ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

martes, 30 de agosto de 2016

EL FAMOSO ATENTADO DE SARAJEVO



Gavrilo Princip nació en 1894 en una aldea de Bosnia. Era uno de los nueve hijos, que trajeron sus padres al mundo, de los que 6 murieron durante la infancia. Su familia era muy modesta y se dedicaba a la agricultura, en un terreno alquilado. Los dueños de las tierras en
Bosnia solían ser los turcos. También, su padre, se dedicaba al transporte de mercancías en carretas hacia Dalmacia.
Parece ser que el sacerdote ortodoxo que lo bautizó se empeñó en que le pusieran ese nombre, porque así protegería al bebé el arcángel Gabriel.
El chico era muy estudioso y a base de becas, pudo realizar ciertos estudios. Incluso, su hermano, intentó meterlo en una academia militar, aunque luego cambió de idea y lo matriculó en una Escuela de Comercio.
En 1910, Princip, fue un gran admirador del terrorista Zerajic y confesó que muchas noches fue a meditar junto a su tumba.
En 1911, decidió unirse a la Joven Bosnia, una organización que buscaba la separación del Imperio y la unión con el reino de Serbia.
En 1912, fue expulsado de la Escuela de Comercio, por haber participado en una manifestación contra el Imperio.
De allí se fue andando hasta Belgrado, donde se ofreció como voluntario para integrar las guerrillas que luchaban contra los turcos. A pesar de su buena voluntad, fue rechazado debido a su baja estatura.
Regresó muy desmoralizado a Sarajevo, donde se encontró con miembros de otras organizaciones y allí fue donde recibió formación en el uso de  armas y  bombas.
En 1913, el Gobierno del Imperio prohibió muchas organizaciones nacionalistas  y culturales serbias. En especial, las que estaban en el territorio de Bosnia-Herzegovina, donde, por entonces,  gobernaba Potiorek. No hay que olvidar que ya existían malas relaciones entre el Imperio y el reino de Serbia.
De todos es sabido que el 28/06/1914, el archiduque Francisco Fernando y su esposa Sofía Chotek, una aristócrata de origen checo,  visitaron Sarajevo, donde aparte de saludar a las autoridades, pensaban inaugurar un nuevo museo.
Precisamente, ese día era su decimocuarto aniversario de boda y, según dicen, por eso se les permitió viajar juntos, porque, habitualmente, lo tenían prohibido.
Lo curioso es que el Gobierno austriaco no les aportó la correspondiente escolta, como solían hacer siempre, lo cual ya es muy sospechoso.
Realmente, como él era el inspector general del Ejército del Imperio Austro-Húngaro, estuvo presenciando las maniobras que se hacían todos los años por esa fecha y que ese año se hicieron en el territorio de Bosnia-Herzegovina. Luego, la pareja aprovechó ese viaje para dirigirse a Sarajevo, adonde habían sido invitados por el gobernador militar, Potiorek.
Esta unión nunca fue bien vista por Francisco José y, por ello, les hicieron firmar que los hijos que tuvieran nunca tendrían derechos sobre el trono, porque a ella la consideraron de categoría inferior a él. Por eso, nunca podía ir en público a su lado. Las tonterías del protocolo.
De hecho, para que el emperador consintiera ese matrimonio, tuvieron que hacer de intermediarios delegados del Papa León XIII, del zar Nicolás II de Rusia y del káiser Guillermo II de Alemania. Al final, lograron convencerle. Así que se casaron y tuvieron tres hijos.
También hay que decir que a los serbios no les hizo ninguna gracia que eligieran ese día para la visita, pues era un día festivo en Serbia, donde se recordaba una importante victoria , lograda en 1389, en Kosovo, sobre los turcos.
Incluso, es preciso recordar que el archiduque estaba en el punto de mira de los nacionalistas serbios, porque, se rumoreaba que, cuando llegara al trono pretendía dar mayor libertad a los diferentes territorios que componían el Imperio para crear una especie de Estados Unidos monárquicos.
Evidentemente, esto no les hacia ninguna gracia a los nacionalistas serbios, porque les iba a estropear su sueño de crear la Gran Serbia.
Incluso, se afirmaba que el archiduque ya tenía un gabinete en la sombra, trabajando en estas ideas, para ponerlas en práctica a la muerte del emperador.
El heredero y su esposa llegaron por la mañana, en tren, a Sarajevo. Allí les esperaban las autoridades, presididas por el gobernador Potiorek.
La comitiva se componía de 6 coches. Parece ser que los agentes de seguridad se montaron, por error, en el primer coche, en lugar de hacerlo en otro más próximo al tercero, que es donde viajaban las personalidades, que, se supone,  debían proteger.
Así que en el primero se montaron el jefe de seguridad, junto con varios agentes locales. En el segundo, iban el alcalde y el jefe de la Policía de Sarajevo.
En el tercero, iban el archiduque y su esposa, junto al gobernador Potiorek y un teniente coronel austriaco.
Efectuaron una primera visita de inspección a un cuartel, para luego continuar viaje, como estaba previsto,  hacia el ayuntamiento de Sarajevo.
La comitiva pasó por un lugar donde había varios terroristas esperándole. Los dos primeros, que estaban armados, no pudieron reaccionar a tiempo.
Sin embargo, el tercero, que estaba en la acera de enfrente, lanzó una bomba, la cual golpeó la capota del coche y rebotó hacía atrás, estallando delante del cuarto coche e hiriendo a unas 20 personas. Otros dicen que fue el archiduque el que la desvió con su brazo hacia atrás.
A partir de ahí, los coches de la comitiva aceleraron y consiguieron llegar al ayuntamiento. Mientras tanto,  el terrorista se tragó su cápsula de veneno y se tiró al río. Eso no fue muy efectivo, porque el veneno no estaba en buen estado y el río estaba casi seco. Así que lo detuvieron enseguida. La Policía lo tuvo que proteger antes de que la gente lo matara a palos.
Posteriormente, el heredero y su esposa, fueron recibidos por el alcalde, que no sabía lo que había ocurrido, el cual, cuando iba a pronunciar el discurso de bienvenida, fue interrumpido por el archiduque, que estaba bastante cabreado. Menos mal que su mujer lo calmó y el alcalde pudo seguir con su discurso.
Luego, el heredero,  leyó el suyo, acabando por dar las gracias al pueblo de Sarajevo, que se había alegrado por el fracaso del intento de
asesinato. También aprovechó para enviar un telegrama al emperador, explicando lo sucedido y diciendo que ambos habían resultado ilesos.
De todas formas, Francisco Fernando, insistió en que quería ir al hospital a visitar a los heridos, cancelando el resto de los actos en la ciudad.
El gobernador Potiorek decidió que sería mejor seguir un camino recto hasta llegar al hospital, pero se le olvidó comunicárselo al conductor.
Parece ser que, en cierto momento,  el gobernador le indicó al conductor que diera la vuelta, para tomar el otro camino y llegar más rápidamente al hospital.
Mientras tanto, Princip, tras saber que el atentado había resultado fallido, se fue a una cervecería para confundirse entre la gente. Cuál no sería su sorpresa, cuando, por una ventana del bar vio el coche del heredero, maniobrando lentamente para dar la vuelta.
No se lo pensó más y salió a la calle, disparando dos veces a unos 5 metros del coche. La primera bala alcanzó a Francisco Fernando y la segunda a su esposa.
Los dos estaban heridos de gravedad. Fueron llevados a toda prisa a la residencia del gobernador. Sofía murió antes de llegar y él unos minutos más tarde.
Parece ser que el archiduque era un hombre al que le gustaba vestir con gran elegancia, así que solía hacerse coser las solapas del uniforme, para que no se le movieran con el viento. Dicen que este hecho fue un obstáculo para poder
abrirle rápidamente la guerrera y taponar la salida de sangre de la herida.
Los restos mortales de los archiduques fueron llevados a la ciudad costera de Trieste, lugar donde se celebraron los primeros funerales en su honor.
Los ataúdes fueron llevados a hombros de oficiales de la Armada, porque, a juicio de ellos, este cuerpo militar había sido muy bien tratado por el difunto y le estaban muy agradecidos.
Actualmente, sus restos reposan en la cripta de su castillo de Artstetten, en la Baja Austria, donde existe un museo dedicado a ellos.
Todos los implicados en este atentado fueron capturados. Unos enseguida y otros, un poco  más tarde.
Tras el asesinato de los archiduques se hizo todo un progrom anti-serbio en Sarajevo. Este duró hasta el día siguiente.
Algunos autores dijeron que “Sarajevo fue el frenesí del odio”. Los que hicieron ese progrom no fueron los austriacos, sino los croatas y los musulmanes contra los serbios. También hubo disturbios contra los serbios en Zagreb y en Dubrovnik.
El Gobierno imperial encarceló a unos 5.000 serbios, condenando a muerte a unos 460, y dejando que la milicia de voluntarios, llamada “Schutzkorps”,  los persiguiera y matara a algunos de ellos.
Esta milicia estaba compuesta por unos 20.000 voluntarios croatas y bosnios. Se dedicaron, principalmente, a la limpieza étnica de los serbios y les obligaron a salir de Bosnia-Herzegovina.
No estaría de más indicar que, al igual que los serbios tenían una ideología nacionalista, que les hacía soñar con la Gran Serbia, los croatas, tenían otra igual que les hacía soñar con la Gran Croacia. De esto, ya hablaré en otro artículo.
También se produjeron saqueos en Sarajevo en las tiendas propiedad de los serbios. Durante unas horas, reinó el caos en esa ciudad, con la complicidad de las autoridades austriacas.
Algunos de los implicados en ese acto terrorista, supongo que, tras un duro interrogatorio, confesaron que las órdenes procedían de tres militares serbios: Dimitrijevic, Ciganovic y Tankosic. Con esto, quedaba claro que no era un simple atentado terrorista, sino un acto de agresión por parte de otro país, con el que ya estaban anteriormente enemistados.
Evidentemente, este acto les sirvió muy bien como pretexto  para declarar la guerra a Serbia. Antes de ello, el 23/07, el Gobierno austriaco, envió un ultimátum con 10 puntos, con unas exigencias bastante humillantes,  a Belgrado.
Sorprendentemente, Serbia aceptó todos menos el número 6, que se refería a la aceptación de policías austriacos para investigar el asesinato dentro de Serbia. Eso le sirvió muy bien de excusa al Imperio. El 28/07 comenzó el ataque del Imperio a Serbia.
Mientras tanto, el juicio contra los asesinos del heredero y su esposa se celebró en Sarajevo entre los días 12 y 23 de octubre y el fallo se supo el 28 del mismo mes.
La estrategia de los abogados defensores fue que los mayores de edad, que podrían ser condenados a muerte, dijeran que habían sido amenazados para perpetrar el acto.
Mientras que los menores intentaron en todo momento camuflar que la Inteligencia serbia se hallaba detrás de la organización del magnicidio.
No obstante, el tribunal dio por probado que, aparte de los implicados, los servicios de Inteligencia de Serbia, habían estado implicados en estos asesinatos. Ese fue el pretexto para declarar la guerra.
Siguiendo la Ley vigente en el Imperio, los menores de 20 años eran menores de edad y no podrían ser condenados a muerte, aunque, realmente, Bosnia-Herzegovina, no era parte integrante del Imperio, sino un protectorado.
Hubo ciertas discusiones acerca de la edad de Prinzip, parece ser que cumplía los 20 años el 25 de julio de 1914. Lógicamente, cuando cometió el crimen aún no los había cumplido. Este error vino dado, por una divergencia en el mes de nacimiento entre los libros del registro y los parroquiales. Se optó por dar validez a los últimos.
Se dictaron 5 condenadas a muerte. Sin embargo, como el ministro de Finanzas y nuevo gobernador de Bosnia, había pedido clemencia al emperador, se conmutaron dos de ellas por la pena de 20 años de cárcel.
En resumen, tres condenas a muerte, que fueron ejecutadas mediante ahorcamiento,  el 03/02/1915, y una a cadena perpetua. Cinco condenados a 20 años, entre ellos, Gavrilo Princip. Siete condenados a diversas penas de cárcel. Finalmente, otros 9 más fueron absueltos y puestos en libertad.
Uno de los condenados a 20 años pidió perdón por carta a los hijos de los asesinados y éstos le contestaron, perdonándole sus crímenes. Éste también murió de tuberculosis en la misma cárcel que Gavrilo Princip, situada en Terezin, actualmente, en la República Checa.
Parece ser que la situación de Princip en la cárcel no era muy buena, pues debía de permanecer todo el día con un brazo encadenado, sin poder moverlo. Eso hizo que, con el tiempo, tuvieran que amputárselo.
Tampoco podía recibir visitas. Estaba encerrado en una celda, completamente aislado de los además y ni siquiera su familia sabía en qué cárcel se encontraba.
Princip murió el 28/04/1918 en la prisión de Terezin, debilitado por su enfermedad y por la desnutrición, debida al maltrato, las condiciones insalubres de su celda  y  la guerra. En sus últimos días, sólo pesaba unos 40 kg.
Tras su muerte, su cuerpo fue enterrado en una tumba sin nombre. No obstante, un soldado checo, pudo hacer un esquema, indicando la situación de la misma.
En 1920, ese esquema les fue de mucha utilidad a los serbios para desenterrar su cadáver y trasladarlo a una capilla en Sarajevo, donde se le enterró junto con otros héroes de San Vito.
La pistola utilizada por Princip, junto con la camisa sangrienta del archiduque, fueron regalados a un sacerdote jesuita, amigo de la pareja, a los que dio la extremaunción.
Posteriormente, se han prestado, para su exhibición pública, en el Museo de Historia Militar, en Viena y allí es donde ahora se encuentran.
Otra cosa curiosa es la casa donde vivió Princip en Sarajevo. Durante la I Guerra Mundial fue destruida por vez primera.
En la posguerra, fue reconstruida, por orden del nuevo Gobierno del reino  de Yugoslavia, para que fuera un museo.
En 1941, durante la II Guerra Mundial, Yugoslavia fue invadida
por los alemanes. Esta vez, la casa, fue destruida por los colaboracionistas croatas.
En 1944, el nuevo Gobierno comunista de Yugoslavia ordenó que fuera reconstruida y que volviera a ser un museo. Incluso, se hizo otro museo dedicado a este personaje en Sarajevo.
En los años 90, durante las guerras en Yugoslavia, esta casa, fue destruida por tercera vez y aún no ha sido reconstruida.
Sin embargo, en 2014, se ha inaugurado la reconstrucción casa natal de Gavrilo Princip, en su aldea, en la actual Bosnia-Herzegovina. Esta había sido incendiada por las tropas croatas en 1995.
Hoy en día, sigue en discusión la figura de Princip. Mientras que, para los serbios, fue un auténtico héroe, para los croatas y bosnios, sólo fue un terrorista.

domingo, 28 de agosto de 2016

DRAGUTIN DIMITRIJEVIC, EL CEREBRO DEL ATENTADO DE SARAJEVO



Recuerdo que, en cierta ocasión, estuve viendo una película francesa, titulada “Les espions”, estrenada en 1957 y dirigida por Henri Georges Clouzot.  En ella, se trataba de una reunión de agentes de espionaje en una clínica a las afueras de una ciudad. Me llamó mucho la atención de que los espías, cuando les preguntaban para quién trabajaban,  respondían que ellos sólo conocían a la persona a la que transmitían su información, pero que luego no sabían a dónde iban esos datos.
Me ha venido esto a la cabeza, cuando he empezado a escribir este artículo, y más adelante descubriréis el motivo.
Nuestro personaje de hoy se llamaba Dragutin Dimitrijevic y nació en Belgrado, la capital de Serbia, en agosto de 1876.
Según era habitual, por entonces, en todos los países,  ingresó en la Academia Militar con sólo 16 años y, debido a sus elevadas notas, fue destinado, nada más graduarse, al Estado Mayor. Por lo visto, le esperaba un gran futuro en el Ejército.
Hay quien dice que el apodo de Apis se lo pusieron en el Instituto, por ser muy trabajador y disciplinado, como una abeja.
Siempre fue muy nacionalista y no le gustaba nada que el monarca serbio estuviera supeditado a la voluntad del Imperio Austro-Húngaro.
En 1901, con sólo 25 años, organizó el primer intento de atentado contra la familia real. Quiso aprovechar un baile en el cual se festejaba el cumpleaños de la reina, pero fracasó en el intento.
Sin embargo, en 1903, tuvieron más suerte. Parece ser que el rey quería hacer una purga de conspiradores en el Ejército. Así que los confabulados no tuvieron más remedio que acelerar los preparativos para un nuevo atentado, antes de que los capturaran.
Como ya mencioné en mi anterior artículo, un grupo de oficiales, consiguió penetrar en el palacio y reducir a la guardia real.
Luego, fueron buscando piso por piso a los monarcas. Incluso, utilizando explosivos contra las puertas que estaban cerradas.
Por fin, encontraron a los reyes escondidos en un pasadizo secreto. Les engañaron diciéndoles que salieran, porque no les iba a pasar nada.
En cuanto lo hicieron, recibieron decenas de disparos y luego fueron rematados con los sables de los oficiales.
Dragutin no salió tampoco ileso del incidente, pues fue alcanzado por tres disparos, que casi le cuestan la vida. Nunca pudieron extraerle esas balas.
Posteriormente, recibió una felicitación oficial del Parlamento serbio, que le trató como si fuera un héroe nacional.
Por esta época, también se dice que el apodo de Apis se lo pusieron sus seguidores, por el dios toro egipcio Apis, dado que nuestro personaje era muy corpulento.
El nuevo rey Pedro I, buscó en la persona de Dragutin, el mejor escolta para su hijo y por entonces, príncipe heredero, Jorge, aunque éste,  luego, perdiera esa condición por maltratar a un sirviente.

Este grupo de militares conspiradores y regicidas llegaron a tener mucho poder en la nueva Serbia. De hecho, algunos de ellos, participaron en el Gobierno, aunque el primer ministro, el radical Pasic, intentó cesarlos en cuanto pudo, porque no se fiaba de ellos.
A partir de 1911 fue nombrado profesor de Táctica en la Academia Militar, donde, según dicen, lo único que hacía con los cadetes era formar nuevos radicales serbios.
Visitó varios países, para tomar nota sobre las nuevas tácticas militares. Es posible que esto le sirviera, durante las guerras balcánicas, para que sus tropas obtuvieran ciertas victorias en ese conflicto.
Realmente, su máxima preocupación consistía en que los eslavos que vivían dentro de las fronteras del Imperio Austro-Húngaro, pasaran a formar parte de la anhelada Gran Serbia.
En 1911, fundó un grupo de carácter nacionalista y terrorista, llamado Unión o Muerte. Más tarde, conocido vulgarmente como la Mano Negra. No sé hasta qué punto estaría implicado el Gobierno serbio en este asunto.
Para ingresar en esta organización había que pronunciar el presente juramento: “Juro por Dios, por mi honor y por mi vida que me llevaré todos los secretos de esta organización a la tumba conmigo”.
También apoyó a otros movimientos similares, como la Joven Bosnia, en Sarajevo; un movimiento de intelectuales croatas partidarios de la fundación de Yugoslavia y otro grupo, llamado Komitien, en Macedonia.
Para estrenarse, nada menos que intentó matar al emperador Francisco José, el marido de la famosa Sissi, pero fracasó en el intento.
No obstante, desconozco si estaría implicado en el intento de asesinato del general austriaco Veresanin, en Bosnia, por parte de un joven serbio de 22 años, Bogdan Zerajic, nacido en una pequeña localidad de Herzegovina. El terrorista disparó 5 tiros al general, pero no consiguió matarle, y luego se suicidó con la última bala que le quedaba.
Parece ser que Zerajic fue todo un modelo para la radicalizada  juventud de Bosnia y el mismo Prinzip declaró que pasó muchas noches meditando junto a su tumba. Por entonces, ya padecía la tuberculosis que le llevó a la tumba.
En 1913, cuando Dragutin ya era teniente coronel, aumentó su poder cuando fue nombrado jefe de la Inteligencia serbia. O sea, que ya tendría en su poder los agentes oficiales del Estado y los clandestinos de su organización. Aunque yo no sé si sería muy secreta, porque, actualmente,  están publicados sus estatutos, como si fueran los de una comunidad de propietarios.
Una cosa que le estaba preocupando mucho es que el heredero al trono del Imperio, Francisco Fernando, había prometido, que, cuando él llegara al trono, daría mayores libertades a todos los súbditos, incluidos los serbios que vivían en su territorio. Incluso, convertiría el Imperio en un Estado federal bajo una misma corona. Algo así, como unos Estados Unidos monárquicos.
Desde luego, eso iba a parar en seco los planes de crecimiento de Serbia y a los nacionalistas serbios no les hizo ninguna gracia.
En un principio, pensaron cargarse al gobernador militar de Bosnia, el general Oskar Potiorek, y enviaron a un matón para allá. Lo cierto es que no llegó a cometer el atentado y salió huyendo.
Casualmente, Dragutin, se enteró de que el archiduque estaba planeando visitar Sarajevo. Recordemos que Bosnia-Herzegovina era un territorio que había sido anexionado por el Imperio hacía sólo 6 años y que Serbia también lo reivindicaba como suyo.
Así que, ni corto ni perezoso, envió para allá a tres miembros del grupo Joven Bosnia, una especie de sucursal de su grupo terrorista, y a otros cuatro serbios con instrucciones de
matar al heredero a la corona.
Parece ser que uno de los colaboradores de Dragutin no le era leal a él, sino al presidente Pasic y, regularmente, le pasaba informes sobre las actividades de nuestro personaje.
Según parece,  Pasic consideraba que lo que venía haciendo, hasta la fecha, no era demasiado peligroso, y lo dejó seguir haciendo. A lo mejor, era una estrategia para cesarlo en cuanto pudiera, lo cual era difícil, porque Dragutin tenía buenos apoyos dentro del Ejército y ese era uno de los principales apoyos del régimen.
Sin embargo, cuando Pasic se enteró de los planes para asesinar al heredero, dio instrucciones de detener en la frontera a los agentes enviados por Dragutin. No obstante, como eso no se hizo, éstos pudieron reunirse en Bosnia con el resto de los implicados en el atentado.
Para no alargar demasiado este artículo, los detalles de ese atentado, los comentaré en otro artículo dedicado en exclusiva a ese grave incidente.
Antes de ello, nuestro personaje se había entrevistado con el jefe de la Mano Negra en Bosnia, un tal Danilo Ilic, donde organizaron los planes para el magnicidio.
Mientras tanto, uno de sus adjuntos, el mayor Tankosic, concentró a los terroristas, los entrenó, distribuyó las armas, el dinero y los planos. También les dio a conocer un túnel para el paso clandestino entre los dos países.
Por lo visto, Ilic, fue el que repartió a los terroristas por la ciudad y los fue colocando en los sitios, por donde se suponía que iba a pasar la comitiva.
Dragutin, como todo criminal que ha hecho de las suyas y ha descubierto que no le había pasado nada, incluso había ascendido a coronel, más adelante, intentó asesinar al káiser y en otra ocasión, hasta al zar de Bulgaria.
No se contentó con intentar asesinar monarcas de países enemigos, sino que también lo intentó con los de los países aliados al suyo, como los reyes de Grecia o de Montenegro.
Incluso, algunos dicen que tenía in mente cargarse también a su propio rey y a su heredero, el príncipe Alejandro. Evidentemente, esto ya era demasiado para el Gobierno de Serbia.
Parece ser que a principios de 1917, Serbia inició conversaciones secretas de paz con el Imperio, que se llevaron a cabo en Ginebra.
El nuevo emperador, Carlos I, establecía una condición muy clara, que Serbia no volviera a revolucionar a los serbios que vivían dentro del Imperio.
Se dice que el príncipe heredero tenía ganas de quitarse del medio al grupo de oficiales, liderados por Dragutin, porque habían acumulado demasiado poder y le podrían estorbar en su posterior reinado o porque no le permitirían realizar, por separado,  conversaciones de paz con el Imperio. Incluso, algunos afirman que querían cerrarles la boca para que no confesaran que el Gobierno serbio estaba detrás de este atentado.
Así que en marzo de 1917, Dragutin, fue detenido, junto con varios de sus colaboradores, acusados de un intento de atentado contra el
príncipe Alejandro, heredero a la corona de Serbia.
Se hizo contra ellos un Consejo de Guerra en la zona de Tesalónica, donde se les imputó el mencionado intento de atentado. El ejército serbio había sido evacuado a esa zona de Grecia, huyendo del austro-húngaro.
En mayo del mismo año, el tribunal, pronunció su veredicto. Dragutin y ocho de sus colaboradores fueron condenados a la pena capital. Los otros dos fueron condenados a 15 años de cárcel. El mayor Tankosic no fue acusado de nada, porque había muerto el año anterior en el frente.
Uno de los prisioneros murió durante su estancia en la cárcel. Luego, el Tribunal Supremo de Serbia, anuló otra de las condenas a muerte. Más tarde, el príncipe, que administraba el país, como regente, en nombre de su anciano padre, conmutó otras cuatro.
Al final, el 26/06/1917, tres de los reos fueron fusilados: Dragutin Dimitrijevic, Ljuba Vulovic y Rade Malobabic.
Cuando nuestro personaje era llevado en un vehículo para ser ejecutado ante el paredón, le comentó al chofer: “Ahora está claro para mí y para ti también, que hoy moriré por fusiles serbios, únicamente por haber organizado el crimen de Sarajevo”.
En 1953, su juicio fue revisado por el Tribunal Supremo de Yugoslavia y todos los encausados en el mismo fueron declarados inocentes, por falta de pruebas.
Todavía, hoy en día, se sigue discutiendo si el Gobierno de Serbia estaba metido en el asunto del magnicidio de Sarajevo. Me da la impresión de que estos funcionarios radicales serbios fueron utilizados por el Gobierno de su país, para que no aparecieran los nombres de los verdaderamente interesados en estos crímenes.
Parece ser que un par de embajadores serbios en otras capitales declararon que su Gobierno había sido advertido, sobre lo que iba a ocurrir en Sarajevo. Cosa que el primer ministro Pasic desmintió inmediatamente.
Incluso, posteriormente, un miembro de su Gobierno declaró que se había discutido en el Gabinete sobre la conveniencia de realizar un asesinato de este tipo.
Es más, el mismo embajador serbio en Viena recibió un telegrama con un aviso sobre ese posible atentado y alertó a las autoridades imperiales sobre el peligro de esa visita a Sarajevo.
De hecho, se reunió con el ministro de Finanzas del Imperio, el mismo que luego pidió  la conmutación de varias penas de muerte,  para los terroristas, pero no pareció que a éste le preocupara en absoluto la seguridad del heredero imperial.
Incluso, se pensó que podría esperarse un atentado producido por soldados imperiales de la minoría austro-serbia, que le fueran a rendir honores.
Lo cierto es que daba la impresión de que en la corte vienesa también deseaban quitarse del medio a un heredero que no era del gusto de nadie, empezando por el emperador, con el que, según dicen, solía tener frecuentes broncas, por desacuerdos sobre su forma de gobernar.
En el propio juicio de Tesalónica, un coronel jefe del servicio de fronteras de Serbia, recibió una orden del jefe del Estado Mayor, para que introdujera a varios agentes serbios dentro de Bosnia.
El mismo Malobabic, jefe de la Inteligencia serbia en Viena afirmó que le dieron la orden de ir a Sarajevo y luego de volver para realizar otras misiones.
El mismo Dragutin confesó durante un interrogatorio: “Encargué a Malobabic que organizara el asesinato por el anuncio de la llegada de Francisco Fernando a Sarajevo”.
Realmente, aún no se sabe si el atentado de Sarajevo fue una misión organizada por la Inteligencia militar serbia o por la Mano Negra o, tal vez, por ambas, conjuntamente. Lo
curioso es que Dragutin enviaba sus órdenes a la Mano Negra en calidad de jefe de la Inteligencia militar de Serbia.
También afirman algunos que el primer ministro Pasic había sido ya informado en mayo de los preparativos para este asesinato. Se cree que la fuente de información fue uno de los colaboradores de Dragutin, un tal Ciganovic, que, por supuesto, no fue acusado de nada, e, incluso, testificó contra sus compañeros, durante el Consejo de Guerra.
Es más, algunos afirman que el Gobierno ruso estaba al corriente del asunto. Precisamente, el mismo Dragutin, había confesado que la operación estuvo financiada por Rusia y que el agregado militar le había dado garantías de protección para su país contra las futuras represalias del Imperio.
En la embajada rusa en Belgrado, su agregado militar, Artamonov, confesó que no sabía nada y que en esa fecha estaba de vacaciones en Italia. Mientras que su ayudante, Werchovsky, según parece, contactaba diariamente con Dragutin y, en una ocasión, afirmó que el Gobierno ruso estaba al corriente de este asunto.
Algunos dicen que el zar ruso pensaba que era imprescindible eliminar al archiduque para que continuara la paz en Europa. A mi modo de ver, un razonamiento un tanto extraño.
Sin embargo, si consultáis un  artículo que escribí hace tiempo sobre el coronel Redl, un militar del Imperio Austro-Húngaro, podréis observar que hubo un vínculo muy concreto entre este caso y el asesinato de los archiduques.
El coronel Redl era uno de los jefes de la Inteligencia del Imperio. Sin embargo, también era un agente doble, al servicio de los rusos. Cuando lo descubrieron los suyos, en lugar de interrogarle para saber qué información había enviado al enemigo, le obligaron a que se suicidara, para que no se conociera este escándalo.
Lógicamente, como los rusos tenían en ese momento una ventaja sobre el Imperio, ya que conocían muchos de sus secretos militares, les convenía aprovecharlos, provocando una guerra, antes de que los militares imperiales pudieran realizar los cambios oportunos para que esa información no les sirviera de nada.
Parece ser que a Dragutin le presionaron los rusos para que actuara cuanto antes y no fallara en el atentado de Sarajevo y yo pienso que lo hicieron por ese motivo. Es una opinión personal, claro está.
Actualmente, la tumba de Prinzip se halla en la capilla ortodoxa de los Héroes de San Vito, en Sarajevo.
El coche de los archiduques, la pistola utilizada por el asesino y el uniforme usado por el heredero están depositados en un museo de Viena. Estos dos últimos, fueron prestados al museo por sus dueños, los jesuitas.
En fin, espero que os haya gustado el artículo, aunque me haya quedado un poco largo.

viernes, 26 de agosto de 2016

LOS ASESINATOS DE ALEJANDRO I DE SERBIA Y SU ESPOSA



Habitualmente, cuando se habla de asesinatos reales, lo normal, es acordarse del ocurrido con los zares rusos, sus familiares y sus sirvientes, en Ekaterimburgo.
Quizás, mirando algo más atrás, podríamos pensar en las ejecuciones de Luis XVI y su esposa, María Antonieta.
Sin embargo, a pesar de que los monarcas a quien dedico este artículo gobernaban en un Estado europeo, no tenemos muchas noticias de ellos.
Si habéis leído mis anteriores artículos, sobre el origen de la Primera Guerra Mundial, os habréis enterado que, en 1882, el noble Milan Obrenovic, se convirtió en Milan I de Serbia.
Su reinado no convenció en absoluto a sus súbditos, pues estuvo repleto de escándalos financieros, que fueron muy aireados por la prensa opositora nacionalista.
La sociedad serbia se dividió entre el Partido Progresista, que apoyaba la alianza con el Imperio Austro-Húngaro, y el Partido Radical, que miraba hacia Rusia.
Milan intentó recuperar su popularidad por todos los medios posibles, incluso declarando la guerra a los Estados vecinos, por cualquier discusión territorial. Esta era una forma de atraerse al sector nacionalista serbio, que estaba en auge. No obstante, el conflicto acabó en una derrota para Serbia.
Su estrategia de supeditar su política a la que le venía dictada desde Viena, nunca fue bien vista en Belgrado y menos, tras la amplia victoria del Partido Radical, partidario de una alianza con Rusia, para poder restaurar la mítica Gran Serbia medieval.
En 1889, cuando ya vio todo perdido, abdicó en la persona de su hijo, aunque sólo tenía 13 años. Así que se formó un Consejo de Regencia, hasta la mayoría de edad del nuevo monarca.
Alejandro I fue mucho peor que Milan. Dos años después se declaró mayor de edad y disolvió el consejo de regencia. Gobernó junto a su padre hasta 1894, cuando tomó todo el poder.
Como los radicales tenían mayoría, disolvió el Parlamento y encarceló al líder del Partido Radical, Pasic. De esa forma, el monarca, gobernó de una manera dictatorial, apoyado por una parte del Ejército y por su padre, que había vuelto del exilio y al que nombró jefe del Ejército.
Formaba y disolvía gobiernos a su antojo. Parece ser que en 10 años, Serbia, tuvo trece gobiernos. Lo cual es todo un record. Ni siquiera dejaba que los presidentes eligieran a sus ministros. Lo hacía directamente el rey.
También dio completas garantías a Viena de que su país iba a seguir siendo su aliado. Lo cual no gustó nada a sus súbditos.
Evidentemente, en Belgrado proliferaban los grupos de tipo nacionalista a los que no gustaba nada esta política y pensaban que lo mejor era un acercamiento a Rusia para favorecer su expansión hacia la Gran Serbia.
La política de la dinastía Obrenovic, a favor de los intereses de Viena, cada vez era peor aceptada por la población.
Tampoco era del gusto de sus súbditos que los periódicos estuvieran censurados y que la Policía controlara la vida social del país.
Así que la mayoría de los nacionalistas miraron hacia otra posible dinastía, la de los Karadjeorgjevic, como recambio a la dinastía reinante.
Los cabecillas del complot para destronar a Alejandro I fueron el político radical Pasic y el líder de los jóvenes oficiales, Dragutin Dimitrijevic, del que hablaré en otro artículo. No hará falta decir que ambos estuvieron apoyados por Rusia.
Otro asunto que quebró las relaciones entre padre e hijo fue el de la boda del monarca. Alejandro había prometido casarse con una princesa europea. Así que su padre y el primer ministro visitaron varias cortes para negociar un posible enlace.
Mientras tanto, y sin previo aviso, el monarca, anunció que se casaba con su amante, Draga Masin, una mujer 12 años mayor que él, que había sido dama de la corte de su madre y además era viuda.
Lógicamente, esto no sentó nada bien a los negociadores. Así que  tanto su padre como el primer ministro, dimitieron de sus respectivos cargos. Luego, lo hizo el resto del Gobierno.
La verdad es que la nueva reina siempre fue muy impopular. De ella se dijo de todo, como que era hija de un loco y una borracha. O que se inmiscuía demasiado en las tareas de Gobierno y que prevalecía su voluntad sobre la del rey.
También se dijo que había divulgado que estaba embarazada, para acallar esos rumores, y luego se demostró que todo era falso.
Parece ser que la madre del rey afirmó que ella era estéril y los rusos enviaron unos médicos a Belgrado, para reconocer a la reina,  los cuales confirmaron que el embarazo era falso.
Incluso, se insinuaba que los militares consideraban que era una vergüenza que el rey estuviera casado con una mujer de la que decían que tenía un pasado inmoral. De hecho, ningún general quiso ser ministro de la Guerra en el nuevo Gobierno.
A pesar de que la noticia de la boda no fue bien acogida en Viena, sin embargo, la ceremonia se llevó a efecto, tras un inesperado  apoyo de la misma, por parte de la corte de Rusia.
El rey, para congraciarse con su pueblo, intentó acercarse al Partido Radical, que era el mayoritario. Sin embargo, este partido le dio de lado, culpándole de la mala situación económica del país. También romperían la coalición de Gobierno con los progresistas.
Realmente, el gran problema es que el rey, que estaba muy influido por la voluntad de la reina, quería gobernar casi como un rey absoluto y el Partido Radical no se lo permitió. Aparte de que el rey era proclive a Viena, mientras que los Radicales lo eran a San Petersburgo.
A continuación, se formó un Gobierno presidido por un general a las órdenes del rey. Las protestas de la Oposición fueron contestadas con una gran represión. También se afirmaba que el rey estaba en un estado de locura.
Tampoco tuvo nunca el apoyo decidido de las potencias de la zona, como el Imperio Austro-Húngaro y Rusia, aparte de llevarse muy mal con los Estados vecinos. Incluso, se enemistó con el káiser alemán, tras el fiasco de su propuesta de matrimonio con una princesa alemana.
Ni siquiera pudieron conseguir en la corte que la pareja real fuera recibida por otra corte extranjera. El rey pretendió acercarse tímidamente a la corte rusa. Sin embargo, no obtuvo el apoyo esperado y, además, perdió el de Viena.
Hacia 1901, empezaron los preparativos para intentar que abdicara. Dos años después, tras conocerse los planes del rey para limpiar el Ejército de militares desafectos a su persona, los preparativos se aceleraron.
La noche del 06/06/1903, un grupo de rebeldes rodearon el palacio real y sometieron a la guardia del mismo. Parece ser que uno de los oficiales de la guardia, llamado Petar Zivkovic, fue el que les abrió las puertas del edificio. Con el tiempo, este oficial llegaría a ser primer ministro de Yugoslavia.
Utilizaron granadas de mano y artillería para obligar a los monarcas a salir de su escondrijo. Al cabo de un tiempo, los localizaron en un pasadizo secreto y les prometieron que no les harían daño, si salían voluntariamente.
En cambio, nada más asomarse, dispararon decenas de veces contra ellos e, incluso, les remataron con sus sables. Los cadáveres de los reyes fueron lanzados desde una ventana al jardín del palacio.
En el incidente, también murieron el primer ministro, el ministro de la Guerra y los hermanos de la reina. El ex rey Milan había muerto en Viena dos años antes.
Parece ser que los reyes ya habían tenido conocimiento de un futuro golpe contra ellos gracias a la información de un agente ruso. Incluso, se cree que el ministro de la Guerra también fue informado de ello.
Los gendarmes y militares que escucharon esos disparos y detonaciones no actuaron, porque fueron engañados por los oficiales sublevados. Les dijeron que actuaban en nombre del rey, el cual les había ordenado que detuvieran a la reina y la llevaran al exilio.
A la mañana siguiente, los cadáveres de los monarcas fueron trasladados, dentro de sus ataúdes, a la Iglesia de San Marcos, en Belgrado. Allí tuvieron lugar sus funerales y les dieron sepultura alrededor de las 3 de la madrugada.
Los confabulados nunca tuvieron una postura en común, salvo la de derrocar a los reyes. A muchos de ellos les hubiera gustado fundar una república, pero eso ya sabían que no era del gusto ni de Rusia ni del Imperio. Así que buscaron un candidato en la familia rival, los
Karadjeorjevic , y proclamaron como rey a Pedro I de Serbia.
No se trató sólo de un cambio de dinastía, sino que éste trajo también un cambio de política exterior, pues Serbia pasó a ser un aliado de Rusia y no del Imperio, como lo había sido hasta ese momento.
También, la nueva política, dio alas a los nacionalistas, para que aumentaran sus exigencias territoriales. Lo cual produjo más inestabilidad en esa zona de Europa.