritos murieran tras sufrir un ataque cardiaco.
Por fin, en 1920, a la Policía le llegó una pista. Una mujer del pueblo comentó el contenido de una de esas cartas, sin que le hubiera llegado aún a su destinatario.
Los agentes la detuvieron, pero ella negó una y otra vez su participación en el hecho. Así que Locard, se trasladó allí para investigarla.
Parece ser que la obligó a escribir un montón de cuartillas, hasta que la acusada se rindió y la escribió con su auténtica caligrafía. Algo que pudo comparar Locard con un  microscopio especial que utilizaba para estos casos.
Nuestro personaje también demostró que se podría identificar cualquier escrito realizado con una máquina de escribir, pues cada una imprimía de una forma diferente.
Como ya he mencionado, otras actividades a las que se dedicó fueron las falsificaciones tanto de la moneda como de la escritura. Las armas, explosivos, drogas. Sobre todo, hacía mucho hincapié en el procedimiento más adecuado para  obtener esas pruebas.
Dado que Bertillon era considerado una eminencia en su país, Francia, su procedimiento antropométrico estuvo en vigor allí más tiempo que en el resto de los países. Luego optaron por los estudios de Locard.
En sus obras, llegó a afirmar que, si se obtenían tan sólo 12 puntos muy concretos idénticos entre dos muestras de huellas dactilares, se podría afirmar que las dos correspondían a lamisma persona.
Lo que le dio una merecida fama a Locard fue una teoría a la que llamó “Principio de intercambio”.
Consistía en que, según él, cuando un criminal lleva a cabo una de sus acciones se lleva algo, pero siempre deja allí algo de sí mismo, que sirve para incriminarle. Dicho en forma concisa: “todo contacto deja su huella”. Una afirmación de la que se parte siempre, hoy en día, para investigar un crimen.
Incluso, al tocar o acercarse a su víctima, se lleva algo de ella, pero
siempre deja algo de sí mismo. La habilidad de la Policía consistirá en saber hallarla.
Como ya dije anteriormente, siempre fue muy aficionado a las novelas de Sherlock Holmes y de ahí confesó que extrajo algunas de sus ideas. Por eso mismo, les obligaba a sus alumnos a leerlas para abrirles la mente y que les sirvieran para sus investigaciones. Lo consideraba, claramente, todo un modelo para sus estudiantes.
Siempre fue muy cuidadoso al tomar las muestras y nunca se dejaba nada para atrás, porque todo le podría servir para encontrar pruebas contra el culpable y decía que  “las evidencias no cometen perjurio”.
Precisamente, uno de sus primeros casos tuvo lugar en 1912. En aquel año, una chica de Lyon había aparecido muerta por estrangulación en su propia casa. Su novio, al que la Policía le consideraba el principal sospechoso, había utilizado la coartada de estar jugando a las cartas, ese mismo día, en un bar, alejado de ese domicilio.
Locard se encontró bajo las uñas del acusado con unos restos de maquillaje, que le faltaban al cadáver. Localizó la fábrica y se entrevistó con el fabricante de este cosmético, demostrando que se trataba del mismo producto. Tras esta investigación, al acusado no le quedó más remedio que confesar su crimen.
También decía atender casos privados. Parece ser que mucha gente le enviaba desde diferentes países una serie de pruebas, al sospechar que su cónyuge le estaba envenenando. Él siempre pedía que se le remitieran las muestras, pues no era muy partidario de hacer viajes. De esa forma, solucionó varios casos a nivel internacional.
Incluso, ayudó a la Policía alemana a resolver una serie de crímenes, en los que el asesino, aparte de matar a sus víctimas, se comía parte de sus cadáveres. Se demostró la culpabilidad del sospechoso.
Todavía se recuerdan algunos de sus casos más famosos. En una ocasión tuvo que analizar la firma de un cuadro de Picasso. Él sabía que el pintor malagueño firmaba sus cuadros sin una preparación previa de la misma. Sin embargo, gracias a su gran manejo del microscopio, llegó a ver que el falsificador había dibujado antes la firma con un lápiz, para luego pintar encima de la misma.
En otra ocasión, le pidieron que investigara una serie de robos ocasionados en Lyon en una serie de viviendas situadas en altura. Estuvo investigando minuciosamente las huellas dactilares encontradas, pero ninguna coincidía con las que tenía archivadas la Policía, correspondientes a los delincuentes habituales.
Más tarde, al leer un estudio sobre los monos, le pidió a la policía que le llevara a su laboratorio todos los monos de los organilleros y de los circos que había en ese momento por los alrededores. Así pudo descubrir que las huellas encontradas correspondían a un mono y, efectivamente, los objetos robados se hallaron, posteriormente,  en la vivienda de su propietario.
Lo más asombroso es que, a pesar de los avances técnicos actuales, sus principios fundamentales se siguen utilizando casi al pie de la letra. Se calcula que investigó unos 11.000 casos a lo largo de su dilatada carrera.
Es una lástima que hoy en día no sea tan conocido popularmente, como lo fue en su momento, porque creo que la sociedad le debe mucho a este personaje. Murió en 1966.

viernes, 15 de mayo de 2015

KURT HUBER, OTRO ALEMÁN ANTI-NAZI



Cuando pensamos en Alemania durante la época en que gobernaron los nazis, tenemos la sensación de que todos los alemanes “comulgaban” con esa brutal ideología, pero no fue así.
Para empezar, habría que aclarar que en las elecciones de 06/11/1932, tras de las cuales llegó Hitler al poder, los votantes fueron 35.758.259. De éstos, el NSDAP de Hitler sólo obtuvo un 33,09% del total, habiendo perdido 34 escaños, con respecto a las anteriores elecciones. O sea, nada menos que 2 millones de votos.
Mientras que el SPD (socialdemócrata) obtuvo el 20,43% y el KPD (comunista), el 16,86%. Así que, si se hubieran puesto de acuerdo estos dos partidos de izquierdas, Hitler no hubiera llegado al poder, pero había demasiadas rivalidades entre ellos. Además, argumentaba unos de sus líderes, que sólo se moverían cuando los nazis quisieran tomar el poder.
 Lo cierto es que, con tal de ir derrumbando la República de Weimar, aunque parezca mentira,  más de una vez,  el partido nazi, apoyó las huelgas convocadas por los comunistas.
Hasta el partido Zentrum, que estaba formado por católicos alemanes y grupos minoritarios de polacos que vivían en Alemania, apoyó la llegada de Hitler al poder. En fin, supongo que ellos sabrían por qué lo hicieron.
Bueno, también hay que decir que los alemanes tuvieron que soportar el mismo año de 1932, nada menos que 3 elecciones legislativas al parlamento, por falta de mayoría para formar un gobierno,  y eso ya sabemos que cansa mucho, tanto a los electores como a los candidatos. Como sabe todo el mundo, el gran problema de fondo de Alemania en esa época era su mala situación económica.
Se puede decir que el culpable de la llegada de Hitler al poder fue el político Von Papen, el cual recomendó al anciano presidente Hindenburg que le nombrara canciller, o sea, presidente del Gobierno (para entendernos, el cargo que tiene actualmente la Sra. Merkel,) y él quedaría como vicecanciller, en un puesto más político, desde donde pensaba aglutinar a todos los partidos presentes en el Gobierno y vigilar de cerca a Hitler.
No hará falta deciros que el tiro le salió por la culata. Además, hay que decir que en ese Gobierno de 11 ministros sólo había 3 nazis, sin embargo, les dejaron trabajar a su gusto y así fueron echando a los demás.
 Lo que fue una lástima es que, en la posguerra,  los jueces de los aliados  absolvieran a Von Papen de todos los cargos en su contra,  y se paseara más de una vez por Torremolinos, sin remordimiento alguno.
Bien, pues, Hitler, fue tan hábil que logró que el Parlamento le diera plenos poderes, con la excusa de poder así reflotar a Alemania en un tiempo menor y así anuló, literalmente, al parlamento alemán.
Bueno, lo cierto es que las elecciones fueron fijadas para el 05/03/1933, sin  embargo, no podemos olvidar que los nazis disponían ahora de toda la fuerza del Estado para lograr sus fines. Goering, aparte de movilizar a las SA para amedrentar al pueblo, amenazó a los policías para que utilizaran a discreción sus armas de fuego contra los manifestantes de izquierdas.
Como todo el mundo debería de saber a estas alturas, los nazis intentaron ganarse el apoyo de la gente a base de inventarse pruebas contra los comunistas, acusándoles de querer dar un golpe de Estado contra la República de Weimar. Como no fueron capaces de conseguir así el apoyo solicitado, incendiaron el parlamento y le echaron la culpa a los comunistas, presentando como culpable a un pobre infeliz y cargándole el “muerto”.
Tras el incendio, Hitler se presentó ante Hindenburg y le obligó a firmar un Decreto donde se suprimieron un montón de derechos civiles. Así que de “facto” la República de Weimar pasó a ser una dictadura.
Fue así, porque, a pesar de todos estos manejos,  Hitler no consiguió la mayoría suficiente para modificar la Constitución a su favor. Así que promulgaron la famosa Ley Habilitante de 1933, por la que se  traspasaban, por un período de 4 años, todos los poderes del Parlamento, al Gobierno.
Así eliminó a todos los diputados de la oposición que le dio la gana y ya
pudo modificar la Constitución a su gusto.
De hecho, como prohibió el PC y eliminó a 12 diputados del SPD, pues sólo quedaron 84 diputados del SPD para oponerse a esa Ley. Los demás votaron a favor.
Para asegurarse la jugada, unos meses más tarde todos los partidos, salvo el nazi, claro está, fueron disueltos por el Gobierno.
Llegados a este punto, tras un prólogo que me ha quedado un poco largo, aunque lo consideraba necesario para poder explicar la trayectoria de este personaje, voy a presentarlo.
Se trata de Kurt Huber, el cual nació en un pueblo de Suiza, en 1893, aunque sus padres eran alemanes, pero se trasladó muy pronto con su familia a Alemania.
Empezaron viviendo en Stuttgart, pero, tras la prematura muerte de su padre, toda la familia se mudó a Múnich.
Estudió nada menos que Música, Filosofía y Psicología. Parece una mezcla un poco rara, pero alcanzó el doctorado en Musicología en 1917 y en Psicología en 1920.
Desde 1926 fue un famoso profesor de Filosofía en la Universidad de Múnich y también se dedicó a investigar sobre el folklore popular.
Se dedicó a recuperar la música popular alemana, sobre todo la de Baviera y organizó muchos festivales. Incluso, se dedicó a grabar muchas canciones antiguas y animó a la gente para que le  cantara las que conociera, para poder recuperarlas del olvido.

También se hizo amigo de Carl Orff, junto al cual recopilaron los cantos de la famosa obra “Carmina Burana”. Esa de los “frailes marchosos medievales” que conoce casi todo el mundo.
Esto hizo que atrajera la atención de los nazis, pues no tenían buenos filósofos para que les prepararan una buena base ideológica a su movimiento. Supongo que también pensarían en él para falsificar la Historia de la música alemana a su gusto. Como hicieron algunos de sus colegas que colaboraron gustosamente con el régimen nazi.
En 1937, para convencerlo,  le crearon especialmente para él el puesto de director de música popular en el Instituto de Música de Berlín.
Lo cierto es que no quiso aceptar el ofrecimiento nazi, pues era incompatible con sus profundas creencias católicas.
También es posible que no tuviera buenas relaciones con los nazis, pues, tiempo atrás, se negaron a darle un puesto como profesor de Psicología, alegando que padecía desde su infancia un desorden neurológico. Lo cual era falso.
También es cierto que, en un principio, le dejaron publicar algunos de sus artículos  en el Deutsche Musikkultur, periódico nazi especializado en Música.
Sin embargo, en algunas de sus conferencias atacó el enfoque racial que se estaba dando en los estudios sobre música en su país y eso no les gustó nada.
Eso no se lo perdonaron. Así que lo degradaron y lo mandaron de vuelta a Múnich, con un puesto inferior al que tenía antes de ser catedrático.
Allí conoció a algunos integrantes de la organización “La Rosa Blanca”, formada en su mayoría por jóvenes estudiantes universitarios opuestos al régimen nazi.
Parece ser que conoció a alguno de sus integrantes en las conferencias que dio en ese centro universitario.
Realmente, en un principio, su ideología era más bien anticomunista y confió en que los nazis pudieran parar el peligro de que los soviéticos invadieran Europa, pero luego se dio cuenta, por las narraciones de sus alumnos, que habían estado combatiendo en el frente, de que la ideología nazi era igual de perniciosa que la soviética y luchó para derrotarla.
Parece ser que él fue el que redactó alguno de sus folletos, donde se definían claramente los ideales políticos de esa organización clandestina.
El 27/02/1943 fue detenido en su casa, acusado de pertenecer a esa organización de oposición al régimen nazi.
El 19/04/1943 fue juzgado en el segundo proceso contra esta organización. El juicio también fue presidido por Freisler, que era el juez de confianza de los jerarcas nazis. Evidentemente, fue condenado a muerte.
La esposa de Huber apeló, sin éxito, a Carl Orff, el cual le dijo que no podía hacer nada, porque, de lo contrario, él también estaría perdido. Es lo que suele ocurrir cuando se confía demasiado en las amistades, que te dejan tirado.
Por supuesto, los pelotas de su Universidad, tras haber sido detenido por la Gestapo, le retiraron su puesto y hasta su doctorado.
Parece ser que Orff, en la posguerra, escribió una célebre carta dirigida a su antiguo amigo, pidiéndole perdón por haberse portado de ese modo y también estrenó una obra que estaban realizando juntos.
Precisamente, lo que le salvó a Carl Orff de pasar por los tribunales de los aliados, fue “confesar” al agente de la Inteligencia USA, que le estaba interrogando, que fue muy amigo de Huber. Esto provocó que fuera puesto en libertad inmediatamente.
Aunque Huber había pedido que se aplazara su ejecución, pues estaba acabando una de sus obras, fue ejecutado, mediante la guillotina, en una prisión de Múnich, el 13/07/1943.
Junto a él fue ejecutado otro miembro de la Rosa Blanca, llamado Alexander Schmorell, que fue uno de los que lo ficharon para ingresar en ese grupo.
Como era un personaje muy conocido a nivel internacional, su ejecución provocó un escándalo en todo el mundo de la cultura.
Es curioso, porque si Huber hubiera aceptado el encargo de trabajar como filósofo para el partido nazi, no le hubiera pasado nada. Aunque parezca mentira, en la posguerra, nadie tocó un pelo a los filósofos que habían creado la ideología criminal que movió a los nazis.
Su ejecución también produjo otros efectos indeseados. Algunos estudiantes promovieron una recogida de dinero para entregarlo a su viuda, que se había quedado en la ruina. Estos estudiantes fueron denunciados por sus profesores.
De esa forma, fueron detenidos Hans Conrad Leipelt y Marie Luise Jahn. La segunda sólo fue condenada a 12 años de cárcel y luego fue liberada por los aliados. Sin embargo, el chico, que tenía 23 años, no tuvo tanta suerte. Fue condenado a muerte y guillotinado a finales de enero de 1945.

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jueves, 7 de mayo de 2015

EL CÍRCULO DE KREISAU, NO TODOS LOS ALEMANES FUERON NAZIS



Cuando se habla de la II Guerra Mundial y algunos se refieren al ejército alemán, como “el ejército nazi”, la verdad es que no me gusta nada, porque eso sería como decir que todos los que combatieron, durante nuestra guerra civil,  en el ejército nacional, eran franquistas de toda la vida.
La verdad es que, tanto en un caso como en el otro, la mayoría de los integrantes de esos ejércitos eran jóvenes a los que se había movilizado obligatoriamente sin saber ni cómo ni por qué.
Incluso, en nuestra guerra civil, se dieron muchos casos en los que unos hermanos
estaban en un bando y otros en el otro.
Esto debe de ser muy común en las guerras civiles. Precisamente, el otro día estuve leyendo algo sobre la vida del famoso general O’Donnell y me encontré que, durante las guerras carlistas, él tomó partido por el bando isabelino, mientras que su padre y el resto de sus hermanos lucharon en el bando carlista.
Bien, ahora procuraré ceñirme al tema que nos ocupa y no andarme por las ramas, como de costumbre.
A pesar de que la propaganda nazi manejada por Goebbels, nos dio siempre una idea de que Alemania era un país donde todos pensaban igual y apoyaban unánimemente la política de Hitler, poco a poco, se ha ido sabiendo que esto nunca fue así. No deberíamos de olvidar que, cuando Hitler llegó al poder casi la mitad de la gente le votó a él, pero la otra mitad votó al PC alemán.
Ya en 1940, el conde Helmuth James von Moltke, que era un noble alemán y además sobrino nieto del gran mariscal Helmuth von Moltke, intentó crear un grupo de oposición clandestina al régimen.
Es posible que estuviera influenciado en su cristianismo por su madre y su abuelo, que eran miembros destacados de la Ciencia Cristiana. Además, eran sudafricanos de origen británico. Incluso, su abuelo fue presidente del Tribunal Supremo en esa colonia británica.
Había nacido en 1907 en una zona de Silesia, que actualmente pertenece a Polonia, donde se halla su castillo-palacio de Kreisau.
En 1926, al viajar por su región, se asombró por las malas condiciones de vida de la gente. Así, poco después, se reunió con algunos profesores y universitarios para fundar el grupo de trabajo Löwenberger.
Al año siguiente, se realizó la primera reunión de este grupo, a la que asistieron unos 70 participantes y donde todos hablaron de su vida y de la forma en que se podría arreglar esta situación. En un principio, sólo fueron hombres a estas reuniones, pero ya en 1930, también lo hicieron las mujeres.

Incluso, participaron gentes venidas del socialismo, de los sindicatos, del empresariado, de la Iglesia, etc.
Para fomentar la participación en estos encuentros, se realizaban también eventos deportivos y culturales.
Este grupo dejó de reunirse a partir de la toma del poder por los nazis. Posiblemente, porque el organizador del mismo, Rosenstock-Huessy, era judío y se fue pitando a los USA, por si acaso.
Precisamente, su amigo, von Moltke, se dedicó desde 1934 a organizar la salida de muchos judíos alemanes hacia el Reino Unido.
Él mismo se fue una temporada al Reino Unido, concretamente a Oxford, para acabar su formación en Derecho. Seguramente lo hizo por si un día tuviera también que abandonar su país.
Incluso, cedió partes de su finca en Kreisau para que los trabajadores jóvenes pudieran montar nuevos negocios rurales.
Helmuth se reunió con algunos amigos suyos, procedentes de diversos sectores de la sociedad alemana, para intentar crear un grupo que se dedicara a organizar el futuro de Alemania, tras la II Guerra Mundial, y la previsible caída del nazismo.
Solían reunirse en Berlín, pero en algunas ocasiones lo hicieron también en el castillo de Kreisau, propiedad de von Moltke y, por ello, le pusieron ese nombre a este grupo.
Los principales dirigentes de este movimiento, aparte de von Moltke, fueron Peter Graf Yorck von Wartenburg y Adam von Trott zu Solz.
Al igual que von Moltke, Yorck, era nieto de un famoso general prusiano de la época napoleónica.
Además de estos y otros nobles, también había en el grupo otro tipo de gentes como dos jesuitas, dos pastores luteranos, liberales, monárquicos, terratenientes, empresarios, etc. Lo que más les unía era su oposición al nazismo y a la subcultura que había generado entre las masas.
Para ellos, en la posguerra, sería vital regenerar a la sociedad alemana, respetando todas las libertades básicas, con un poder central débil y diluido en comunidades autónomas.
Parece ser que el grupo ya había sido detectado por la eficaz Gestapo, pero, en principio, no los detuvieron, al no ver que representaran un peligro para el régimen.
En cuanto a la ideología del grupo, ya veréis que coincide con los actuales objetivos de la UE, porque algunos de sus miembros estuvieron entre los fundadores del Mercado Común Europeo, hoy Unión Europea.
Para ellos, el Cristianismo tenía que ser el que hiciera la renovación de la moral del país. Para lo cual, querían montar un nuevo Estado de Derecho, que tuviera en cuenta el humanitarismo y fuera de carácter federal. Evidentemente, habría de garantizar las libertades de culto y de conciencia, a fin de respetar las ideas de cada uno.
Hacían mucho hincapié en que fuera una verdadera democracia, pero no dejar que se convirtiera en una partitocracia, porque se había demostrado que ésta era la que había dejado triunfar al nazismo. Deberíamos tomar buena nota en España sobre este tema.
Buscaban que hubiera una paz duradera en Europa y, para poder garantizarla, querían que el país se sumara a una gran alianza europea, que tuviera una política exterior y una defensa, que fueran comunes. Así, los gobiernos no tendrían la soberanía suficiente para comenzar una guerra cada uno por su cuenta. Seguro que todo esto os irá sonando de algo.
La mayoría de ellos eran gente de paz y no pretendían hacer ningún atentado y mucho menos contra Hitler, para poder alcanzar sus objetivos.
Mantenían contactos con otros grupos más radicales, pero no se sumaron a ellos hasta la detención de von Moltke, a principios de 1944. A partir de entonces, muchos de ellos se pasaron al grupo de Klaus von Stauffenberg, el militar que intentó asesinar a Hitler en julio de 1944, fracasando en el intento.
Tras este atentado, el régimen tuvo las manos libres para eliminar a todos los opositores que le diera la gana y eso fue lo que hizo.
También hay que reconocer que, a esas alturas de la II Guerra Mundial, a los aliados les interesaba que Hitler siguiera en el poder, pues estaba tomando una serie de decisiones precipitadas y erróneas, que les venían muy bien al otro bando para poder ganar la guerra. A lo mejor, por eso, no ayudaron al grupo opositor de von Stauffenberg.
Tras ese atentado fracasado, los nazis, aprovecharon para detener a todo el que les estuviera molestando, independientemente de que hubiera estado metido o no en el complot. Tenían a la opinión pública de su lado.
Muchos de los detenidos fueron llevados a presencia del carnicero juez Freisler, al que ya dediqué hace tiempo uno de mis artículos.
Como siempre, les hizo uno de sus espectaculares “juicios”, que consistía en poner a parir en la sala a todos los reos que pusieron delante de él y luego ordenar su ejecución inmediata.
Así, varios de ellos terminaron sus días ante el verdugo y sus restos, por orden directa de Himmler, en forma de cenizas, lanzados sobre zonas de aguas residuales.
Entre los ejecutados tenemos a Alfred Delp, sacerdote jesuita. También al periodista y socialista Theodor Haubach, que ya había estado varias veces en la cárcel a causa de su filiación política.
Por otra parte, Hans Bernd von Haeften, jurista y diplomático, que siempre apoyó un golpe contra el nazismo, pero se opuso frontalmente al asesinato de Hitler, a causa de sus creencias religiosas. Incluso, persuadió a su hermano para que no lo hiciera.
Lo cierto es que de nada le sirvió que su madre fuera pariente del mariscal von Brauchitsch, que llegó a ser general en jefe del ejército alemán. Fue llevado ante el ya mencionado juez Freisler, que le calificó como “enviado del diablo” y, lógicamente, sentenciado y ejecutado.
Otros, como Horst von Einsiedel, tuvieron distinta suerte. Concretamente, éste no murió a causa de los nazis, sino en 1947, cuando los soviéticos le internaron en el antiguo campo de concentración de Sachsenhausen, acusado de ser un espía USA.
Algunos se salvaron de las garras de las SS, como Otto Heinrich von der Gablentz, que luego sería uno de los miembros fundadores de la CDU.
Otro del círculo que tuvo suerte fue Eugen Gerstenmaier, teólogo luterano, que sólo fue condenado a 7 años de prisión y luego liberado por los aliados. Posteriormente, fue presidente de la CDU y del Bundestag, o sea,  el congreso de diputados alemán.
En el caso del jurista Paulus van Husen, que había llegado a pedir, en alguna reunión del círculo, que se tomaran medidas a nivel internacional, cuando acabara la guerra, contra los criminales nazis, sólo le cayeron 3 años de cárcel y fue liberado por las tropas soviéticas que invadieron Alemania. Posteriormente, fue otro de los fundadores de la CDU y presidente del Tribunal Constitucional en Renania del norte-Westfalia.
El jesuita Lothar König, que hizo una labor callada y eficiente de oposición al nazismo, fue advertido de que le iban a arrestar y logró esconderse hasta el fin de la guerra en los túneles del Metro. Como vivió en condiciones muy precarias cogió una grave enfermedad que le llevó a la muerte en 1946. Llegó a obtener documentación muy valiosa sobre los campos de exterminio nazis y la envió a Roma
En el caso del militante izquierdista, Julius Leber, fue denunciado y detenido antes del intento de golpe de Estado. Ya lo había estado en otras múltiples ocasiones. No le pudieron sacar ninguna confesión, sin embargo, le condenaron y ejecutaron en la horca.
El abogado y funcionario Hans Lukaschek tuvo mucha más suerte. Siempre había luchado por una buena coexistencia con los polacos, por lo que los nazis le obligaron a dejar sus cargos en la Administración Pública. Incluso, ayudó a emigrar a muchos judíos.
A pesar de haber sufrido mucho por las torturas padecidas durante los interrogatorios, llegó al Tribunal Popular cuando ya había fallecido el famoso y carnicero juez. Así que su caso fue sobreseído por falta de pruebas y puesto en libertad.
Ya en la posguerra, fue ministro con Adenauer y luego vicepresidente de Caritas, hasta su muerte.
Carlo Mierendorff, fue un socialista, que llegó a ser jefe del grupo del SPD en el parlamento alemán y un conocido enemigo de los nazis. Cuando éstos llegaron al poder, se exilió en Suiza, pero 5 años después volvió, siendo encarcelado en varios campos de concentración. En 1938 logro ser puesto en libertad y contactó con el grupo, donde estaba su íntimo amigo Haubach.
Tuvo mala suerte, pues murió a causa de un bombardeo aliado en Leipzig, en 1943.
El caso de Hans Peters fue diferente. Se trataba de un profesor de Derecho en Breslau y de filiación católica. Apoyó a varios grupos de resistencia a los nazis. Cedió muchas veces su apartamento en Charlottenburg para que estos grupos hicieran allí sus reuniones, por lo que es extraño que no fuera detenido tras el intento de golpe.
En la posguerra, fue fundador de la CDU, concejal en Berlín y profesor en la Universidad Humboldt y luego en la de Colonia.
Parecido fue el caso del capellán y pastor protestante Harald Poelchau. Éste, aparte de asistir a algunas reuniones con esta organización, también participó en otra llamada
"Tío Emilio”.
Se dedicó a dar protección a los perseguidos, acogiéndolos en su apartamento y aportándoles comida, documentación falsa y billetes de transporte para poder salir de Alemania.
No fue capturado y, como era capellán en la prisión donde estaban sus compañeros, les sirvió como intermediario para comunicar con sus respectivas familias, aparte de suministrarles comida en buen estado. Por todos esos buenos actos fue premiado en 1972 por Israel con el nombramiento de justo entre las naciones.
Adolf Reichwein tuvo peor suerte. Posiblemente, por ser ya muy conocido por ellos. Se trataba de un afamado pedagogo al que los nazis, cuando llegaron al poder,  habían expulsado de la Academia Pedagógica de Halle. Realmente, se puede decir que era un hombre con unas ideas muy interesantes y poco conocidas hoy en día. Algunos dicen que hubiera sido el ministro de Cultura, si hubieran conseguido derrotar al nazismo.
Desgraciadamente, fue capturado y, más tarde, “juzgado” por el carnicero juez Freisler, y ejecutado junto con otros compañeros. Es curioso, porque este Freisler procedía de las filas comunistas y a lo mejor es que quería, con sus condenas,  hacer méritos entre los nazis.
En el caso del sacerdote jesuita Augustin Rösch, que fue uno de los jefes de los jesuitas en Alemania y puso en contacto a varias organizaciones anti-nazis, le fue algo mejor. Fue capturado y salvajemente golpeado en los interrogatorios, pero luego le enviaron a Dachau, donde le liberaron los aliados.
El militar Theodor Stelzer también tuvo suerte, pues, aunque fue descubierto, juzgado y condenado a muerte, algunos amigos influyentes consiguieron que se aplazara su ejecución y luego fue liberado.
En la posguerra fue uno de los fundadores del CDU y presidente del Estado de Schleswig-Holstein, fronterizo con Dinamarca. También fundó la asociación “Mundus Christianus”, desde donde difundió la ideología del círculo de Kreisau.
El economista Carl Dietrich von Trotha ayudó a los perseguidos desde dentro de la Administración, como funcionario del Reich, aunque siempre fue un ferviente anti-nazi y un ideólogo de una futura unión europea. También contactó con sindicalistas ilegales de cara al futuro, si llegaban a ocupar el poder.
No fue capturado, así que sobrevivió y en la posguerra se dedicó a organizar reuniones ecuménicas, como la del Consejo Mundial de Iglesias, celebrada en Amsterdam en 1948. También estuvo presente en Estrasburgo en las negociaciones celebradas para intentar conseguir una Europa unida.
El aristócrata Adam von Trott zu Solz se hizo funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores y miembro del partido nazi para no levantar sospechas.
Fue muy amigo de Stauffenberg y partidario del asesinato de Hitler, por lo que tras haber fracasado este intento, fue capturado en el propio ministerio, juzgado y ejecutado.
El noble Peter Yorck von Wartenburg, muy amigo de von Moltke, tampoco tuvo suerte. Trabajó durante varios años como asesor del Gobierno, pero se le apartó del mismo por oponerse al nazismo.
Antes de pertenecer al círculo de Kreisau, había estado en otras organizaciones afines. Incluso, prestó su finca en Silesia, para realizar algunas de sus reuniones.
Participó en el frustrado golpe de Estado de von Stauffenberg, así que fue capturado por la Gestapo y llevado ante el mencionado juez, el cual lo condenó a muerte y lo ejecutaron ese mismo día.
Su esposa, Marion, también fue encarcelada durante varios meses y puesta en libertad con la llegada de los aliados. En la posguerra trabajó como juez y llegó a presidir la Gran Corte Penal de Berlín.
Por último, Freya, la esposa de  von Moltke, también abogada como él, le apoyó para formar ese grupo y organizaron juntos las 3 reuniones principales que se dieron en su mansión entre 1942 y 1943.
En enero de 1944, su marido fue capturado cuando iba a advertir a un amigo suyo, que estaba siendo vigilado por la policía. No llegó a formar parte del golpe, pero fue “juzgado” y condenado como si hubiera participado en él. Luego fue ejecutado.
Tras la llegada de las tropas soviéticas, la esposa y los hijos de von Moltke cayeron bajo su protección. No obstante, un amigo USA le recomendó que se fueran de Kreisau. Primero vivieron en Sudáfrica en casa de unos parientes y luego volvieron a Alemania, para emigrar, más tarde, a los USA, residiendo en el Estado de Vermont.
Fue una gran difusora de las ideas paneuropeas de su marido y del círculo y así quiso demostrar que no todos los alemanes fueron nazis.
También promovió, como su marido, el entendimiento entre Alemania y Polonia. Su residencia en Kreisau fue restaurada y en 1998 se inauguró allí la sede del Centro Internacional de la Juventud Kreisau. Ella asistió a su inauguración, junto con el canciller federal Helmut Kohl. También se creó una fundación para darle apoyo financiero a este centro.
Incluso, se reunió en 2004 con el canciller Schroeder en una ofrenda floral para honrar a todos los resistentes anti-nazis y, en 2007, con Ángela Merkel, para conmemorar el centenario del nacimiento de su marido, al que la canciller calificó como un símbolo de “valor europeo”.