ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

martes, 26 de marzo de 2024

EL DOCTOR MARCEL JUNOD, DELEGADO DE LA CRUZ ROJA INTERNACIONAL

 

Hoy en día, cuando parece que se quieren recuperar algunos personajes importantes e, incluso, otros un tanto secundarios, de la guerra civil española, echo en falta un reconocimiento a este médico suizo. Así que voy a narrar su vida para que todos podamos conocerla.

Marcel Junod nació en 1904 en la ciudad suiza de Neuchâtel. Tenía cinco hermanos más, siendo él el penúltimo.

Su padre era un pastor protestante, pero, desgraciadamente, murió joven. Así que su madre decidió trasladarse, con sus hijos, a Ginebra, donde residía su familia.

Supongo que ese cambio de residencia fue muy importante en la vida de Marcel, ya que en su localidad de origen no había ninguna universidad y, por tanto, no podría haber realizado estudios universitarios.

Por ello, y gracias a la ayuda de unos familiares, consiguió licenciarse en Medicina, especializándose en cirugía.

Por lo visto, empezó trabajando, como cirujano, en un hospital en Mulhouse, al nordeste de Francia. Cerca de la frontera entre Francia y Suiza.

Desconozco su relación inicial con el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Lo cierto es que, en 1935, este organismo le encarga que se traslade a Abisinia, actual Etiopía, para informarles de lo que está ocurriendo, ya que ese país estaba siendo invadido por Italia.

Hay que decir que los italianos ya habían intentado invadir ese país en 1895

y salieron derrotados con el rabo entre las patas.

Así que esta vez, Mussolini se jugaba todo su prestigio en esta guerra, ya que la anterior, donde sufrieron muchas bajas, supuso la caída del gobierno que había en esa época en Italia.

Como Italia y Alemania se habían unificado muy tardíamente, se pusieron a buscar, a toda prisa, unos territorios para colonizar, a fin de igualarse al resto de las potencias occidentales. El problema es que ya quedaban muy pocos territorios sin colonizar.

Junod llegó a Etiopía acompañado por otro colega del CICR, llamado Sidney Brown. Un tipo al que se le veía de lejos, porque medía 2 metros.

A pesar de que los dos bandos habían firmado el protocolo de 1925, que prohibía utilizar armas químicas en las guerras, Italia no lo respetó y utilizó allí el gas mostaza, que le había sobrado de la I Guerra Mundial.

Evidentemente, esto provocó muchas bajas entre las tropas etíopes y la victoria de las tropas italianas. Por no hablar de los frecuentes asesinatos de los prisioneros, por parte de los italianos. Se ve que, de otro modo, no hubieran vencido.

En 1936, regresó a Ginebra. En agosto de ese mismo año, le volvieron a llamar del CICR. Allí le recibió nada menos que Max Huber, entonces presidente de esa organización.


Le encargó que viniera a ver qué estaba pasando en España y cómo se podía ayudar.

Se ve que Huber tenía la misma idea que muchos españoles. O sea, que este conflicto iba a durar sólo unas pocas semanas y no que se iba a convertir en una guerra civil, que iba a durar 3 años.

Así que Junod vino a España. Empezó por visitar Barcelona, donde los milicianos de la CNT-FAI se habían hecho con el control de esa ciudad.

Luego fue a Madrid, donde vio que esa ciudad también estaba bajo el control de los milicianos de varios partidos y sindicatos de izquierda.

Posteriormente, fue a Pamplona, donde mandaban los militares y tenían a sus órdenes a las milicias de falangistas y requetés.

Parece ser que tuvo bastante éxito, al organizar canjes de prisioneros entre los dos bandos. Uno de los canjeados fue el famoso escritor Arthur Koestler.

También logró que pudieran comunicarse por carta los prisioneros y sus familiares y saber que aún estaban vivos. Parece ser que logró enviar varios millones de mensajes a través de la Cruz Roja.

Como la guerra civil española duró más de lo que pensaban en Ginebra, el CICR, envió 15 delegados, con el fin de apoyar a las 9 oficinas de ese organismo, que ya existían en nuestro país. Por lo visto, varios de esos delegados eran oficiales del Ejército suizo.

Parece ser que tomaron cientos de fotos, cuyos originales se conservan en el CICR, en Ginebra. No obstante, en 2008, enviaron copias de estas fotos al Centro Documental de la Memoria Histórica, situado en Salamanca.

Concretamente, se trata de unas 300.000 referencias con unas 600 imágenes. Curiosamente, en aquella época había en España dos organismos de la Cruz Roja Española. Uno en cada bando.

En ese archivo, cuyas copias han sido entregadas a España, no sólo hay 

documentos de la guerra civil, sino también de la suerte corrida por los exiliados republicanos españoles en los campos de concentración en Francia y en Alemania. También sobre los prisioneros, que lucharon en la División Azul.

Muy pronto, Junod se dio cuenta de que esto no era una simple guerra, sino algo que muchos estaban aprovechando para resolver viejos prejuicios, deudas y envidias entre familias o entre patronos y obreros.

De hecho, hubo varios meses en los que se produjeron más muertes en la retaguardia que en el frente de batalla.

Llegó a escribir en sus informes: “Es un país, donde el asesinato y las ejecuciones han llegado a un grado que la Historia no ha conocido jamás”. Ahí podemos 

apreciar la impotencia en la que se encontraba, porque no le dejaron salvar muchas vidas.

No obstante, su labor no quedó circunscrita al canje de prisioneros, sino que también se dedicó a otras tareas. Entre ellas, la visita a las cárceles, pero no creo que le dejaran entrar a ver las infames checas.

Aparte de ello, también organizó la distribución de ropa, comida y medicinas, la asistencia de las víctimas, que habían perdido su hogar a causa de los bombardeos, etc.

Parece que en el CICR quedaron contentos con la labor desempeñada por Junod en la guerra civil española.

Así que fue uno de los primeros delegados de la CICR en la II Guerra Mundial.

Viajó por muchos países azotados por esta guerra. El problema es que el Convenio de Ginebra daba competencias al CICR para efectuar visitas a los campos de concentración en los que hubiera prisioneros militares, pero no en los que hubiera civiles. Como fue el caso de los campos de concentración nazis.

También se entrevistó con los gobernantes de varios países. Gracias a ello pudo organizar la llamada “flota del CICR”, compuesta por una serie de barcos mercantes, que se dedicaron a distribuir miles de Tm de alimentos en los países donde se estaba pasando más hambre.

En 1944 se casa con Eugénie Perret, también empleada en las oficinas centrales del CICR.

Sin embargo, su organización no le da mucho descanso a Junod, pues, a finales de ese año, lo envía a Japón, ya que desconfían del trato que les estén dando allí a los prisioneros del bando aliado.

Parece ser que tardó bastante en llegar a Japón, ya que tuvo que atravesar todo el territorio de la antigua URSS.

Por lo visto, en agosto de 1945, estaba en Tokyo y hasta allí le llegan rumores de que los USA han utilizado una nueva arma, que ha causado mucha destrucción.

Un colega suyo había acudido a Hiroshima y desde allí le envía 

un informe aterrador. Por ello, Junod se comunica con el alto mando USA para que envíe, urgentemente, medicamentos a esas dos ciudades, pues Japón ya se había rendido.

Posteriormente, fue a visitar Hiroshima, siendo el primer médico extranjero que visitó esa ciudad y quedó horrorizado con lo que vio.

En 1946 consiguió regresar a su casa y conocer a su hijo mayor, que había nacido el año anterior.

Posteriormente, fue nombrado jefe del Departamento de Anestesiología en el Hospital de Ginebra.

En 1947, publicó su famosa obra El tercer combatiente, que en algunos países fue titulada El guerrero sin armas, la cual ha sido traducida a varios idiomas. Allí explicó su actividad en varias guerras, como delegado del CICR.

Sin embargo, no lo dejaron en paz. En 1948, fue nombrado representante de UNICEF en China, pero, debido a sus problemas de salud, no estuvo mucho tiempo en ese puesto.

En 1952, fue nombrado miembro del comité central del CICR. Era un puesto que le obligaba a realizar muchos viajes y también tuvo que dejarlo. Posteriormente, fue nombrado vicepresidente del CICR.

Así que regresó para seguir trabajando en el Hospital y en la Universidad de Ginebra. Desgraciadamente, allí le llegó la muerte en 1961.

Por lo visto, murió en el hospital, cuando estaba reanimando a una paciente, que acababa de ser operada.

Aunque en España sea alguien, prácticamente desconocido. En otros países han erigido varios monumentos en su honor.

Parece ser que tenía muy claro que el mundo dejaría de existir si las bombas atómicas volvieran a utilizarse en otra guerra.

Esto lo deberían de tener muy presente esos que ahora parecen estar deseando que comience otra guerra mundial.

TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES

domingo, 25 de febrero de 2024

EL CANCILLER AUSTRIACO ENGELBERT DOLFUSS

 

Hoy voy a narrar la vida de este político austriaco, del que pocos se acuerdan ahora, pero al que Hitler consideraba un gran obstáculo para la anexión de su país a Alemania.

Engelbert Dolfuss nació en 1892 en una pequeña localidad de la Baja 

Austria. Su madre fue Josepha Dolfuss, hija de un granjero, mientras que su padre se cree que fue Josef Wenniger, ayudante de un molinero. Sus padres nunca llegaron a casarse, aunque también hay quien dice que los padres de Josepha se negaron a que se casara con él, porque era un joven de una familia muy humilde.

Sin embargo, un año más tarde, Josepha se casó con otro aldeano, llamado Leopold Schmutz, el cual adoptó al niño, aunque siempre lo trató con mucha frialdad. No obstante, el matrimonio tuvo otros 4 hijos.

Engelbert siempre fue un hombre muy bajito. Sólo llegó a medir 1,51m. Dicen que esa característica la heredó de su madre, que también lo era.

Como solía ocurrir en la España de la posguerra, supongo que el párroco de aquella zona lo vería como un chico listo y habló con su obispo a fin de que se le permitiera estudiar en el seminario.

En 1904, empezó sus estudios de secundaria en ese seminario. 

Parece ser que no fue un estudiante brillante, pero sí muy trabajador. Lo que conocemos por un empollón. De esa manera, consiguió acabar sus estudios.

En 1913, fue destinado al seminario de Viena, para iniciar su formación como sacerdote. Sin embargo, supongo que eso no le gustaría mucho. Así que se salió para matricularse en Derecho en la Universidad de Viena. Evidentemente, perdió la beca de la Iglesia.

En 1914, con el comienzo de la I Guerra Mundial, se ofreció como voluntario para luchar en el frente. Sin embargo, fue rechazado debido a su baja estatura.

No obstante, lo intentó de nuevo en su región de origen y 

allí sí fue admitido. Al tratarse de un universitario, lo enviaron a la Academia de oficiales, de la cual salió a finales de ese año con el empleo de alférez.

Parece ser que, estando al frente de una unidad de ametralladoras, luchó con mucho valor en el frente italiano y fue condecorado en 8 ocasiones.

El final de la guerra le pilló estando de permiso en Viena y, por ello, no fue capturado por las tropas italianas. Tal y como le ocurrió al resto de su unidad.

Continuó con sus estudios durante la posguerra. Trabajando también en la Comisión de compensación por invalidez y en un sindicato de agricultores.

Terminó sus estudios en Berlín, donde se hizo miembro de un 

importante sindicato de estudiantes católicos.

También allí se casó con Alwine Glienke, una alemana procedente de un territorio, que, actualmente, pertenece a Polonia. El matrimonio tuvo lugar en 1921 y tuvieron dos hijas y un hijo.

Por fin, en 1922, Engelbert, recibió su doctorado en Derecho por la Universidad de Viena.

Parece ser que, durante sus años en Berlín, fue miembro de la llamada Comunidad Alemana. Se trataba de una asociación católica, antisocialista y antisemita. Sin embargo, sus miembros se dividieron cuando se produjo el debate sobre la anexión de Austria a Alemania.

En 1927 se convirtió en el director del sindicato de agricultores. Como siempre había vivido en el mundo rural, conocía a fondo los problemas del campesinado.


Así que se puso manos a la obra y se dedicó a fomentar la creación de cooperativas. Muchas de ellas todavía perduran.

También logró que todos los campesinos estuvieran cubiertos por la Seguridad Social y los subsidios de desempleo.

En 1930, fue nombrado presidente de la empresa estatal Ferrocarriles federales de Austria. Ya entonces militaba en el Partido social cristiano, igual que el presidente del Gobierno austriaco.

En 1931 fue elegido ministro de Agricultura. Su labor comenzó por aumentar los aranceles a la importación de productos alimenticios y apoyo a las exportaciones agrarias.

En las elecciones de abril de 1932, el Partido Nacionalsocialista de Austria había obtenido una gran cantidad de votos, aunque seguía por detrás del Social cristiano y 

del Socialdemócrata.

Sorprendentemente, en mayo de 1932, Dolfuss fue nombrado nuevo canciller federal, o sea, presidente del Gobierno de Austria, por el presidente de esa República, Wilhelm Miklas. Un dirigente de su mismo partido.

Parece ser que se tomó toda la noche para pensar si aceptaba ese ofrecimiento. Por lo visto, estuvo varias horas rezando en su iglesia, ya que era un católico muy devoto.

El territorio de Austria había quedado muy reducido, tras la I Guerra Mundial. Aparte de que las pocas industrias que tenía el Imperio Austro-Húngaro ahora estaban en los territorios de Checoslovaquia y de Yugoslavia. Así que le afectó muy de lleno la Crisis de 1929.

Su forma de gobernar me recuerda mucho a la de Sánchez. Formó un gobierno, aliándose con los conservadores agrarios y hasta con los fascistas. Lo cual le daba mayoría de un escaño en el Consejo Nacional o parlamento austriaco.

Sin embargo, en marzo de 1933, disolvió la cámara y empezó a gobernar a base de decretos. Supongo que tomaría esa decisión a causa de la presión que le estarían 

haciendo desde el Partido Nazi austriaco, financiado por Alemania.

Parece ser que también se vio abocado a ello, porque dimitieron tanto el presidente como los dos vicepresidentes de esa cámara. Con lo cual, ya no podía funcionar y luego impidió que siguiera funcionando.

Por otro lado, también eliminó al tribunal Constitucional. Así que, de un plumazo, se cargó los poderes legislativo y judicial.

Ya que apenas disponía de industrias, optó por gobernar fomentando la agricultura. Sustituyó la economía liberal por otra en la que las organizaciones campesinas dictarían los precios de sus productos. Era una forma indirecta de intervención del Estado en la economía.

No hay que olvidar que las zonas de donde procedían los productos agrícolas, que siempre se habían consumido en Austria, al disolverse el imperio Austro-Húngaro, ya formaban parte de otros países.

Por lo visto, estuvo muy influido por las ideas del filósofo 

austriaco Othmar Spann y por una encíclica papal publicada por Pío XI en 1891. Esas ideas se basaban en que el fin de la economía era el bienestar de la población y no la obtención del máximo beneficio posible.

Dado que ya se notaban las influencias de Alemania y de la URSS en la política austriaca, entre mayo y junio de 1933, ilegalizó los partidos nazi y comunista de su país. Eso dio lugar a muchas protestas y atentados, por parte de los nazis. Así que muchos de esos nazis tuvieron que exiliarse en Alemania. Eso dio lugar a que Hitler decretase sanciones económicas contra Austria.

Dollfuss solía decir que “el nacionalsocialismo era un sistema político criminal basado en una ideología criminal”. Desde luego, se ve que tenía unas ideas muy claras.

Del mismo modo, fundó una organización llamada Frente de la Patria, con la que pretendió unir todos los sectores conservadores en una especie de régimen de partido único y corporativista, similar al Partido Fascista, que gobernaba en Italia.

Al mismo tiempo, en agosto de ese mismo año, firmó un tratado con Italia, por el que ese país garantizaba la independencia de Austria. De hecho, Mussolini

amenazó a Hitler con declararle la guerra, en el caso de que se atreviera a invadir Austria.

A Mussolini le interesaba apoyar a Austria, porque así tendría una especie de muro, que obstaculizaría los planes de expansión de Hitler. Obviamente, entonces no eran tan amigos como lo fueron después.

Incluso, Dolfuss decía que eran muy similares los regímenes de Alemania y la URSS. Así que la alianza con Italia podría servir para contrarrestar la influencia de esos países en Austria.

Además, Dollfuss no podía apoyar la anexión de Austria por Alemania, pues, en 1932, había recibido un préstamo de la Sociedad de Naciones, en una de cuyas cláusulas se exigía que Austria no podría unirse con Alemania, durante un mínimo de 20 años.

En octubre de 1933, Dollfuss sufrió un atentado en el que solamente fue herido por un joven nazi austriaco. Este joven fue condenado a 5 años de cárcel, 

ya que los jueces le apreciaron problemas mentales. No obstante, esto le sirvió Dollfuss para declarar la Ley marcial y el restablecimiento de la pena de muerte.

El Partido Socialdemócrata tenía un brazo armado. Así que enviaron a la Policía para registrar sus sedes e incautar todo el armamento y las municiones que allí hallasen.

Esto dio lugar a una dura resistencia, por parte de esas milicias socialdemócratas. Esa rebelión duró sólo 3 días, pero murieron unas 350 personas en los combates callejeros.

Por ello, Dollfuss también ilegalizó el Partido Socialdemócrata y mandó encarcelar a los líderes que no consiguieron exiliarse.

En abril de 1934 convocó una sesión en el parlamento a 

donde sólo permitieron asistir a los representantes de su partido, el Frente de la Patria. En el curso de la misma se presentó la nueva constitución, que tenía un marcado carácter corporativista. O sea, nada democrática, porque había sido casi una copia de las ideas del fascismo. Este texto entró en vigor en mayo de 1934.

No era la primera constitución de carácter fascista que se aprobaba en Europa. Unos años antes, se había aprobado otra parecida en Portugal.

El 25 de julio de ese mismo año tuvo lugar un golpe de Estado. El objetivo era derrocar a Dollfuss y anexionar por la fuerza Austria con Alemania.

El golpe falló, porque no recibieron el apoyo de la Policía, ni

del Ejército. Sin embargo, un grupo de nazis austriacos, junto a unos soldados alemanes de la SS, consiguieron penetrar en el edificio de la Cancillería y asesinaron a Dollfuss. Parece ser que lo hirieron y murió desangrado, porque se negaron a llevarlo a un hospital. Esta imagen es del primer atentado.

Los ministros se salvaron, porque, aunque habían estado allí reunidos con Dollfuss, al terminar esa reunión, cada uno se marchó a su Ministerio.

Tampoco le ocurrió nada a la familia de Dollfuss, porque, cuando ocurrieron esos hechos, se hallaban de visita en Italia.

Se registraron algunos combates entre los días 25 y 30 de julio con el resultado de unos 200 muertos en ambos bandos.

También se demostró que Alemania estaba detrás del golpe, porque se detuvo en la frontera con ese país a un correo, que llevaba las instrucciones precisas para iniciar el golpe.

Parece ser que a Mussolini no le gustó nada que asesinaran a Dollfuss, así que movilizó tropas hacia la frontera y volvió a amenazar a Hitler. Éste aseguró que no tenía nada que ver y que no apoyaba el golpe.

El entierro de Dollfuss fue multitudinario. Dicen las crónicas de la prensa del momento, que asistieron casi medio millón de personas para acompañar su féretro hasta el cementerio.

Tras el golpe, comenzó una dura represión. Los consejos de guerra dictaron varias decenas de condenas a muerte. De ellas, se ejecutaron 13.

Incluso, llegaron a ejecutar a varios policías y un soldado austriacos, que habían colaborado con los que entraron en la Cancillería. Otros agentes policiales, que también colaboraron con los nazis fueron condenados a cadena perpetua.

Posteriormente, fueron arrestados muchos policías, ya que figuraban en una lista de nazis, encontrada durante un registro efectuado en la casa de un líder de ese partido. No obstante, muchos nazis austriacos lograron huir a Yugoslavia o a Alemania.

En resumen, los nazis no consiguieron su objetivo y el presidente de la República de Austria nombró como nuevo canciller al político Kurt von Schuschnigg, también miembro del Partido Social cristiano, que había sido ministro de Justicia, el cual gobernó hasta 1938. Año en que se produjo la anexión por parte de Alemania.

También gobernó a base de decretos, aunque su política fue más 

suave que la de Dollfuss. Intentó preservar la independencia de Austria, aliándose con Italia y Hungría. Se basó en un acuerdo firmado por Dollfuss con esos dos países en marzo de 1934.

Sin embargo, fue abandonado por Mussolini, cuando Italia invadió Etiopía y fue expulsada de la Sociedad de Naciones. A partir de ese momento, el líder italiano buscó el apoyo de Hitler.

Así que Schuschnigg no tuvo más remedio que hacer concesiones a Hitler. En julio de 1936 firmaron un tratado austro-alemán por el que liberaron a muchos de los condenados por el golpe e, incluso, admitieron a dos nazis en el Gobierno austriaco.

Parece ser que también apoyó a la familia von Trapp, cuyas vidas se narran en la famosa película Sonrisas y lágrimas, para que se hicieran muy famosos.

En febrero de 1938, Schuschnigg visitó a Hitler en su 

residencia privada de Berghof. Éste le dio una especie de ultimátum, en el que le mostró sus exigencias.

Entre ellas, estaban la amnistía para los golpistas y su reingreso en la Policía; el nombramiento de varios nazis como ministros de su gobierno a pesar de que seguía prohibido el Partido Nacionalsocialista austriaco, etc.

A cambio de ello, Hitler se comprometía a respetar la independencia y la soberanía nacional de Austria.

No sé si sería cierto, pero, según dijo el canciller austriaco, le obligaron a firmar ese documento, antes de salir de Berghof.

A su regreso a Viena, el presidente Miklas se mostró en contra de ratificar ese tratado. No obstante, después de discutirlo con los miembros del gobierno, optaron por ratificarlo.

Siguieron aumentando las cesiones a Hitler, como la de nombrar a una especie de gobernador nazi para Austria o la de permitir la emisión por radio de un discurso de Hitleren el que amenazaba a ese país. Éste fue respondido por otro, que pronunció Schuschnigg ante el parlamento, defendiendo la independencia de Austria.

Para defender su postura, no se le ocurrió otra cosa que convocar al pueblo austriaco a votar en un plebiscito, donde se les preguntaría sobre si querían seguir siendo independientes. Estaba convocado para el 13 de marzo.

Evidentemente, eso no gustó nada a los nazis y mucho menos que no se permitiera votar a los menores de 24 años, que era la edad a partir de la cual se permitía votar en ese país, porque la mayoría de los nazis eran muy jóvenes y no podrían votar.

Así que Hitler exigió la dimisión de Schuschnigg y éste

la presentó el 11 de marzo. Siguiendo los deseos de Hitler, el presidente nombró como nuevo canciller austriaco al nazi Seyss-Inquart. Al día siguiente, las tropas alemanas invadieron Austria para impedir la celebración de ese plebiscito.

Schuschnigg fue detenido por la Gestapo y después pasó toda la guerra encerrado en Sachsenhausen y después en Dachau. Consiguió sobrevivir y, tras ser liberado por los aliados, se trasladó a USA.

Allí vivió bastante años, trabajando como profesor en la Universidad de San Louis, pues el Gobierno austriaco no aceptaba que regresara a Austria, ya que, siendo ministro, había encarcelado a muchos socialdemócratas.

Al final de su vida, le permitieron regresar para morir en su país.

 

TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES

miércoles, 21 de febrero de 2024

VIOLET JESSOP, LA MUJER INSUMERGIBLE

 

Nuestro personaje de hoy se llamaba Violet Constance Jessop. Seguramente, a más de uno le sonará su nombre, porque se hizo famoso hace unas décadas.

Violet nació en 1887 en la ciudad argentina de Bahía Blanca. Sus padres eran gente muy modesta. Se trataba de unos irlandeses, que habían emigrado, pocos años antes, a ese país.

La familia tuvo 9 hijos de los que sólo sobrevivieron 6. Lo cual era muy normal en aquella época.

Incluso, la misma Violet, cuando era pequeña, sufrió una tuberculosis, que estuvo a punto de llevarla a la tumba. Sin embargo, venció a los sombríos pronósticos de los médicos.

Desgraciadamente, su padre, que se dedicaba a la cría de las ovejas, no gozaba de muy buena salud. Por ello, murió a causa de las complicaciones tras una operación quirúrgica. Así que la familia se trasladó al Reino Unido. Primero fueron a Liverpool y luego a Londres.

Su madre se puso a trabajar como camarera en un barco de la Royal Mail Line, que hacía el trayecto entre Europa y América.

Mientras tanto, Violet, que era la mayor, se dedicó a cuidar a todos sus hermanos.

En 1908, cuando su madre enfermó, Violet tuvo que ponerse a trabajar para mantener a la familia y también lo hizo como camarera en otro barco de la Royal Mail Line.

En 1911, pasó a formar parte de la plantilla de la compañía White Star y empezó, también como camarera, en el Olympic. Un trasatlántico muy lujoso.

Allí trabajaba nada menos que 17 horas al día por un mísero sueldo de 2,10 libras mensuales y tenía como misión atender a 12 camarotes.

Para que podamos comparar su sueldo, puedo mencionar que Edward John Smith, capitán del Titanic, cobraba 105 libras mensuales.

En septiembre del mismo año, durante uno de esos viajes, su barco chocó con el HMS Hawke, una nave perteneciente a la Armada británica.

Afortunadamente, sólo hubo que lamentar varios heridos, pero ningún muerto. Además, los dos barcos consiguieron regresar a sus puertos de origen.

Unos meses después, terminaron las reparaciones y el barco volvió a navegar, como si nada hubiera ocurrido.

Según los que la conocieron, era una joven muy atractiva, con el cabello castaño rojizo y unos ojos azul grisáceo. Por lo visto, mientras trabajaba en el Olympic, recibió 3 propuestas de matrimonio, pero las rechazó todas.

Ella siguió allí trabajando como camarera, hasta que en abril de 1912

su empresa la trasladó al famoso barco Titanic. Parece ser que aceptó ese traslado, porque en ese barco iba a cobrar algo más que en el anterior.

Se trataba del trasatlántico más lujoso del momento, con el que la White Star pretendía competir con la Cunard Line. Se calcula que, al cambio actual, se invirtieron unos 120.000.000 de dólares USA en la construcción de este barco.

Sólo 4 días después de que Violet pusiera sus pies en esa nave, se produjo su famoso hundimiento. Parece ser que la colisión con el iceberg le pilló cuando ya se iba a ir a la cama, porque fue sobre las 23.40.

Según anotó en sus memorias, mientras el barco se estaba hundiendo le ordenaron que subiera a la cubierta principal para traducir las órdenes que se les daban a los pasajeros, porque había muchos que no entendían inglés, pero sí español. No olvidemos que ella vivió bastantes años en Argentina. Incluso, hablaba un poco de francés.

Curiosamente, muchos testigos, que se salvaron, comentaron que el ambiente en la cubierta era casi festivo. como si se tratase de un simulacro o algo así, porque casi nadie pensaba que ese barco se iba a hundir. De hecho, algunos no querían subir a los botes, porque decían 

sentirse más seguros a bordo del barco, aunque el mar estaba en calma, pero sí que chocaban los trozos de hielo contra los botes.

Posteriormente, le dijeron que subiera a uno de los escasos botes salvavidas. Ahora sabemos que su barco llevaba menos botes de los que hubiera necesitado para salvar a todos los pasajeros. Esa fue una de las razones por las que tantas personas perdieron la vida en ese naufragio.

Por lo visto, uno de los oficiales le entregó una especie de bulto. Cuando lo destapó, se dio cuenta de que era un bebé. Así que ella lo llevó encima toda la noche hasta que, a la mañana siguiente, los rescató el barco Carpathia.

También, algunos testigos mencionan que, durante la evacuación en los botes, se dio preferencia a los pasajeros de primera y segunda sobre los de tercera. Eso ya se vio en la famosa película Titanic. Supongo que sería porque los billetes de tercera costaban 3 libras, mientras que los de primera subían hasta las 100 libras.

Incluso, como se dio preferencia a las mujeres, muchas de ellas, pertenecientes a la alta sociedad, maldecían que se hubieran salvado otras mujeres de clases sociales más bajas y no sus maridos. 

Esta nave los llevó hasta el puerto de Nueva York. Por lo visto, allí se le acercó una mujer llorando y le quitó el bebé de sus brazos. Ella pensó que se trataría de su madre. No se lo pudo preguntar, porque la presunta madre salió corriendo y nunca más la volvió a ver. Ni siquiera le agradeció haber salvado al bebé.

Posteriormente, tomó un barco y regresó a Southampton, que
era el puerto de donde había partido con el Titanic.

Curiosamente, en el Titanic viajaba su propio constructor, el ingeniero naval Thomas Andrews. Parece ser que era un hombre muy querido, porque trataba muy bien a sus empleados y muchos sintieron que fuera uno de los que perecieron con el hundimiento de la nave.

Por lo visto, mejoró mucho las condiciones de trabajo y los camarotes de los miembros de la tripulación. Solía pasear por el buque y saludar a todos los empleados.

Parece ser que, hasta el último momento, estuvo ayudando a los pasajeros a subir a los botes y ya no pudo salvarse. Su cuerpo nunca fue recuperado.

Durante la I Guerra Mundial, Violet, ejerció como enfermera en el barco Britannic, otro trasatlántico, que había sido reconvertido en buque hospital y que era a donde estaban evacuando a los heridos del fallido desembarco en Galípoli.

Según narró en una entrevista, realizada en 1970, antes de trabajar como camarera, se había estado formando como enfermera, pero tuvo que dejar los estudios, porque su madre enfermó y la familia necesitaba dinero urgentemente.

Desgraciadamente, en 1916, ese barco chocó con una mina naval alemana y también se hundió en medio del Mar Egeo, cerca de la pequeña isla griega de Kea.

Parece ser que la explosión pilló a Violet, cuando acababa de salir de misa, porque era una persona católica muy creyente. De hecho, antes de subir a un bote salvavidas, corrió a su camarote para recoger su libro de oraciones y su cepillo de dientes. También dijo que había recogido su reloj y su anillo de compromiso.

Curiosamente, cogió su cepillo de dientes, porque no podía soportar tener los dientes sucios y, tras haber naufragado con el Titanic, cuando los subieron al Carpathia, no consiguió, en ese barco, ningún cepillo de dientes.

Hay otras versiones en las que dicen que ella le estaba preparando el desayuno a otra compañera enfermera, que se hallaba enferma en su camarote. A esa hora, gran parte del personal sanitario se hallaba en el comedor, desayunando. Había más de 100 enfermeras en ese barco.

Parece ser que tuvo la sangre fría de vestir con el uniforme a su compañera enferma y ayudarla a subir a cubierta, donde ya habían sido evacuadas casi todas las enfermeras.

Afortunadamente, sólo murieron 30 personas de las 1.066, que había en el barco. Violet estuvo a punto de morir, pues su bote fue succionado por las 3 hélices de la nave y tuvo que lanzarse al agua para no ser triturada por las mismas. No obstante, se llevó un buen golpe en la cabeza al chocar contra la quilla de otro bote salvavidas y también sufrió un importante corte en  una pierna.

Aquel día tuvo mucha suerte, porque no sabía nadar y había quedado inconsciente por el golpe, pero, muy pronto, fue rescatada por los tripulantes de otro de los botes salvavidas.

Por lo visto, en principio, la llevaron hasta la isla de Kea, donde la cuidaron unos lugareños, y luego la embarcaron en el Duncan, la nave insignia de esa flota, para trasladarlos hasta el puerto de El Pireo.

Parece ser que, dentro de aquella nave, viajaban otros dos hombres, que también habían sobrevivido al naufragio del Titanic.

Por lo visto, esperaba ver a su hermano, que se hallaba combatiendo por aquella zona, pero no pudo verlo, porque lo trasladaron a Malta.

En la posguerra, Violet volvió a su trabajo en la White Star, aunque

luego también lo hizo en su competidora, la Red Star. De esa manera, dio varias vueltas al mundo.

En 1923, se casó con otro compañero de trabajo de la White Star, pero, desafortunadamente, se divorciaron al año siguiente.

Continuó trabajando hasta 1950, año en el cual se jubiló y se fue a vivir a una casa de campo en Suffolk. Allí se dedicó a la jardinería y a la cría de gallinas, para aumentar sus modestos ingresos.

Se trataba de una antigua casa, construida en el siglo XVI, la cual tenía todavía uno de aquellos techos de paja.

Por lo visto, cuando ya estaba residiendo en ese lugar, un día recibió una extraña llamada. Una mujer le preguntó si Violet había salvado a algún bebé en el Titanic. Ella respondió afirmativamente y la otra le dijo que ella era ese bebé. Tras lo cual, colgó y no volvió a llamar.

En 1934 terminó de escribir sus memorias bajo un seudónimo, pero no las quiso publicar. Eso lo hicieron sus familiares en 1997. Supongo que sería para aprovechar la publicidad de la famosa película.

En 1958, fue entrevistada para una revista, con motivo del estreno de la película “Una noche para recordar”, donde se narraba el hundimiento del Titanic.

Desgraciadamente, Violet murió en 1971, cuando ya había cumplido los 83 años. Fue enterrada en Hartest, Suffolk.

A mucha gente le sonará, porque este personaje se hizo famoso, ya que apareció en varias de las películas, que se han filmado sobre el hundimiento del Titanic.

No sé si los pasajeros, que embarcaban en las naves de esa compañía, conocerían la historia de Violet. De lo contrario, igual la hubieran considerado como gafe y se hubieran negado a embarcar. Ya vemos que navegó en varios barcos que se hundieron, pero la que siempre se salvaba era ella.

Incluso, uno de aquellos, que se salvaron en el naufragio del Titanic y también en el del Britannic, tuvo que dedicarse a otras cosas, porque ningún marinero quería navegar con él. Ya que lo acusaban de ser gafe.

Según confesó a una amiga, lo que siempre le había salvado eran “las ganas de vivir y una gran dosis de fe en la intervención divina”.

No olvidemos que había 2.228 personas a bordo del Titanic y sólo se salvaron unas 705, que consiguieron abordar los botes salvavidas. Los demás perecieron en aquel siniestro.

En 2021 se estrenó una película titulada “La increíble historia de Violet Jessop”.

Curiosamente, en 1898, un escritor, llamado Morgan Robertson, publicó un libro titulado “El hundimiento del Titán”, donde se narraba el hundimiento de un trasatlántico muy similar y por la misma zona donde se hundió el Titanic.

No hace muchos años, ha surgido la hipótesis de que los dueños de la White Star hubieran dado el cambiazo del Titanic por el Olympic. 

Algunos autores afirman que los daños del Olympic eran tan graves que ninguna compañía de seguros quiso hacerse cargo de los gastos.

Así que, aprovechando que ambos barcos eran casi gemelos, les cambiaron los carteles identificativos y zarparon hacia América con un barco que tenía muchas posibilidades de hundirse. De esa forma, cobrarían la indemnización del seguro.

También dicen que tenían previsto que se hundiera en una zona y que los barcos de rescate no estuvieran muy lejos.

Sin embargo, estaban más lejos de lo planeado y, por ello, no pudieron rescatar a todos los pasajeros y a la tripulación.

Pero eso no deja de ser otra de las muchas teorías conspiranoicas relacionadas con este famoso hundimiento, porque es de suponer que los que habían viajado antes en el Olympic sabrían que era ese barco y no el Titanic, ya que no eran totalmente idénticos.

 

TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES

 

lunes, 19 de febrero de 2024

LA ODISEA DEL DOCTOR FÉLIX KERSTEN

 

Hoy voy a narrar la historia de otro de esos personajes, que, hoy en día, están casi olvidados, pero que fue muy importante para salvar miles de vidas, durante la II Guerra Mundial.

Tal y como dice el título, nuestro personaje se llamaba Félix Kersten. Nació en 1898, en el seno de una familia alemana, residente en la actual Estonia, que entonces pertenecía al Imperio Ruso.

Por ello, en la I Guerra Mundial, luchó en el bando alemán. Posteriormente, estuvo en la guerra civil finlandesa. Se quedó residiendo en ese país y llegó a ser nombrado oficial de su Ejército.

Tras haber sido desmovilizado, se dedicó a estudiar Fisioterapia en Helsinki. Posteriormente, se trasladó a Berlín, donde, a partir de 1922, fue discípulo de un médico tibetano, llamado Dr. Ko.

Estuvo 2 años aprendiendo su técnica y, en 1925, el Dr. Ko le dijo que ya no podía enseñarle más, así que le traspasó su consulta y regresó al Tibet.

Dicen que Kersten se decidió por estudiar Fisioterapia al haber sufrido artritis reumatoide y ver que mejoraba con los masajes.

Poco a poco, Kersten empezó a ser famoso, ya que sus masajes eran muy efectivos. Entre sus muchos clientes estaban el príncipe, esposo de la reina de Holanda y el conde Ciano, yerno de Mussolini.

Eso también le hizo conocer gente muy influyente. Algo que le beneficiaría en el futuro.

Parece ser que esta gran cartera de clientes hizo que amasara una buena fortuna, la cual le permitió comprar una elegante casa de campo a las afueras de Berlín.

También, en aquella época, se casó con una mujer alemana de una familia muy influyente y tuvieron tres hijos.

Alemania era un país con muchos problemas, tanto económicos como de orden público y eso propició la llegada al poder de los nazis. No sé si sería por eso, pero lo cierto es que Kersten vivió en Holanda entre 1928 y 1934.

Uno de los líderes nazis era Heinrich Himmler, el temible jefe de las SS. Himmler era un hombre con muchos problemas de salud. Sobre todo, sufría de fuertes dolores en el estómago y en las articulaciones y los médicos no sabían cómo curarle. Así que, en 1939, se pusieron en contacto con él para que intentase remediar esos dolores.

En principio, a Kersten no le hizo mucha gracia la idea, porque le parecía un tipo muy peligroso, así que se negó a tratarle. No obstante, después le convencieron.

En marzo de 1939, Kersten fue a visitarlo al cuartel general de las SS. Algo que muchos consideraban un suicidio. Hasta su esposa estaba preocupada por la vida de su marido.

Durante la reunión, Kersten le propuso un tratamiento de dos semanas de masajes para averiguar de dónde venían sus males. Himmler aceptó de inmediato. Así que, ese mismo día, le dio el primer masaje y parece que el paciente quedó muy satisfecho.

Una vez acabado ese plazo, Himmler le pidió que siguiera siendo su masajista y él lo aceptó, aunque impuso algunas condiciones.

No sé si Kersten tendría miedo de no salir vivo de esas oficinas, lo cierto es que, tras cada una de las sesiones, se dedicó a redactar sus memorias, en las que mencionó todo lo que vio y oyó y las personas con las que contactó en ese edificio.

Las condiciones propuestas por Kersten eran tratar a Himmler como a cualquier otro paciente, salvo que no acudiría a su consulta, sino que él iría al cuartel general a darle los masajes. También le dijo que no quería ingresar en la SS, ni nada por el estilo. Aparte de ello, le comentó que él tenía la ciudadanía finlandesa y no tenía las obligaciones de los alemanes. Himmler aceptó sus tres condiciones, porque, hasta llegar a conocerlo, los médicos sólo sabían recetarle unas inyecciones, que no le habían servido para nada.

Otra de las cosas que hace Kersten es darle consejos para mejorar su salud, diciéndole que sus dolores están influidos por sus actos. Así que debería de cambiar su forma de vida para aliviar sus dolores.

Tras el comienzo de la II Guerra Mundial, Kersten ya no pudo salir de Alemania para tratar a sus pacientes de otros países, como Holanda.

Dado que se sabía que tenía la confianza de Himmler, le empezaron a llegar peticiones de algunos amigos suyos, como la de un empresario, que le pidió que dejasen en libertad a uno de sus colaboradores, el cual había sido detenido por la Gestapo.

A Kersten no se le ocurrió otra cosa que decirle a Himmler que, en lugar de pagarle sus honorarios, lo pusiera en libertad y lo consiguió. Ésta fue su primera victoria.

La gran influencia de Kersten sobre Himmler no era algo que le pasara desapercibido al líder nazi Reinhard Heydrich. Éste sospechaba que Kersten podría ser un agente de los aliados. Así que tenía muchas ganas de “hincarle el diente”, pero Himmler se lo impidió.

La llegada de la guerra empeora los dolores, que padece Himmler, por lo que se hace más dependiente de los masajes que le da Kersten.

Incluso, cuando Himmler se desplazó, en su propio tren, al frente soviético, Kersten tuvo que acompañarlo.

A base de escuchar las conversaciones de los oficiales de las SS, Kersten se enteró, en 1942, de que los nazis estaban masacrando a los judíos en los campos. Parece ser que se lo preguntó a Himmler, pero no quiso responderle.

Posteriormente, parece ser que Himmler le dijo que él no estaba a favor de matar a los judíos, sino de expulsarlos de Alemania y que fue Hitler el que dio la orden de matarlos.

Parece ser que Kersten le solía pedir que liberase a algunos prisioneros y Himmler se lo concedía, salvo en el caso de los judíos, donde se mostraba inflexible.

En 1943, Kersten le pide permiso para viajar con su familia a Suecia a fin de que ellos residan allí por ser un país neutral y se lo concede. Eso le permite ser una especie de correo diplomático con Suecia y Finlandia.

Kersten mantuvo varias reuniones en Estocolmo con Abraham Hewitt, directivo de la OSS, antecesora de la CIA.

En ellas, le informó de que Himmler estaba interesado en que Alemania firmase una paz por separado con las potencias occidentales a fin de concentrarse en la guerra contra la URSS.

Más o menos, lo mismo que hicieron los alemanes, durante la I Guerra Mundial, solo que al revés.

Sin embargo, una vez informado de ello, el presidente Roosevelt se negó a aceptar esa propuesta y prefirió continuar con la guerra.

Su única idea era destruir Alemania, para que no provocase más guerras, y enjuiciar a los líderes alemanes.

No obstante, Kersten siguió insistiendo en conseguir la liberación de los judíos. Por fin, consigue ablandar a Himmler y éste da la orden de que dos convoyes, donde transportaban a más de 2.000 judíos a los campos de exterminio, sean desviados hacia la frontera con Suiza.

Parece ser que Kersten se convirtió en un mediador entre Himmler y la Cruz Roja sueca. Una organización que siempre fue muy respetada por los jerarcas nazis.

Por lo visto, Kersten le convenció de que, como ya estaban perdiendo la guerra, le convenía dar una imagen de magnanimidad de cara a los aliados.

Así que, como le iban llegando peticiones de varios países para liberar a sus ciudadanos, presos en los campos alemanes, éste se las hacía llegar a Himmler y éste le dijo que podía liberarlos, pero no tenía medios para trasladarlos a otro sitio.

Así que, a mediados de abril de 1945, la Cruz Roja de Suecia, envió una gran cantidad de autobuses, pintados de blanco y con una cruz roja bien visible a los campos de concentración nazis.

De esa manera, transportaron a decenas de miles de personas rumbo a Suecia.

Sin embargo, se negaba a liberar a los judíos. Por ello, a mediados de abril de 1945, Kersten se desplazó en un avión alemán desde Estocolmo a Berlín, acompañado por un delegado del Congreso Mundial judío.

La reunión entre estos tres personajes tuvo lugar en la vivienda de Kersten, situada al norte de Berlín.

Allí acuerdan no dinamitar los campos con los presos dentro y la llegada de más autobuses blancos de la Cruz Roja para evacuar a todos los presos, incluidos, los judíos.

A finales de abril de 1945, llegaron varios cientos de autobuses, fletados por la Cruz Roja de Suecia, en los que transportaron a decenas de miles de judíos hacia Suecia.

El mismo Congreso Mundial judío le agradeció haber liberado nada menos que a 60.000 judíos de las garras de los nazis.

Lamentablemente, al final de la guerra, se trasladó a Suecia, con la idea de residir en ese país, que era dónde vivía su familia. Sin embargo, las autoridades suecas, se negaron a permitir que residiera allí, acusándole de nazi, y aconsejándole que se fuera a Finlandia.

Evidentemente, no quería volver a Finlandia, porque ese era un país dominado por la URSS y lo más probable era que los soviéticos exigieran su extradición al Gobierno finlandés, por su relación con los jerarcas nazis.

Parece ser que el Gobierno sueco no quería que se desvelase su papel de haber colaborado con los nazis, ya que Europa se hallaba en un proceso de desnazificación y ellos querían estar dentro del lado de los buenos de la película. Así que no les interesaba proteger a personas que habían estado tan cerca de los jerarcas nazis.  

Por ello, Kersten se puso en contacto con la propia reina de Holanda, la cual envió a su embajador a hablar con el rey de Suecia para obligarle a que tratasen mejor a Kersten.

Eso dio lugar a que se crease una comisión, que investigase las actividades de Kersten en la Alemania nazi. Eso hizo que le declarasen inocente de todo lo que se le acusaba y le dieran un permiso de residencia permanente en Suecia.

Desgraciadamente, Kersten murió en 1960, cuando viajaba a través de Alemania hacia Francia, para recibir la Legión de Honor, por parte del Gobierno francés.

También fue condecorado por el Gobierno de Holanda, ya que impidió que muchos holandeses fueran deportados a los campos nazis, aunque algunos historiadores ponen en duda esa historia.

Sin embargo, aunque parezca mentira, nunca tuvo ningún reconocimiento, por parte del Estado de Israel.

Sus famosas memorias fueron publicadas en 1947, primeramente, en Holanda, y, posteriormente, fueron reeditadas en 1956.

En 1958, publicó un nuevo libro titulado “El poder curativo de las manos”, en el que ya no mencionó a Himmler.

Aparte de ello, Kersten también aparece en algunos libros y películas en los que se narra la época de Hitler.

 

TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES