ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

jueves, 19 de abril de 2018

ÁFRICA DE LAS HERAS, ESPÍA SOVIÉTICA


Como casi siempre, hoy al traigo al blog una persona que ha sido y yo creo que sigue siendo, casi una desconocida en España. Se trata de África de las Heras.
Nuestro personaje vino al mundo en abril de 1909 en la ciudad española de Ceuta. En algunas biografías se dice que su padre fue un militar llamado Manuel de las Heras Jiménez, el cual llegó a ser general y gobernador militar de Huesca. Murió en 1930, al intentar hacer frente a los militares sublevados en la famosa rebelión de Jaca. Parece ser que Manuel de las Heras no fue su padre, sino uno de sus tíos.
Su familia no era oriunda de Ceuta, sino que procedía de Sevilla. Otro de sus tíos, Julián Francisco, que había estudiado la carrera de Derecho, se trasladó a esa ciudad, donde, por lo que se ve, le fue muy bien. Por lo visto, se dedicó a ejercer la abogacía, fundó varios periódicos y llegó a ser un hombre muy influyente en esa ciudad. Tanto que llegó a ser alcalde de la misma. Eso animó a sus dos hermanos, Manuel y Zoilo, para que se fueran allí con él.
Sin embargo, parece ser que esta familia ya conocía Ceuta, porque el abuelo de África había sido militar y había estado destinado varios años en esa ciudad.
Según parece, Zoilo, fue el padre de África. No fue militar ni nada parecido. Tenía un garaje en esa ciudad y también se dedicó a los negocios inmobiliarios.
Unos años después, África, se trasladó a Madrid para estudiar en un colegio religioso de la capital. Allí estuvo hasta que regresó con su familia en 1923. Precisamente, en ese año, su familia se trasladó a Melilla, aunque no conocemos con exactitud el motivo de ese traslado.
Poco tiempo después, volvieron a residir en Ceuta, donde, según parece, ella y su hermana Virtudes, acostumbraban a realizar actividades poco comunes para las mujeres en esa época. Tales como conducir, fumar por la calle, hacer deporte, etc.
Sin embargo, por esa época, ya empezó a tomar una cierta conciencia social, cuando conoció a una militante de la CNT, llamada Isabel Mesa a la que le unió una gran amistad. Lo que le enseñó Isabel le hizo ver de otra forma a la clase social a la que pertenecía África.
Poco después, conoció al que luego sería su marido. Se trataba de Francisco Javier Arbat. Era un valiente militar que estaba destinado en la Legión. Había destacado en algunos combates, lo cual le sirvió para ascender a capitán y recibir una importante condecoración. Precisamente, había combatido a las órdenes del, entonces coronel, Francisco Franco.
Tras resultar herido, fue destinado a Ceuta, donde en 1927, conoció a nuestro personaje. Parece ser que fue todo un flechazo, porque en pocos meses decidieron casarse, cosa que hicieron en esa misma ciudad, en agosto de 1928. Él tenía 25 años y ella sólo 19. Algo bastante insólito en la España de hoy en día.
Lo cierto es que el matrimonio no fue nada bien. Debido a su trabajo, él debía de ausentarse frecuentemente de casa, dejándola sola en la pequeña ciudad adonde le habían trasladado.
La muerte a una edad muy temprana del único hijo del matrimonio supongo que también empeoraría las cosas. Todo ello, según dicen, agravado por el fuerte carácter que mostraban ambos, hizo que esa unión durara muy poco tiempo. Así que se separaron, porque en aquella época no existía el divorcio en España.
Al regresar a su casa, también encontró desmembrada a su familia. Su padre murió en 1933, con sólo 57 años,  y su hermana se casó y se fue a vivir a Tánger.
África se mudó con su madre a Madrid, adonde llegaron ese mismo año. En principio, no tuvieron muchos recursos, por lo que fueron muy bien recibidas las ayudas monetarias que les enviaba su tío Julián, el prohombre de Ceuta. No obstante, África, se puso a trabajar en una fábrica textil.
Parece ser que en la pensión donde se habían alojado, coincidieron con dos importantes dirigentes sindicalistas: Luis Pérez García-Lago y Amaro del Rosal, ambos pertenecientes a la federación de Banca de la UGT. Por lo visto, esa pensión era propiedad de la hermana del primero.
Se podría decir que la cercanía con ambos dirigentes fue lo que decantó el pensamiento político de África hacia el socialismo. Posteriormente, también conoció a otras figuras más famosas, como Margarita Nelken. Todo eso hizo que nuestro personaje se afiliara al PSOE. De hecho, pasó de tener una mentalidad más o menos burguesa a ser una de las socialistas con una mentalidad más radical.
En 1934, tras llegar al poder los partidos de la extrema derecha, ocurrió un intento de revolución en buena parte de España, que sólo triunfó en Asturias.
 El Gobierno envió hacia allá a las tropas de África, para luchar contra los mineros asturianos. Curiosamente, entre los mandos de la Legión desplazados hasta Asturias se hallaba el capitán Arbat. El anterior marido de África.
Precisamente, estuvo luchando a las órdenes del teniente coronel Yagüe, otro de los militares más conocidos por su actuación durante la Guerra Civil. Así que el Ejército derrotó esa sublevación en Asturias a sangre y fuego. Produciendo un número de víctimas no aclarado aún hoy en día.
Sin embargo, en Madrid, África, estaba colaborando en el intento de rebelión, sirviendo de enlace entre los diferentes grupos revolucionarios y llevándoles armas. No obstante, la rebelión fracasó muy pronto en la capital y muchos de sus compañeros fueron detenidos.
En cambio, África, consiguió escapar junto con Amaro del Rosal y la familia de éste. No fueron detenidos, porque todos portaban documentación falsa.
García-Lago sí que fue encarcelado. África, que no estaba fichada por la Policía, visitó a su amigo en diversas ocasiones. Parece ser que en aquella cárcel conoció a otro de aquellos famosos dirigentes, que se hallaban detenidos. Se trataba nada menos que de un joven llamado Santiago Carrillo.
A mediados de febrero de 1936, hubo unas nuevas elecciones generales, que dieron el triunfo  al Frente Popular.
Una de las primeras medidas, que tomó el nuevo Gobierno, presidido por Azaña, fue otorgar una amnistía general a los varios miles de presos, que se hallaban detenidos por haber participado en esa revolución.
Para muchos militantes socialistas, lo que había quedado muy claro es que, en 1934, el PSOE no se había comportado a la altura de las circunstancias. Así que muchos de ellos optaron por afiliarse a organizaciones de extrema izquierda, como las Juventudes Socialistas Unificadas, germen del PCE.  Entre ellos, estuvieron García-Lago y África.
Casualmente, África, que no había estado nunca en Cataluña, le pilló el inicio de la guerra en Barcelona. Durante un viaje en el que acompañó a García-Lago.
Parece ser que se mostró muy activa durante los combates y se la vio en muchos lugares, armada y vistiendo el mono azul de las milicias.
Posteriormente, ocuparía un importante puesto en el Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña. Concretamente, en las llamadas patrullas de control, que se dedicaban a detener a todo aquel a quien consideraran enemigo de la II República. Ella figuraba en ese comité en representación de la UGT, aunque ahora también militaba en el PSUC. Al igual que García-Lago.
Lo que se desconoce es cuál fue su responsabilidad en la gran cantidad de vejaciones y asesinatos producidos en esa época, durante el período en que mandaba en la calle el citado comité. Parece ser que su labor se concretó en interrogar a los detenidos en la famosa checa de San Elías.
Por lo visto, a mediados de 1937 se ausentó de Barcelona sin que se supiera dónde había ido. Todo el mundo se acordaba de ella, porque era una opinión unánime de que se trataba de una mujer muy morena y muy guapa.
Lo cierto es que aquel año fue reclutada por el espionaje soviético. Entonces llamado NKVD, siendo, posteriormente, más conocido por sus siglas KGB. Así que se fue a hacer un curso a Moscú.
Parece ser que la fichó Caridad Mercader, una destacada dirigente comunista y la vez miembro del NKVD, a la que conoció en Barcelona. Caridad fue la madre de la famosa actriz, María Mercader, la cual fue esposa de Vittorio de Sica. También fue madre de Ramón Mercader, famoso por haber sido el asesino de Trotsky.
Como Stalin siempre le tuvo mucho miedo a Trotsky, la primera misión encomendada a África fue intentar infiltrarse dentro del círculo del conocido político ruso, que entonces se hallaba exiliado en Noruega. Nuestro personaje cumplió sobradamente su papel y se convirtió en su secretaria. Trasladándose, posteriormente, todo el grupo a su nuevo país de residencia, México.
El papel de nuestro personaje consistía en mandar a su central informaciones de todo tipo, referentes a Trotsky, con el fin de ir preparando un atentado contra él.
El hecho ocurrió en 1940, cuando otro agente de la NKVD, Ramón Mercader, que había sido enviado por Stalin y también se había ganado la confianza de Trotsky, lo asesinó asestándole un golpe en la cabeza con un piolet de montañismo.
Parece ser que nadie sospechó de África. No obstante, en 1941, escapó de México escondida en la bodega de un barco con dirección a la antigua URSS. Algunos dicen que lo hizo de esa manera para no toparse accidentalmente con su antiguo jefe, Alexei Orlov, el cual había desertado de la URSS y ahora se hallaba residiendo en México.
Posteriormente, fue enviada a realizar unos cursos de radiotelegrafista y de enfermería.

Una vez acabados, en 1942, fue destinada a una unidad de guerrilleros, donde se dedicó a interceptar las comunicaciones alemanas. Así estuvo, mandando mensajes falsos a los alemanes, hasta que terminó la II Guerra Mundial.
Parece ser que contactó con esa unidad de guerrilleros, tras haber sido lanzada en paracaídas tras las líneas enemigas.
En 1946, la enviaron a París, bajo la falsa identidad de una exiliada republicana española, llamada María Luisa de las Heras. Allí conoció al escritor uruguayo Felisberto Hernández y desde Moscú le ordenaron que se casara con él, pues era un conocido anticomunista y le podría servir muy bien de camuflaje para las misiones que le encomendaran. De hecho, era admirador del infame senador McCarthy.
Curiosamente, dicen algunos que se conocieron cuando él estaba sentado con unos amigos en un café parisino y se puso a criticar a gritos al régimen de la antigua URSS. Ella, que estaba sentada en otra mesa de ese café, se levantó y le dijo que “daba gusto oír hablar así a un español en París”.
Se casaron en 1949 y se fueron a vivir a Montevideo, donde ella trabajó como modista y como encargada de una tienda de antigüedades. Aunque ese matrimonio sólo duró un año y su
marido nunca sospechó que se hubiera casado con una agente del KGB. Ya por entonces, ella tenía el grado de coronel de la KGB y su apodo era “Patria”, el primero de los varios que tuvo. Su cometido en Montevideo fue coordinar a los diversos grupos de espías soviéticos en Sudamérica y enviar sus informes cifrados a Moscú.
Sin embargo, hay un detalle muy curioso. Parece ser que Felisberto le dedicó una de sus obras a África. En ella, se puede leer que el protagonista, que se dedicaba a coleccionar muñecas de tamaño natural, le pregunta a su mayordomo: “¿Qué te parece ésta?” y el otro le responde: “Muy hermosa, señor. Me recuerda mucho a una espía que conocí durante la guerra”.
Habría que haber visto la cara que se le pondría a África, mientras su marido le estaba leyendo este pasaje de la obra.
Parece ser que no residieron más tiempo en Francia, porque Felisberto sólo tenía una beca para estudiar durante 4 meses en ese país.
En 1956, la KGB, envió a un nuevo responsable para esa zona del mundo. Se trataba del italiano Valentino Marchetti. Como, ya estaba divorciada de Felisberto desde 1951, se casó con el italiano y juntos siguieron realizando la misma labor en Uruguay.

Curiosamente, este matrimonio, que parecía tan feliz, de puertas para afuera, acabó en 1964, con la muerte en extrañas circunstancias de Marchetti. Algunos dicen que, aunque parecieran muy felices, sostenían frecuentemente discusiones por motivos ideológicos y muchos sospecharon que lo había asesinado ella, pero nadie pudo demostrarlo. Casualmente, su anterior marido, Felisberto, falleció ese mismo año a causa de una leucemia.
En 1967, África, regresó a Moscú, donde le encargaron otras pequeñas misiones por todo el mundo.
Sin embargo, en 1971, volvió a la antigua URSS, para no volver a salir de allí. Fue destinada como profesora para los candidatos a nuevos agentes de la KGB y allí trabajó hasta 1985.
Aparte de alcanzar el grado de coronel de la KGB, en algunas de sus últimas fotos la podemos ver luciendo sus medallas, ya que fue condecorada en diversas ocasiones.
Desde luego, siempre tuvo muy claros sus ideales. En una ocasión escribió: “Mi patria es la Unión Soviética”. “Así lo siento en mi cabeza y en mi corazón. Toda mi vida he estado vinculada a la Unión Soviética. Soy miembro del Partido Comunista y creo en los ideales de la revolución, siempre me han guiado”.
Con estas ideas, tuvo la “suerte” de morir en 1988, justo a tiempo de no ver cómo caía el famoso Muro de Berlín y el posterior derrumbe de su adorada URSS, aunque ahora parece que Putin quisiera rescatarla. Supongo que se hubiera llevado una gran desilusión al ver que todo su mundo se caía a pedazos en muy poco tiempo.
Fue enterrada con honores militares en el famoso cementerio de Jovanskoye, en Moscú. Ese era el lugar reservado para todos los héroes de la extinta URSS. En su lápida se puede leer en español su apodo “Patria” y en ruso: “coronel África de las Heras, 1909-1988”.
Junto a la suya, también están las tumbas de Ramón Mercader y la del famoso doble agente Kim Philby. Todos ellos, miembros del KGB.
Espero que os haya gustado, aunque reconozco que me ha quedado un poco largo. Todo ello, a pesar de haber dejado muchos más detalles sin publicar, por no alargar más este artículo.

jueves, 5 de abril de 2018

OMM SETI, LA BRITÁNICA QUE AFIRMABA HABER SIDO UNA SACERDOTISA EGIPCIA


Quizás, algunos de mis lectores ya hayan conocido anteriormente esta historia. Sin embargo, seguro que a otros les va a parecer demasiado fantasiosa, pero os aseguro que es plenamente real, aunque parezca totalmente descabellada.
Dorothy Louise Eady, que así se llamaba nuestro personaje de hoy, nació en 1904, en el barrio londinense de Blackheath, en el seno de una familia de origen irlandés. Así que, supongo que practicarían la religión católica. Parece ser que su padre era sastre y su madre, ama de casa.

Según contaba ella, cuando sólo tenía 3 años tuvo la mala suerte de caer por una escalera, quedando en un estado muy grave. Poco después, su familia llamó a un médico y éste, tras verla, sólo pudo certificar que había muerto.
Sin embargo, al cabo de una hora, tras el disgusto de toda su familia, entraron de nuevo en su habitación y de repente la vieron sentada en su cama. El médico tuvo que ir a verlo para creerlo. De hecho, en poco tiempo quedó totalmente recuperada.
Parece ser que, desde ese momento, empezó a tener unas extrañas pesadillas, en las que se veía dentro de una especie de templo, rodeada de gente vestida de una manera muy extraña.
Al cumplir los 4 años, su familia, un día la llevó a ver el Museo Británico. Parece ser que ella no prestó especial interés por las salas de esa institución, hasta que llegó a las dedicadas al antiguo Egipto.
Se volvió como loca de contenta, porque afirmaba haber vuelto a su casa. Incluso, se puso a besar los pies de las estatuas allí expuestas y a contemplar las momias, como si hubiera conocido antes a todas esas personas. Incluso, tuvieron que sacarla de una forma un tanto enérgica, porque no quería irse de allí.
Otro día, cuando ya tenía 7 años, se puso a mirar una revista y allí pudo ver unas fotos del templo de Seti I, en Abydos, Egipto. Reconoció, inmediatamente, ese edificio como el que había visto cientos de veces en sus sueños.
Incluso, le dijo a su padre que no comprendía cómo estaba en ese estado tan ruinoso y por qué no existía ya un bonito jardín, que había a la entrada, y que a ella siempre le había gustado mucho.
Parece ser que tuvo algunos problemas en el colegio, como cuando se negó a cantar un himno religioso, que maldecía a los egipcios. Incluso, un sacerdote, fue a su casa a hablar con sus padres.
Así que su familia la dejó que estudiara Egiptología y que aprendiera el antiguo lenguaje jeroglífico egipcio. Para ello, tuvo un gran maestro. Se trató nada menos que de Sir Ernest Wallis Budge, conservador del Museo Británico y gran experto en esa lengua. Entre otras cosas, tradujo el famoso Libro de los muertos.
Es muy posible que Budge se tomara interés por enseñar a esa niña, porque él también se quedó embobado la primera vez que le llevaron de visita al Museo Británico, descubriendo que su vocación era el estudio de esas lenguas muertas. Así que le cayó simpática y decidió darle clases de una manera informal.
Aparte de que siempre fue muy aficionado a la Parapsicología y el caso de la niña se podría decir que sólo se podría comprender si alguien era un iniciado en esa materia.
Como mencionaba anteriormente, la niña empezó siendo católica, pero, conforme se iba sumergiendo en la cultura egipcia, fue practicando los ritos de la antigua religión de ese pueblo.
Es posible que, por eso, y por sus repetidos sueños, le llevaran más de una vez a que la viera un psiquiatra.
Incluso, entró a formar parte de un grupo de teatro aficionado, el cual representó en más de una ocasión una obra basada en la muerte de Osiris, según la mitología egipcia. Dorothy
 representó el papel de Isis, esposa de Osiris.
Por fin, su sueño se cumplió en 1931. En ese año se casó con un estudiante egipcio, llamado Eman Abdel Meguid, y el matrimonio se fue a vivir a la tierra de su marido. Por entonces, un protectorado británico.
Parece ser que conoció a su marido cuando ella estuvo trabajando en una revista sobre cultura egipcia, que se editaba en Londres.
Ella, nada más llegar, se puso a besar el suelo de Egipto y dijo sentirse como si acabara de volver a su verdadera patria. De hecho, siempre fue partidaria de la independencia de Egipto.
Según decía, en sus sueños se le aparecía un sacerdote egipcio, llamado Hor-Ra. Éste le explicó que ella se había llamado Bentreshyt, que significa el arpa de la alegría y que había vivido en lo que nosotros llamamos el siglo XIII a. de C.
Por lo visto, había sido hija de un militar de Seti I y de una vendedora de verduras, la cual murió cuando la niña sólo tenía 3 años. Así que su padre la llevó para que la cuidaran en el Templo de Seti I, en Abydos, ya que él se tenía que marchar a la guerra.
Parece ser que a los 12 años profesó como sacerdotisa de ese templo. Uno de los votos que tuvo que hacer fue el de castidad.
Sin embargo, unos años después, llegó a conocer personalmente al faraón Seti I, del que fue amante. A consecuencia de esa relación, quedó embarazada. 
Parece ser que un día habló con el Sumo Sacerdote, el cual le dijo que ese embarazo era una especie de ofensa contra la diosa Isis y que le podría causar muchos problemas al faraón.

Así que, fruto de la desesperación, a ella no se le ocurrió otra cosa que suicidarse, para no perjudicar a nadie y porque la podrían haber llevado a un juicio, donde la hubieran condenado a muerte. Parece ser que al faraón no le gustó su decisión y juró que nunca la olvidaría.
Todo eso lo aprendió durante sus sueños y también mediante lo que se llama la escritura automática. Así que, mediante ese procedimiento, llegó a escribir unas 70 páginas, utilizando la antigua escritura jeroglífica.
Por cierto, para el que no lo sepa, los egipcios nunca llamaron faraones a sus reyes, sino que los designaban por una palabra, cuyo significado viene a ser “el que vive en la casa más grande”. Faraón es el nombre que le dieron, posteriormente, los griegos.
No sé si sería porque ella solía decir que de noche  soñaba con haberse vuelto a acostar con Seti I o alguna cosa por el estilo, lo cierto es que matrimonio no duró mucho tiempo.
No obstante, tuvieron un hijo al que, por supuesto, ella llamó Seti.
Parece ser que el matrimonio se divorció en 1936, cuando él aceptó un puesto de profesor en Irak y ella no le quiso acompañar.
Como en aquella época, no se solía conocer a las mujeres egipcias por su nombre, a ella la empezaron a llamar “Omm Seti”, o sea, la madre de Seti. Por entonces, se dedicaba a dar clases de inglés. Luego trabajó como secretaria.
Parece ser que la gente la veía como una persona rara, porque visitaba los templos, se descalzaba antes de entrar en ellos y oraba frecuentemente ante los antiguos dioses y faraones egipcios, y les llevaba ofrendas. Incluso, pasó alguna noche en la Gran Pirámide.
Sin embargo, también solía ayunar cuando los musulmanes celebraban el Ramadán y le gustaba pasar la Navidad con los cristianos.
Después de residir nada menos que 19 años en El Cairo, por fin, se decidió a trasladarse a su soñada ciudad de Abydos.

Parece ser que los egiptólogos para los que había trabajado como secretaria, habían terminado sus excavaciones y se había quedado sin trabajo.
Al llegar a Abydos, lo primero que hizo fue ir a ver el famoso templo de Seti I, que hay en esa ciudad y que, por entonces, se hallaba en ruinas. Parece ser que los guardas del templo se la tomaron a broma y, aunque ya era de noche, la invitaron a que recorriera el edificio y les indicara una serie de salas.
Aunque se suponía que ella no había estado nunca en ese edificio, parecía conocerlo como la palma de su mano. Lo cual dejó asombrados a esos funcionarios.
No sé si por eso mismo, otro día, el inspector jefe del departamento de Antigüedades, la quiso poner a prueba. Para ello, le pidió que, aunque estaba a oscuras, identificase una serie de murales, que había en las paredes de ese templo. Cosa que ella hizo sin ningún problema.
Supongo que por esa razón la ficharon para ser la primera mujer que trabajara en el Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto.

Lamentablemente, allí escribió muchos artículos, que luego firmaron otros y se llevaron una gloria inmerecida. Sin embargo, también escribió algunos libros, donde figuraba ella como autora de los mismos.
Gracias a sus amplios conocimientos, los arqueólogos, pudieron encontrar el jardín que, según recordaba ella,  se hallaba a las puertas de ese templo. Incluso, desenterraron uno de sus pozos, el cual aún estaba lleno de agua.
Parece ser que también colaboró en la restauración de ese templo, a base de identificar la posición de miles de piedras, con grabados en relieve. De ese modo, se tardó mucho menos en restaurar ese templo que en el resto de los de Egipto.
Fue una gran ayuda para muchos egiptólogos. Gracias a ella pudieron encontrar muchas cosas, conocer a fondo el antiguo mundo egipcio e, incluso, llegó a mencionar el contenido de muchos papiros recién hallados, sin tener necesidad de haberlos leído antes.
Es más, llegó a decir que, en una de sus conversaciones con Seti I, éste le dijo dónde estaba la tan buscada tumba de Nefertiti. Parece ser que está camuflada muy cerca de la de Tutankamon. O sea, que podría estar en esa cámara que, según afirman los especialistas, podría haber tras la tumba de ese faraón.
Aunque no lo quisieron reconocer, muchos egiptólogos siguieron sus consejos y de esa forma se pudieron encontrar varias tumbas de personajes importantes del antiguo Egipto.
Incluso, llegó a afirmar que existía un túnel, que pasaba por debajo del muro norte del templo. Lo cual se pudo comprobar unos años después.
Sin embargo, también llegó a decir que existía una bóveda bajo el templo, donde se guardaban archivos históricos sobre el Antiguo Egipto y hasta un diario de Seti I, pero aún no ha sido hallada. Desconozco si se han dedicado a buscarla.
Del mismo modo, en alguna ocasión, les dijo a los egiptólogos que la famosa Esfinge de Guiza no es una construcción del tiempo de los faraones, sino que se remonta a muchos siglos más atrás.
En una ocasión, mencionó que había tenido uno de sus sueños con Seti I, donde conversaron sobre la Atlántida. Parece ser que éste le había dicho que, en cierta ocasión, conoció a un cretense que le informó de que las islas griegas son las cumbres de unas montañas, pertenecientes a un continente que se había hundido muchos siglos antes.
Parece ser que ella tenía una buena opinión sobre Ramsés II, hijo de Seti I, al que afirmaba haber conocido en su otra vida. Decía que a ese faraón se le había difamado sin  razón alguna.
En cambio, tenía muy mala opinión de Akenaton, pues no lo consideraba un idealista, sino un faraón autoritario y violento. De hecho, llegó a compararlo con el famoso Ayatola Jomeini.
En otra ocasión, comentó que le había preguntado a Seti I si había algún depósito de documentos bajo la Gran Esfinge, tal y como habían afirmado algunos videntes. Éste le dijo que cada templo tenía uno de esos archivos, pero que el más importante estaba en el templo de Amon-Ra, en Luxor.
También se dedicó a observar y comparar la sociedad egipcia del siglo XX con la del antiguo Egipto y pudo ver cosas que continuaban haciéndose. Tales como la circuncisión de los niños. El no pelarse, ni afeitarse durante un tiempo en señal de luto.
Incluso, hoy en día, en los mercados árabes se venden amuletos para conjurar seres demoníacos. Igual que se hacía en la época de los faraones.
Es más, ella llegó a creer en el poder curativo de ciertos lugares sagrados. En cierta ocasión, se curó de una grave enfermedad, tras bañarse vestida en la piscina del Osireion. Parece ser que otros que siguieron su ejemplo también se curaron.
En 1979, se publicó un artículo sobre ella en el prestigioso New York Times, diciendo que su vida era “una de las historias más fascinantes de la reencarnación en el mundo occidental”.
Parece ser que nunca temió a las serpientes. Se dice que solían ir a ella para que les diera de comer, como si las hubiera amaestrado. Algo que también asombraba a quienes la conocieron.
Tras su jubilación, en 1969, se dedicó a ser una guía para los turistas que visitaban Abydos. De una manera inmejorable, les iba explicando el significado de las pinturas que decoraban esos templos.
En 1972, tras sufrir un ataque cardiaco, se mudó a una casa de adobe, junto a la de unos amigos, que también habían trabajado en el templo de Seti I. Ella llamaba a su vivienda “Omm Seti Hilton”.
Parece ser que su hijo Seti la invitó a trasladarse a Kuwait, donde trabajaba y residía con su numerosa familia. Sin embargo, ella se negó argumentando que toda su vida había soñado con vivir en Abydos y allí quería quedarse a morir.
En 1980, apareció en varios documentales para la BBC y National Geographic, donde a pesar de su mal estado de salud, se la veía con energía suficiente para hablar ante la cámara, aunque tuviera que utilizar unas muletas.
Lo cierto es que siempre fue muy respetada por los egiptólogos. Muchos de ellos siguieron sus consejos y la tuvieron muy en cuenta a la hora de empezar a excavar en una zona. De hecho, tiene un puesto de honor en muchos tratados sobre Egiptología.
Desgraciadamente, nuestro personaje de hoy, murió en abril de 1981. Parece ser que se había construido una tumba a la usanza egipcia, pero las autoridades no dejaron que se enterrara allí. Así que fue enterrada en el desierto, en una tumba sin marcar y junto a un cementerio copto.
Realmente, la singularidad de esta mujer no era sólo que afirmara haber vivido en el antiguo Egipto, sino que lo demostraba diariamente. De hecho, aunque algunos egiptólogos no la veían como a una colega, tuvieron que rendirse ante la evidencia, porque donde ella les decía que cavaran siempre encontraban algo importante.